El mundo ha sido testigo
de manifestaciones impulsadas por una multitud calificada de “indignados”.
Desde España, EEUU, Japón, Israel y otras regiones han sido sacudidas
en menor o mayor magnitud por una población que se volcó a las calles
para gritar “No más injusticias”. Se puede calificar como un fenómeno
contracultural, de resistencia pacífica, de haraquiri colectivo a través
del cual la muchedumbre se enfrenta al sistema con el fin de lograr
cambios. No obstante, ¿Estos episodios de protestas mundiales plantean
una modificación de fondo o sólo son muestra fehaciente de un sector
de la población mundial que está resentida porque quienes manejan
el sistema no les permitieron ser parte de éste a plenitud? No es lo
mismo protestar e indignarse contra el sistema porque este me excluyó
a indignarse de su lógica y resultados aunque el sistema me incluya
aparentemente con todos sus beneficios. La diferencia es abismal y nos
corresponde mirar con cautela estos sucesos que en algunos casos han
acaparado la atención de la prensa nacional e internacional comparándolos
incluso con el Mayo Francés, y otras acciones de resistencia organizadas
por la izquierda en pleno desarrollo de la Guerra Fría.
Por ejemplo, un indignado
en Israel se siente rechazado porque el Estado sionista lo excluyó
de los beneficios otorgados a los colonos judíos que ocuparon territorio
Palestino, ¿No causa estupor esto? Este ciudadano le adosa a su sentimiento
de posible ira o rabia la palabra indignación el no poder ser parte
de la política de exterminio y de apropiación ilegitima que ejecuta
Israel contra la soberanía Palestina. Algunas consignas planteadas
por los Indignados dicen “¡Democracia Real Ya!”, trazando
de esta manera una interpretación sui géneris de este manoseado concepto.
Indignarse por el sistema porque no te permite ser parte de éste pudiera
interpretarse como un reformismo edulcorado esta vez de un hipismo militante
y armado de nuevas tecnologías. Una las grandes proezas que ha tenido
el sistema capitalista es aparentar, provocar y establecer el método
de las o la crisis para sumarle a su corpus sus propios anticuerpos
y lograr de esta manera su continuidad. El axioma cambiar para que todo
quede igual ha generado más pérdidas en sectores de la izquierda que
en la derecha muy bien amaestrada para este tipo de coyunturas donde
por una mera percepción mediática creemos que el sistema se cae y
lo que realmente ocurre es su reacomodo y continuación. El término
“indignados” no aparece en el DRAE, lo que existe en este diccionario
es la palabra “indignación”, la cual se define como “enojo, ira,
enfado vehemente contra una persona o contra sus actos”. En una amena
platica que tuve con James Petras, este sociólogo estadounidense me
expresó sus dudas sobre esta multitud que manifiesta en las inmediaciones
de Wall Street, para
él, estas personas han puesto su atención en aspectos de forma pero
no de fondo. Sin embargo, en el medio de esas voces de protesta no todo
es pose, ni snobismo de resistencia, también coexiste en sus polifonías
de gritos y consignas quienes claman un cambio estructural del sistema.
Esta mezcla de reformismo y conato de un clima prerrevolucionario no
irá más allá de lo alcanzado si sus miembros no logran convertir
sus exigencias en programas de gobierno con voces que se planteen la
toma del poder a través de las formas de lucha que se determinen en
su contexto y momento histórico, y además, de acuerdo a sus necesidades
objetivas y prioridades existentes en cada nación. Sentirse indignado
ya es algo pero no es todo. Su conjugación en plural puede ser una
suma de voluntades para mantener el sistema capitalista o para generar
fisuras irreversibles en éste. En un sistema el todo es más significativo
que las partes, la pluralidad que goza actualmente el movimiento “indignados”
puede ser un atributo ahora pero a corto plazo en vez de sumar lo que
significará es su implosión como movimiento al no consolidar la clásica
fórmula de: programa de gobierno, líderes, toma del poder. El futuro
dirá si gana el come flor que protesta de 8 AM a 2 PM porque a las
3 PM tiene clases de yoga, si se imponen los infiltrados que por más
radicales que sean y el gas pimienta que soporten, lo que quieren en
el fondo es ser parte del sistema que los excluye; o, triunfarán aquellos
que se indignan por el bloqueo al pueblo de Cuba, por el genocidio de
Israel contra Palestina, por los bombardeos de la OTAN, por la doble
moral de la ONU, por los desaparecidos del Plan Cóndor, por las masacres
en Colombia, por el racismo, por el hambre en el mundo, por la demagogia
de Kyoto, por los valores de cambio, por la mentira cuando se estipula
como verdad; en fin, por la escoria de la infamia y su capacidad de
aparentar lo que no es.
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