1. El Chapo Guzmán es tan conocido y popular como jefe narcotraficante, que rebasa las fronteras de México y hasta parece candidato a presidente de la República. Escapó o se le dejó ir de la prisión en 2001, durante el gobierno panista de Fox y después de más de 10 años sigue en libertad, su organización se ha internacionalizado y su personalidad crece. Mientras tanto la figura de sus perseguidores –Fox, Calderón y los panistas- disminuye y aunque lo tengan a la mano no se atreven a detenerlo. Así pasó hace unos días en los Cabos, Baja California Sur, a pesar de que la policía yanqui y mexicana cuenta con todos los hilos de lo que sucede en México. Por eso mucha gente se pregunta lo que pasará con el Chapo, sino será mejor aprovechar su enorme capacidad de administración, sus riquezas millonarias, para subsanar los grandes problemas de Mexico, entre ellos, el más urgente y necesario: los problemas de los servicios de salud.
2. Al presidente ilegítimo Felipe Calderón sangra por la boca por mentiroso cada vez que repite y reitera que la cobertura de salud en México es casi de 100 por ciento; pero no dice que hay miles de manifestaciones y gritos en todo el país reclamando medicinas, médicos y camas de hospital. Calderón entiende por “cobertura” tener registrado 100 millones de nombres en las lista del IMSS, ISSSTE, “Seguro Popular” y servicio médicos para militares, pero silencia que en cada una de esas dependencias la gente brava está mentando madres al gobierno por pésimo servicio o solamente se traga su coraje por cobardía. Yo, como universitario privilegiado, fui trasladado en dos ocasiones por falta de camas, del ISSSTE a un hospital privado. Mi pariente, hace dos días, por máquinas descompuestas, fue trasladada del IMSS, a un hospital del gobierno del estado igual de lleno y con grandes carencias.
3. El discurso casi diario de Calderón, junto a la intensa propaganda televisiva hablando de la cobertura de servicio de salud, me recuerda que en los años sesenta los gobiernos del PRI izaban "La bandera blanca” en algún lugar acompañada de discursos y aplausos para subrayar que toda la población había aprendido a leer y a escribir, cuando la realidad era que sólo estaban en las listas de alfabetizadores. Miles de personas en cada pueblo seguían siendo iletrados y los que habían aprendido continuaban siendo “analfabetas funcionales”. México, después de 90 años de iniciar la campaña contra el analfabetismo, sigue con casi un 20 por ciento de personas que no saben leer y los peor es que no les interesa aprender. Calderón cree y busca engañar con decretos: “México tiene un cobertura de salud de 100 por ciento”, pero las medicinas deben comprarlas los enfermos, de médicos y camas hay que esperar que se desocupen.
4. Hace 40 años el narcotraficante Caro Quintero declaró que si lo dejaban libre y le dieran libertad para hacer lo que hacía, en pocos años pagaría la gran deuda externa que tenía México, en esos años el principal problema del país. Fue objeto de risa y burla, pero México sigue más endeudado que antes y su deuda interna se ha cuadruplicado. Desde hace más de dos años, el también narcotraficante Joaquín “el Chapo” Guzmán, está entre los 10 hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes. En Colombia, en México, en otros países ha habido narcotraficantes que reparten grandes capitales entre los más pobres y éstos como agradecimiento los convierten en “santos milagrosos” a los que llenan de rezos y agradecimiento. Siendo en México muy grave el problema de los servicios de salud, que en los últimos 20 años, se han desplomado, no faltaría que ante “la popularidad” del Chapo, se le proponga dirigirlos.
5. Al prestigiado conjunto musical los Tigres del Norte se les ha perseguido por componer y cantar canciones alusivas al narco, aunque sus discos se venden por millones y, al mismo tiempo se prohibe que en los medios se hable de los narcos para que nadie los siga. Los únicos que pueden hablar de ellos son el presidente y los más altos funcionarios, aunque no se sabe hasta qué grado esos mismos secretarios de Estado están superpenetrados, tal como los jefes de todas las policías y las fuerzas armadas han demostrado estar. En estos días el gobierno ha hablado de que “estuvo a punto de aprehender al Chapo y que sólo le faltó un poquito para hacerlo”. Los investigadores señalan que el gobierno de México y que, en los EEUU, se sabe bien donde está el Chapo pero que no se le quiere detener porque están esperando el momento coyuntural o electoral para hacerlo.
6. No se hasta que grado los narcotraficantes son más populares y más queridos que a los gobernantes en el campo mexicano. ¿Será que el Chapo no aproveche los tres o cinco mil millones de dólares (según lo mínimo para formar parte de Forbes) para negociar su libertad a cambio de intervenir directamente en la administración pública?
¿Cuánto dinero se necesitaría para comprar medicinas, laboratorios, fábricas e industrias de medicamentos, que permitan que todos los afiliados, del IMSS, ISSSTE, Seguro Popular, tengan las medicinas gratuitas y baratas que se necesitan? El Chapo puede negociar su libertad con sus millones de dólares, pero también con muchos de los que están como altos funcionarios que son sus socios. Quizá por ello, aunque lo tengan muy “cerquita” de la mano, no se atreven aún a detenerlo. ¿Se piensa acaso que podría servir de algo su enorme riqueza?
7. Dado el enorme desarrollo de la llamada “delincuencia organizada” en todos los rincones de México, tengo la convicción de que va a ser muy determinante en los resultados de la contienda electoral. No tengo ni idea de los acuerdos que hay tras bambalinas entre altos políticos así como con grupos de la “delincuencia”; no se por donde han estado metiendo dinero para las campañas electorales, ¿Será que incluso los discursos más radicales contra ellos sirvan de pantalla para esconder los arreglos que se traen? Lo único lamentable es que en México se descubren las cosas -escondidas a propósito- después de pasados seis o diez años, cuando ya el mal no tiene remedio. Pero nuestra obligación es seguir observando los movimientos que se dan entre la clase política, empresarial y la llamada “delincuencia organizada” que según puede verse, viene siendo más de lo mismo.