Aquí en Venezuela los gobiernos de la cuarta republica se vanagloriaron de la gran cantidad de revolucionarios que desaparecieron y asesinaron. Convirtieron estas prácticas en el pan de cada día. El desayuno, almuerzo y cena de centenares de hogares era la noticia del allanamiento, la persecución, la tortura, la desaparición y la muerte. Todavía en este nuevo siglo y ya en el 2011 hay familias que siguen esperando noticias de sus familiares. Hasta ahora, todo ha sido un misterio, un secreto y el acceso a los archivos en donde se encuentra la información de quiénes y como se cometieron tales acciones ha sido, al parecer, algo más que imposible. Con razón, compartimos la opinión de los familiares de los torturados y desaparecidos en las décadas de los 60, 70 y 80, acerca de la vigencia de la impunidad.
En la actualidad y en el plano internacional parece recrudecerse esa forma de generar miedo en la población con crímenes que para colmo son televisados. Ejecuciones “en vivo” de líderes que nos muestran con lujo de detalles como se desarrollan tales acontecimientos. Ya no hay pudor, pena ni nada que se le parezca. Y para muestra traemos el caso del Presidente de Libia, coronen Muammar Gaddafi, a quien, según versiones de prensa, lo atrapan las fuerzas de la OTAN y se lo entregan vivo a los llamados “rebeldes”, quienes luego lo asesinan en presencia de las cámaras de televisión. Convierten este horrible hecho en un sangriento espectáculo que luego sería transmitido en todo el mundo. Y lo que vino no deja de ser peor. Lo exhiben en un refrigerador, desfilan frente a él y hasta les permiten fotografiarse.
Este, seguramente
no será el último trofeo de los imperialistas. Antes fue
Sadan Hussein, ahorcado al frente de una cámara filmadora. Y por éstos
lados no están exentos de sadismo los medios con el asesinato de los
guerrileros colombianos Manuel Marulanda Vélez, “Tiro fijo”,
Raúl Reyes,”Mono Jojoy” y ahora, Guillermo León Sáenz Vargas,
“Alfonso Cano”
No hay dudas, el imperio se frota las manos. Golpes por allá y golpes por acá. Y los medios de comunicación se deleitan transmitiendo tantas muertes “en vivo y en directo”.
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