Fronteras para la Paz

La decisión de los Estados integrantes de la Unión de Naciones Suramericanas de declarar a la región como “Zona de Paz”, es una manifestación inequívoca de de la firme voluntad de sus actuales liderazgos políticos de trabajar firmemente en prevenir y neutralizar cualquier tipo de confrontación armada entre sus Estados y al interior de ello, porque la Paz es un factor fundamental para alcanzar los propósitos superiores de hermandad, cooperación, integración y unidad que anima la creación de esta organización regional.

A pesar de que en el inicio de los procesos de independencia de los pueblos latinoamericanos de los imperios español y portugués, los nacientes Estados asumieron el principio de “Utti Possidetis Uiris” (Lo que posees seguirás Poseyendo), como base para determinar sus límites territoriales, teniendo a la cartografía colonial como base técnica de la reivindicación de sus fronteras, ese proceso generó, desde sus inicios, grandes conflictos; primero porque la información cartográfica que lo sustentaba era la insuficiente, en segundo lugar, porque las clases propietarias que reemplazaron a la administración colonial, respondiendo a su naturaleza expansionista en procura de control de riquezas y mercados, privilegiaron la confrontación entre los pueblos a la solución amigable de sus diferencias y, en tercer lugar, porque los viejos imperios europeos y la potencia reemplazante, el imperialismo norteamericano, generaron conflictos artificiales para favorecer los intereses de sus empresas o debilitar gobiernos contrarios a sus políticas expansionistas.

El resultado de la combinación de tales factores de confrontación en la región fue el desarrollo trágico de diversas controversias confrontaciones armadas entre los Estados que no solo distanciaron y dividieron pueblos vecinos y hermanos hasta en sus orígenes étnicos, sino que causaron miles de muertos y heridas y grandes pérdidas materiales, así como injustas modificaciones territoriales, cuyas consecuencias todavía están presente y constituyen un obstáculo importantes para avanzar en los procesos de integración y unificación de América del Sur y Nuestra América del Sur y Nuestra América toda.

Hoy pesa sobre la agenda de Paz, Cooperación y Integración de América Latina y el Caribe viejos conflictos fronterizos como los que separan a Bolivia de Chile por la salida soberana al océano Pacífico, y a éste país con Perú por sus fronteras marítimas, los de Costa Rica y Nicaragua por el Río San Juan y de éste país con Honduras por el Golfo de Fonseca y con Colombia por la delimitación en el Mar de los Caribeños, los de México con Guatemala y de éste país con Belize y, los de Colombia con Venezuela por el Golfo de Venezuela y de éste país con Guyana por la Guayana Esequiba; ello sin mencionar los complejos procesos de delimitación de fronteras marítimas de los países con fachada en el sur del Océano Atlántico, el océano Pacífico y al interior del Mar de los Caribeños; procesos felizmente asumidos mediante largos y complejos procesos de negociación y mediante la apelación al Tribunal Internacional de Justicia, de la Haya; lo cual ha evitado confrontaciones armadas como las sucedidas en varias ocasiones.

Este escenario de controversia representa uno de los retos mas importantes del proceso de integración, tanto por la existencia de viejas laceraciones derivadas de las guerras por los limites nacionales, como por la cultura xenófoba y chovinista que sectores de la burguesías nacionales de la región y las operaciones divisionistas del gobierno imperialista norteamericano, han sido inyectadas en la conciencia de nuestros pueblos, o que pueden convertir la iniciativa de un Estado ante un organismo internacional, una manifestación pública del reclamo histórico de territorio o una conmemoración de una fecha relacionada con tales diferendos, en motivo suficiente para inflar los sentimientos nacionalistas y cerrar las posibilidades de solución pacífica negociada de las controversias territoriales que, dicho sea de paso, no fueron creados por estas generaciones ni con la visión de los actuales liderazgos políticos, ni responden a la dinámica de Paz, Seguridad, Cooperación e integración, que prevale en la actual agenda de los gobiernos de UNASUR y de toda América Latina y el Caribe.

De allí que la decisión soberana, pacifista e integracionista del comandante presidente Hugo Chávez Frías de responder a la iniciativa unilateral e inconsulta del gobierno de la República Cooperativa de Guyana, de acudir ante la Comisión sobre los Límites de la Plataforma Continental, prevista en el Convención sobre los Derechos del Mar, obviando el mecanismo de Buen Oficiante acordado por las partes con la intermediación del Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, enviando a la República de Trinidad y Tobago al Canciller Nicolás Maduro Moros, con el fin de reunirse con la Canciller Carolyn Rodriguez-Britker y, el contenido del comunicado oficial de la reunión que reafirma los derechos de ambas partes en su proceso de negociación, constituyen una importante victoria diplomática para ambos gobiernos y pueblos y para Nuestra América, al confirmar una política internacional basada en el principio universal de “Solución Pacífica de las Controversias” y de reafirmación de la voluntad de Paz, Amistad, Cooperación e Integración que anima a ambos gobiernos en sus relaciones como partes de UNASUR, comprometidos con la construcción de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe y solidarios en el mecanismo de PETROCARIBE para la seguridad energética.

Con este resultado, los arquitectos de la confrontación fraticida entre pueblos hermanos de Nuestra América, los “perros de la guerra” y sus altavoces de la escoria mediática, vuelven a ser derrotados.

yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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