1. Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, arribó a México el domingo 4 por la noche. El viaje demuestra –según se ha dicho- “la gran importancia” que tiene para el gobierno de Barack Obama la relación con su vecino del sur, o “patio trasero”, como otros dicen. Parece que el gran objetivo del alto funcionario yanqui es sostener reuniones con los tres principales candidatos presidenciales de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) Este tipo de reunión, así pública y abierta, no se acostumbraba porque siempre se realizaban de manera cerrada y sin que nadie se entere. Como sean esas reuniones no dejan de ser una intervención descarada y cínica de los EEUU en la política nacional; pero también hay que decir que por lo menos hace 100 años que los EEUU intervienen de manera abierta, muchas veces brutal, en los asuntos internos de México.
2. Nadie podrá negarse a ese llamado, “por simple educación y cortesía”. Pero no me cabe pensar, no me pasa en la cabeza, que cada uno de los candidatos acuda de manera humilde –sin protestar- a confesar a cerca de sus puntos de vista, a arrepentirse de sus pecados y a responder todas las preguntas que se le ocurran al gobierno de EEUU. ¿Qué pasaría si López Obrador no asiste o protesta, tal como debería ser? Pues los medios de información, por orden del gobierno, de los empresarios y el clero desatarían una campaña de calumnias contra AMLO. Por el contrario la asistencia de la panista V. Mota y del priísta Peña está más que garantizada por la fuerza determinante del gobierno de EEUU en el cambio de gobierno. Así que esta reunión no es nada buena para México porque significa que continuamos siendo el “patio trasero” del imperio; sobre todo en estos momentos de crisis mundial.
3. Al parecer no estarán presente los medios de información y todo lo que en esas reuniones se platique serán sólo de consumo para el vicepresidente, el embajador y el candidato. Estos podrán aprovechar la oportunidad para hacer una cadena de peticiones al gobierno yanqui pero olvidarían que el objetivo es otro: que el gobierno yanqui les imponga una camisa de fuerza para que al salir electos continúen por el camino de sus antecesores, es decir, sigan con la política trazada desde los EEUU. ¿O pueden pensar los candidatos que se tata de otra cosa que no fuera controlarlos? Nunca otro país se ha interesado o ha podido reunir a los candidatos porque tampoco han tenido el peso económico y político de los EEUU. Sólo hay que recordar que nuestro comercio exterior con EEUU es de 80 por ciento, que nuestro endeudamiento es gigantesco, que más de 700 trabajadores migran al año a ese país y que es grande la inversión yanqui.
4. Recuerdo aquel 13 de mayo de 1958 cuando el vicepresidente de EEUU Richard Nixon fue recibido en Venezuela por grandes manifestaciones de repudio. Fueron dos momentos: en la mañana y al mediodía, la limosina que llevaba al del vice presidente de los EEUU y el canciller García Velutini fue atacada por los manifestantes que esperaban al visitante desde su arribo en Maiquetía así como a lo largo de la avenida Sucre. En la noche, cuando el presidente de la Junta de Gobierno, contralmirante Larrazabal, regresaba al palacio Miraflores después de entrevistarse con Nixon en la sede de la embajada de los Estados Unidos, un grupo atacó con piedras la limousina en la que se trasladaba Larrazabal. Algunos meses después Fidel Castro –que había encabezado la revolución cubana contra el dictador Batista- fue recibido en Venezuela con enorme alegría. En aquellos años la rebeldía juvenil fue otra cosa.
5. Me imagino que las reuniones con el priísta Peña y luego con la panista V. Mota van a ser muy cordiales porque antes que les pregunten nada ya lo habrán vomitado todo para ganarse la voluntad del gobierno que domina este país. La que seguramente podrá ser incómoda es la que tendrá el vicepresidente Biden con López Obrador del Frente Progresista. Porque éste se adelantó en su discurso de Sonora –hace menos de dos días- a hacer la crítica a la política yanqui por imponer sus criterios a países de América Latina. AMLO tuvo la razón, pero en México hace ya varias décadas que el gobierno yanqui no es criticado por un candidato presidencial, quizá desde los años setenta, antes que se imponga el neoliberalismo y la privatización. No incluir en los análisis el papel determinante que tiene los EEUU en la política nacional es dar un fundamento falso de los problemas del país. ¿Cómo no hablar de nuestra enorme deuda y las causas?
6. Mañana martes, el vicepresidente Biden se trasladará a Honduras para entrevistarse con el Presidente Porfirio Lobo y los mandatarios de Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Panamá, como parte de los preparativos de la intervención del presidente Barack Obama en la Cumbre de las Américas, que tendrá lugar el próximo mes en Trinidad y Tobago. Si México con sus 115 millones de habitantes recibe ese trato irrespetuoso, indigno, imaginen el trato que dará el gobernante yanqui a la pobre Centroamérica donde cada país es casi la décima parte de México, pero que representa un voto en la ONU, en la OEA y en todas las reuniones políticas. Por eso el vice presidente Biden cumple con recorrer el territorio como si estuviera caminando su propia propiedad. ¿Cómo entonces no entender el papel que ha jugado el imperio yanqui en el mundo donde decenas de país no pueden vivir sin que el amo le haga al pastor.
7. Cuando Biden se despida de México tendrá mucho más claro quién será el candidato de los EEUU. Según las noticias la corriente más reaccionaria de la Republicanos apoya totalmente al PAN porque Calderón no está dispuesto a negociar con ningún grupo “terrorista” y ha escogido el camino de confrontación total. Por el contrario, el grupo de Obama, es decir, los del partido “demócrata”, parecen estar esperanzados en que el candidato del PRI sea más efectivo para negociar con algún sector. López Obrador –dado que le pone mucho más peso a la creación de empleos, a la desaparición de los ninis, a la política de la inteligencia- está más dispuesto por crear las bases materiales que permitan acabar con el narcotráfico. De todas maneras, aunque los candidatos y los partidos tengan diferencias, deberían oponerse a cualquier intervención extranjera, en este caso yanqui, en los problemas internos del país.