Pero la vergüenza también nos atañe a nosotros, a los trabajadores del resto de Europa que hemos sido incapaces de organizar la protesta y una corriente de solidaridad para con nuestros compatriotas y camaradas griegos. Hemos caído en la individualización burguesa y capitalista, esa que tanto odiamos, esa que pretendemos destruir para construir un futuro de cooperación, autogestión y solidaridad internacionalista.
Hay están gentes que se autodenomina de izquierdas y que andan diciendo que lo de Grecia era una locura, que si se gastaba más de lo que se podía, que si no trabajaban, que si no son competitivos, que si patatín que si patatán. Sin darse cuenta los muy cretinos que mañana será ese mismo lenguaje el que utilizarán contra ellos los poderos capitalistas, sus medios y sus gobiernos títere de tecnócratas o criminales. ¡Santa inocencia, santa desidia o medido cinismo!
Los que creemos en la Europa de los pueblos, de los trabajadores, de la democracia y el socialismo no podemos por más tiempo permanecer impasibles, cada uno, donde tenga su frente: periódico, escuela, fábrica o barrio, debe dar la batalla. ¡Debe convertirse en un combatiente!. Y decir bien alto y claro: ¡Nosotros somos griegos, somos trabajadores, somos europeos y somos las fuerzas de la democracia y el socialismo! ¡Váyanse malditos capitalistas! ¡No les queremos! Mientras esa no sea nuestra actitud estamos perdidos.
Si queremos una Europa que sea cuna de libertades, de democracia y de justicia social debemos podernos manos a la obra y apropiarnos del concepto Europa, hoy en manos de la burguesia. Si dejamos que Europa sucumba ante las leyes del mercado capitalista patibulario, es decir que la dejemos en manos de unos canallas que sólo la utilizaran para sus fines espúreos, miserables y priovados, ¡Tenemos los días contados!
La desaparición de la democracia en sentido avanzado, de pueblo organizado y en marcha, está siendo destruida y derrotada, convertida en un espectáculo, en referéndums plebiscitarios que sólo necesitan la sumisión de un pequeño porcentaje de votantes y la exclusión por desafección de la mayoría para imponernos un régimen, ahora aparentemente soportable, aunque ya limitadamente democrático. Pero el final sino nos organizanmos el final será evidente: ¡Noche y niebla!
Así que, o entendemos que todos somos griegos y trabajadores, o los explotadores del mundo, los esbirros que les obedecen dictadores de todo tipo acabaran por imponerse por la fuerza de una pseudodemocracia parlamentaria a la mayoría de la población. la clase trabajadora explotada.
Construyamos el bloque alternativo, y lo digo como lo siento, si las izquierdas vascas han sido capaces de hacerlo en su país, porque no vamos a poder hacerlo el resto de fuerzas en las diferentes naciones que compone este hermoso continente.
Querer es poder. Evidentemente, como todos sabemos, el voluntarismo es peligroso sin apoyo real, pero la inactividad es suicida.
¡A luchar por los griegos! que somos nosotros: los trabajadores... las fuerzas del socialismo y la libertad... la humanidad!