En este momento el líder del pueblo libio Muhamar Kadaffi, comienza su viaje a la inmortalidad, al empíreo de los héroes, ahí donde se elevan por toda la eternidad los luchadores sociales que entregan su vida en defensa de la libertad de su pueblo, la soberanía de su patria, la defensa de sus ideales.
Kadaffi murió como mueren los héroes, en una trinchera, con un fusil en una mano y en la otra, la mejor antología de la democracia que se haya escrito: El Libro Verde.
Con su muerte en combate, les inflige a sus enemigos la mayor derrota, por cuanto querían verlo huyendo, en el exilio, acobardado; o en una cárcel, vejado, humillado. ¡No les dio ese gusto!
Con su muerte, sella su brillante trayectoria de luchador antiimperialista.
Con su muerte sella su trayectoria de libertador del pueblo libio de la oprobiosa monarquía del rey Idris, marioneta del colonialismo impuesto por Inglaterra como secuela de la Segunda Guerra Mundial.
Con su muerte reivindica la lucha de los pueblos contra el imperialismo yanqui por la derrota que le infligió al cerrarle la base militar más grande que Estados Unidos tenía en el Norte de África.
Con su muerte sella su trayectoria de defensor de las riquezas naturales del pueblo libio, al expulsar a las empresas transnacionales del petróleo y nacionalizar esa riqueza para Libia. En 1967, ocurrió la crisis que se conoce como “guerra del petróleo”. Con un tractor rompe un oleoducto y pone de rodillas a Europa. Les hizo saber que el pueblo libio ha vivido en el desierto, con las limitaciones propias de una naturaleza inhóspita, en tiendas de campaña, alimentándose con dátiles y leche de camella; en tanto que Europa, con sus ciudades, sus autopistas repletas de vehículos, con semáforos, edificios, ascensores, con todo absolutamente todo movido por la energía del petróleo ¡No podía vivir ni un minuto sin petróleo!
Con su muerte Kadaffi sella su trayectoria de gran demócrata que libera al pueblo libio de la pobreza a la que había estado condenadado por el colonialismo otomano, el colonialismo italiano, el imperialismo alemán del Tercer Reich, el colonialismo inglés. He ahí el origen del odio y sed de venganza que tienen los gobiernos de Europa, contra Kadaffi, contra el líder que les hizo morder el polvo de la derrota durante cuarenta años.
Con su muerte sella la etapa de extraordinario desarrollo económico de Libia que, de país más pobre de África, pasa a ser la economía más pujante, más rica y el pueblo libio llega a tener el más alto nivel de bienestar social entre los países del mundo. Ese éxito, las potencias imperialistas no le perdonan a Kadaffi.
Con su muerte sella diez meses de guerra contra el mismo imperialismo que combatió toda su vida. Para derrotar aquel hombre extraordinario, que durante diez meses, desde una trinchera con un fusil en la mano, luchó junto a su pueblo en defensa de la libertad y soberanía de Libia, las potencias imperialistas tuvieron que movilizar todo su poderío militar de aviones, portaviones, fragatas, submarinos atómicos, barcos, misiles, helicópteros. Pensaron que en un mes concluiría la guerra, pero, les llevó diez meses y ahora sus economías que ya estaban en quiebra, tienen que sumarle gastos que no figuraban en sus cálculos guerreristas. El grupo de traidores, apátridas que forman la horda de mercenarios, ante la férrea resistencia, sólo podían avanzar detrás de los bombardeos. Los mercenarios apátridas, por si solos, jamás habrían conquistado un kilometro cuadrado de territorio. Esa es la guerra que se libró en Libia: todo el poderío imperialista contra un pueblo y su líder que en ningún momento claudicó ni los defraudó. Pagó con su vida, su determinación de defender las conquistas del pueblo libio: la democracia, la autodeterminación, la soberanía.
Kadaffi ha muerto como mueren los grandes combatientes, en el campo de batalla, como murió el Che, con el fusil en la mano, como murió Allende, como murió Raúl Reyes y el Mono Jojoy, como Sandino, como Zapata, como Lumumba y como todos los luchadores sociales que en África y en América empuñan las armas contra el imperialismo y sus lacayos.
Con su muerte en combate, honra la espada de Bolívar que el pueblo venezolano le entregó en merecido homenaje a su vida de luchador antiimperialista, como lo fue Bolívar.
Honramos la memoria del gran demócrata y luchador antiimperialista que fue Muhamar Kadaffi. Ahora comienza de nuevo la dura lucha del pueblo libio por su nueva independencia. En esa lucha no estará sólo, tendrá la solidaridad de los pueblos que en todas partes luchan contra el imperialismo
¡Odio y más odio de los pueblos del mundo, es lo que cosechan los Estados Unidos y los países de la OTAN, con sus políticas económicas y guerreristas!
leonmoraria@gmail.com
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