La victoria económica de los Kirchner

Reelección de Cristina

El triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones presidenciales argentinas, resulta un ejemplo para muchos países del mundo y en especial para la Unión Europea, de cómo resolver las crisis provocadas por políticas neoliberales sin tener que recurrir a medidas económicas y sociales agresivas en contra de los pueblos.
La mandataria, representante del Frente Para la Victoria (FPV) fue apoyada por el 53,9% de los electores, un resultado considerado histórico desde que el país recuperó la democracia.

La esperada victoria permitirá a Fernández comenzar un segundo mandato el 10 de diciembre con una fuerte posición política, alta popularidad y con la fragmentada oposición más débil aún.
Hace pocos meses, el experto y premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz elogió el rápido crecimiento del Producto Bruto Interno (PIB) argentino (uno de los mayores en el orbe), reducción de la tasa de pobreza en unas tres cuartas partes en relación con el peor momento y haber capeado la crisis financiera mundial mucho mejor que Estados Unidos y Europa.

Añadió que el desempleo no supera el 8 % y puntualizó que Argentina debe dejar de prestar atención a los supuestos magos financieros. "Nos metieron en este embrollo y ahora piden austeridad y una reestructuración retardada. Si tiene que haber sufrimiento, el mayor debe arrostrarlo quienes más se beneficiaron de la burbuja que la precedió".

Fernández consiguió una enorme aprobación popular por la política económica y social aplicada en los últimos cuatro años, que incluyeron nacionalizaciones, protección a la industria y crecientes subsidios, mientras la economía se expandió a un ritmo del 8 % pese a las críticas de sectores empresariales y del FMI, el BM y hasta de Wall Street.

Argentina comenzó a revertir la situación de desastre económico que vivía la nación con la victoria electoral en las elecciones de 2003 del entonces desconocido Néstor Kirchner, lograda frente al gestor de la profundización neoliberal en la década de 1990, Carlos Ménem. Para los que padecen de azheimer vale recordar la situación en que se hallaba el país pues las paradojas de las políticas neoliberales son profundamente estruendosas. Si en los años 90, Argentina, con sus programas de reformas y privatizaciones de empresas públicas, era la niña mimada del FMI y del BM, al no poder pagar los adeudos a esas instituciones financieras, se convirtió en una nación apestada.

Ménem abrió los servicios y las industrias al capital extranjero y se permitió la importación indiscriminada de mercancías, lo cual llevó al país a una debacle económica sin precedentes en su historia.
El país padeció 54 meses de recesiones y cuatro años de postraciones. Las exportaciones se derrumbaron en un 70 %, mientras que la venta de inmuebles y el turismo al exterior bajaron al 85 % y 60 %, respectivamente.
Solo de enero a agosto de 2003, 110 000 pequeños comercios cerraron sus puertas y dejaron en la calle a 300 000 personas que pasaron a engrosar las filas de los desocupados que sumaban el 25,5 % de la población económicamente activa.

La cifra total de desempleados se elevó a 16 millones de una población de 36 millones, además de traer aparejado otros inconvenientes como el aumento de la inflación, la devaluación del peso, la debilidad de pago de impuestos. En definitiva, la debacle.

Néstor Kirchner, cuando asumió la primera magistratura prohibió continuar cubriendo déficit del país por la vía del endeudamiento permanente y decidió que la deuda no se pagaría a costa del hambre ni la exclusión. En 2006, con los adelantos económicos logrados, Argentina canceló la deuda con el FMI y eliminó la posibilidad de intervención y presiones de ese organismo en la política económica del país. En 2007 el desempleo bajó a cerca del 10 %.

En ese período se recuperaron algunos servicios públicos entregados por Ménem al sector privado como el Correo, el Aguas potable y se fundó la empresa pública Energía Argentina Sociedad Argentina (ENARSA), para el control de los recursos naturales estratégicos.

A fines de 2007 Cristina Fernández alcanzó la presidencia para continuar y profundizar la política seguida durante cuatro años por su esposo.
Actualmente, la economía argentina registra un favorable adelanto en la producción industrial y agraria. Creció el consumo alimentario familiar al disminuir el desempleo, elevarse los salarios y los ingresos a jubilados y pensionados.

Se creo la Asignación Universal por Hijo que beneficia a los padres con menores salarios y por medio del Mercado Central se ofertan variados y necesarios productos a precios rebajados.
Asimismo, existe un mayor dinamismo del consumo en el mercado interno, al incorporarse amplios sectores de la población a través de políticas de ingreso universal y la recuperación de los salarios.

El Banco Central sostiene un tipo de cambio competitivo, hay solidez del sector bancario y financiero local en un contexto de fuerte volatilidad mundial. Las exportaciones registran un superávit (16 000 millones de dólares) en comparación con las importaciones y las reservas internacionales sobrepasan los 50 000 millones de dólares.
Como los pueblos no olvidan, esas fueron las razones por las que Cristina Fernández de Kirchner obtuvo una abrumadora victoria en las elecciones del pasado 23 de octubre. Su quehacer en los próximos años también redundará en la continuación del fortalecimiento de la integración latinoamericana que cada día toma más auge en la región.

El modelo argentino para resolver con medidas independientes a favor del pueblo las graves consecuencias que provocó el extremo neoliberalismo impuesto en la década del 90 del pasado siglo por el FMI, el BM y Estados Unidos, debía ser estudiado por varios países de la Unión Europea que sufren actualmente una grave devastación económica.

hedelberto@yahoo.es


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Hedelberto López Blanch

Graduado de contador (1967) y Licenciado en Periodismo (1972). Ha reportado numerosos eventos internacionales celebrados en Cuba, Angola, Zambia, Mozambique, Libia, Tanzania, Qatar, Zimbabwe, Sudáfrica, Alemania y Rusia. Fue corresponsal permanente de Juventud Rebelde en Nicaragua y asesor de redacción del diario Barricada en esa nación centroamericana entre 1985 y 1987. Ha obtenido varios premios de periodismo.

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