01/11/11.- El Ayuntamiento de Madrid, en España, aprobó una ordenanza por la cual van a multar a todas las personas que roben comida en los cubos de basura. Multa que asciende a 750 euros y que ha producido la queja de los propios indigentes.
Los indigentes han manifestado que sino pueden pagar los alimentos en los supermercados como van a poder pagar una multa de tal calibre. Legumbres, pollo, fruta o cualquier alimento que se vence ese mismo día pero que todavía es aprovechable son las cosas que se llevan.
Reseña el diario español El Mundo que la medida se debe a una Ordenanza de Limpieza aplicada por el ayuntamiento y que incluye además sanciones para quienes viertan basura que ensucie los espacios públicos, dar de comer a los animales, dejar en las papeleras desperdicios que no son propios de este recipiente, ensuciar la calle con el riego de plantas, escupir, orinar, abandonar en la vía pública trastos viejos.
Pero, sobre los españoles que toman alimentos de los cestos de basura, Raquel López, una concejal y activista ecológica española considera que es “escandaloso, vergonzante e insolidario” que el gobierno vaya a sancionar con multas de hasta 750 euros el hurgar en la basura”.
“Habría que preguntarse, quizá, por qué hay ciudadanos de nuestra ciudad que se ven obligados a meterse en un cubo de la basura para subsistir. Desgraciadamente, no sólo estaríamos hablando de indigentes sino también de muchísima gente mayor que se ve obligada a la indignidad de rebuscar en la basura de otros para conseguir ropa u otro tipo de utensilios”, precisó.
¿Que pasaba en nuestra Venezuela en los años 90?
Todavía recuerdo a los habitantes de Coche en Caracas-, madrugando para recoger las frutas y legumbres semi dañados que descargaban los camiones , unos para venderlos y otros para comprarlos.
Recuerdo a los viejos cargando sus sacos en el hombro recogiendo latas de cerveza y refrescos vacías para venderla por kilos a los comerciantes que procesan estos metales.
Recuerdo a los miles de niños deambulando por las calles, todos haraposos, pidiendo de comer y metiendo sus manos en las papeleras para ver si conseguían un pedazo de pan o arepas que alguien hubiera botado.
Recuerdo a los niños durmiendo sobre cartones y arropados con periódicos en los zaguanes y adoquines de las casas y edificios en la Gran Caracas, Mérida, Valencia, Maracay, y en casi todas las ciudades del país.
Recuerdo las trifulcas de los viejos indigentes que se peleaban los lugares donde los restaurantes y cafetines botaban sus desperdicios.
Recuerdo a los niños del páramo andino, todos mocosos, con sus mejillas negras y agrietadas por el frío pidiendo monedas y comidas a los turistas y viajeros que iban o venían de Mérida.
Recuerdo a las madres colando los espaguetis y usando esa agua para prepararle el tetero a su bebé o ligándola con perrarina para darle de comer a los mas mayorcitos.
Recuerdo haber visto muchos reportajes y películas donde los niños y los zamuros se peleaban los desperdicios en los basureros municipales de nuestra república.
Recuerdo las inmensas colas alrededor de los bancos que hacia la poblacion cada mes, para recibir la “beca alimentaria” que le otorgaba el gobierno a los mas pobres.
Recuerdo que la leche en polvo y el lactovisoy, era distribuido por las Juntas Comunales adecas a las madres que eran afines al partido, porque esos productos solamente los podían comprar los ricos.
Recuerdo millones de niños, que no pudieron tomar leche, por esas circunstancias no lograron obtener las proteínas que alimentaran sus cerebros, y hoy tienen bajo coeficiente mental y son una rémora para el desarrollo nacional.
De todos estos recuerdos que dejaron de atormentarme, gracias a los progresos que hemos obtenido sobre la pobreza, el que mas me hace sentir feliz es la reducción de la prostitución callejera en lugares como la Av. Libertador de Caracas y en otros lugares públicos que mostraban a pobres mujeres vendiendo su cuerpo por unos bolívares a los transeúntes. Sé que todavía queda un 7% de nuestra poblacion en situación de pobreza extrema, pero era que en los años 90 la sufrían mas del 26 % de esa misma gente que no vivía, sino que estaba condenada a morir lentamente de inacción.
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