Irán-EEUU: lecciones para Venezuela

Lo que viene sucediendo con las relaciones entre EEUU e Irán amerita un análisis detallado, por las implicaciones que tiene en el contexto geopolítico mundial y las relaciones en el sistema-mundo. Habría que comenzar estableciendo que la zona del Golfo Pérsico ha sido históricamente un espacio de conflicto, no por la naturaleza exclusivamente religiosa – dada la presencia árabe-islámica que no se puede negar- sino más bien por el hecho de constituirse en un espacio de transición entre tres (3) zonas geográficas de alta movilidad y condiciones geoeconómicas (África, Asia y Europa). Desde la propia expansión del mundo árabe encabezado por Mahoma en el siglo VII, ese espacio de intercambio ha generado una feroz competencia.

La consolidación geoestratégica que procuro Mahoma y que extendió su influencia en ese espacio hasta el fin de la I Gran Guerra en 1919, se vio abruptamente interrumpida por la derrota de los líderes del Imperio otomano – herederos de la supremacía iniciada en el siglo VII- a manos de franceses, ingleses y norteamericanos. Inmediatamente se generó un reacomodo de las esferas de influencia territorial en la zona; es bajo esa figura de reacomodo que veremos el surgimiento y consolidación de los espacios territoriales que hoy confluyen en el Golfo Pérsico: Barheim, Irak, Irán, Omán, Yemen, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait , Arabia Saudita y Katar. Cada uno de estos espacios territoriales se incorporan al juego geopolítico mundial, pero particularmente a partir de la finalización de la II Gran Guerra en 1945, comienzan a orbitar en torno a los intereses geoestratégicos de los EEUU. El motivo: las enormes existencias de hidrocarburos que están presente en la zona y el privilegiado espacio de cruce que tienen en el escenario mundial. La situación en este espacio geográfico de transición fue históricamente tensa, pero esa tensión se ve incrementada a partir del año 1979 por un conjunto de cuatro (4) sucesos que nos permiten entender el contexto actual. El primer suceso, es la caída del Sha de Irán y el ascenso de los Ayatholas de origen shíitas. El segundo suceso, es el triunfo –mediante un golpe de Estado- de Saddam Hussein en Irak. El tercer suceso, es la invasión a Afganistán por parte de la URSS. El cuarto suceso, es la firma del Tratado de Paz entre Egipto e Israel. Todos esos acontecimientos cambian los ya precarios equilibrios de poder en la zona e inicia una escalada de nuevas conflictividades que tienen su punto álgido en lo que hoy sucede.

El 1er suceso, cambia las relaciones y la influencia de los EEUU en la estratégica zona del estrecho de Ormutz, colocando a los ayatholas musulmanes en una posición privilegiada ante los intereses norteamericanos. El triunfo de Hussein, servirá para adelantar un intento de contención de esa influencia, mediante el apoyo – velado o directo- de los EEUU, Francia e Inglaterra, quienes impulsan y apoyan el conflicto Irán-Irak que estallo en la década de los años 80. La invasión rusa a Afganistán, le agrega presión ante la cercanía en el ajedrez político y transforma la zona del Cáucaso en un espacio de discusión, que aún hoy se mantiene. Los acuerdos de paz, transforman a Egipto en un aliado de los EEUU en la zona del Magreb Africano hasta el día de hoy. Sin embargo, el fracaso de la guerra Irán-Irak, generó el surgimiento de una fuerza no estimada en la figura de Saddam Hussein, que se transformó en una nueva preocupación para los intereses geoestratégicos de los EEUU en la zona. Por ello, luego de la derrota soviética en Afganistán, con el apoyo de los EEUU a extremistas islámicos, ese espacio sufrió otro cambio que ponía en riesgo la tradicional hegemonía norteamericana. Por ello a inicios de los años 90, se plantea el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNSA) que pretende reacomodar la influencia de los EEUU en la zona y controlar las reservas de petróleo. Ese proceso comienza con la invasión a Irak – I Guerra del Golfo en 1991- pero no será completado hasta el definitivo derrocamiento de Saddam en 2004, que viene precedido por la invasión y derrocamiento de los Talibanes en Afganistán en 2002.

Lo que planteamos, es que en ese escenario de repolarización que adelanta los EEUU mediante el PNSA, era necesaria una escalada del conflicto y ello se traduce en convertir a Irán, que es la única pieza del rompecabezas estratégico que sigue en pie, en un objetivo militar Para ello, toman como excusa el desarrollo del programa de enriquecimiento de uranio por parte de Irán alegando violación de convenios internacionales asociados a la no proliferación de armas nucleares. Sin embargo, se obvia que los EEUU viola tratados internacionales también como el de Kyoto, el estatuto de Roma sobre la Corte Penal Internacional, la Comisión de Armas Químicas entre otros. Desarrollan el financiamiento de resistencias internas que fracasan y optan por una salida militar, directa o indirectamente a través de Israel. Detrás de todo, está el hecho de controlar la OPEP – hay que recordar que tienen presencia con los cambios en Libia e Irak, aparte de contar con EAU, Arabia saudita, Kuwait y Qatar- y con ello los precios de los hidrocarburos, todo ello porque los EEUU gasta más de 15 millones de litros de gasolina para mantener su aparato militar y eso representa casi 30 millones de US$ diarios. El accionar de los EEUU es una advertencia para Venezuela, Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia, por ser estos países los únicos con reservas estratégicas no intervenidas por EEUU a través del PNSA.

Dr. Juan E. Romero

La Universidad del Zulia

Juane1208@gmail.com


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Juan Eduardo Romero

Dr. Mgs. DEA. Historiador e Investigador. Universidad del Zulia

 juane1208@gmail.com

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