El asesinato de Gaddafi y el cinismo imperial

Los imperialistas y sus lacayos a nivel mundial no esconden su caradurismo. Sobre la sangre de pueblos aspiran oxigenar su crisis. Las guerras que financian y apoyan de manera directa, no solo sirven para distraer a sus pueblos, utilizarlos como cortina de humo y erigirse como héroes y paladines de este mundo convulsionado. Ya sabemos que sus economías no soportan los gastos del militarismo y el guerrerismo exagerados. Y menos pueden ocultar el descontento que ahora recorre calles y plazas de metrópolis enfermas socialmente.

Desde hace buen rato las cartas están sobre la mesa. Y como decimos aquí, más claro no canta un gallo. Es indudablemente agresivo el deterioro de las economías de los llamados países “desarrollados” y de dimensiones críticas la molestia popular, como consecuencia de los recetarios neoliberales, recomendaciones del FMI y Banco Mundial.

Se trata de una nueva crisis de las economías capitalistas que estos países han pretendido solucionar propiciando guerras civiles, alzamientos de militares adeptos e inyectando grandes sumas de dinero (mercenarios, campañas mediáticas, etc.), para propiciar inestabilidad interna y luego dar el zarpazo derechista. Es decir la entrega del país y el reparto a placer de materias primas.

Esta agenda, que para aplicarla no importa la secuela de muertos y destrucción, se aplica en todo escenario de interés para la geopolítica imperial. El objetivo es la materia prima. Petróleo, por ahora. El más reciente ejemplo es Libia. Más destrucción y muertes en este país, imposible.

Como quiera que los portavoces de los gobiernos agresores afirman que tras el asesinato del líder Muammar Al Gaddafi, brutal y cobarde por demás, nace la “nueva” Libia, y en conocimiento de la tragedia que ha vivido ese país, luego de ocho meses de feroces bombardeos por parte de la OTAN, y que para proteger la población civil, sigue siendo prioritario para los gobiernos y movimientos progresistas del mundo asumir a ciencia cierta quienes de verdad son nuestros aliados.

El mundo entero y de manera especial la ONU y demás instancias de decisión mundial, así como países como China y Rusia, presenciaron de brazos cruzados la destrucción del pueblo Libio y el prácticamente anunciado asesinato del Coronel Gaddafi. Todo ha sido complicidad, a sabiendas que vendría el reparto del petróleo. Se ratifica así una nueva era caracterizada por el cinismo, la hipocresía y el desprecio a la convivencia humana. Por tanto, en nuestro caso, ante la conseja imperial y los apátridas de poner las barbas en remojo, la consigna es la unidad del pueblo Bolivariano.


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Juan Azócar


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