El pueblo pobre lincha a miserables, pero se arrodilla frente a empresarios y gobierno

1. Cientos de pobladores de Nexquipayac, comunidad del Estado de México, “lincharon a un presunto delincuente que habría sido sorprendido junto con tres cómplices cuando asaltaban a transeúntes. La policía municipal informó que a las 15:30 horas cuatro sujetos, entre ellos una mujer, fueron interceptados cuando viajaban en una camioneta de pasajeros que usaban para asaltar. Señaló que ese grupo ya había asaltado a varios transeúntes y conductores de bicitaxis”. Dado que el pueblo no confía en la llamada “justicia mexicana”, pudo meterlos en su propia cárcel municipal y ponerlos a trabajar hasta que pagaran sus culpas. Pero no, parece que el pueblo ha preferido desahogar sus furias y cobardía sobre los débiles y seguirse arrodillando frente a los empresarios y gobierno que los explotan y los tienen en la miseria y la ignorancia.

2. La “justicia” por linchamiento, es decir, “la justicia directa del pueblo”, surgió hace siglos porque “la justicia” que ha ejercido el Estado se compra con dinero. El pueblo desconfía totalmente –por toda la experiencia histórica- del gobierno y del Estado porque existen miles de ejemplos de grandes delincuentes que los han dejado libres. Sin embargo, no debe olvidarse que “la ideología dominante en una población siempre es la ideología de la clase dominante”. La televisión y la radio hacen campañas contra los que roban una cartera, contra quienes asaltan para conseguir algo para comer, contra las familias que abandonan a sus hijos para ir a trabajar, contra las humildes nanas, etcétera; pero jamás, nunca habla de los medios de información, de la explotación, de los empresarios, del alto clero, del imperio yanqui. ¿Cómo el pueblo va a conocer a sus verdaderos enemigos?

3. Los trabajadores, llenos de ira por lo mucho que tienen que trabajar para conseguir un salario miserable que no alcanza para la comida de la familia, descarga siempre su furia golpeando a los de casa: la esposa, los hijos, el perro, los vecinos. Recuerdo que en películas italianas sobre sindicalismo colocan la efigie del empresario en la puerta de la fábrica para que los obreros se desahoguen tirándole con pelotas, golpeándolo con el puño o tirándoles patadas. Así que los linchamientos contra asaltantes, desempleados, desesperados, que roban dinero para comprar comida para su familia, también son formas que usan los explotados para descargar su ira contra el sistema. ¿Por qué no usan su descontento para hacer huelgas fabriles, para salir a la calle, para luchar contra el capitalismo que es el culpable de mantener a todas sus familias en la miseria y el abandono?

4. El gobierno de Calderón y sus antecesores panistas y priístas, en lugar de solucionar el problema del desempleo y los salarios de hambre, ofrecen a los miserables ingreso al ejército y, ahora, a los grupos paramilitares denominados “matazetas” que (según han proclamado) “respetan a dios y a la democracia”. Si antes los luchadores sociales estábamos hasta la madre con los asesinatos del ejército y la policía, ahora tendremos que cuidarnos de los “matazetas” que son grupos paramilitares bien pagados por gobierno y empresarios; muy bien enmascarados se han convertido en la alternativa del gobierno para acabar con el descontento y las protestas de la oposición. La realidad es que la población pobre y miserable en México es la que menos -o casi nunca- se ha quejado de secuestros, asaltos y asesinatos de la llamada “delincuencia organizada” o del narcotráfico.

5. Los linchamientos que los pueblos realizan en sus comunidades para eliminar a “delincuentes domésticos” desvían y les impiden ver a los verdaderos enemigos que son los que explotan, los más altos gobernantes y el mismo sistema social. La oferta que se hace a los desempleados y a los NINIS para ingresar al ejército con el objetivo de “combatir” la delincuencia los pondrá en el camino de convertirse en “matazetas”. A pesar que el paramilitarismo empeoró la situación en España, Colombia, Guatemala y otros países, se sigue haciendo uso de esa estrategia asesina. Habría que aconsejar que los linchamientos no sigan aplicándose, que el ejército regrese a sus carteles y que los grupos paramilitares sean denunciados y se busque su desaparición. ¡No más grupos paramilitares en México!, mucho menos encapuchados y armados hasta los dientes.

pedroe@cablered.net.mx

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Pedro Echeverría V.


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