Las recetas hambreadoras de la humanidad, contenidas en el programa de Ángela Merkel, han hecho estragos en la comunidad, que ahora se levanta contra la germanización del viejo continente y vuelve su mirada hacia el tantas veces satanizado socialismo, como alternativa de salvación de la humanidad frente a la voracidad imperialista.
Pero quienes estamos inmersos en la creación del socialismo bolivariano, lejos de confiarnos en el triunfo del movimiento, debemos redoblar la marcha, porque el fracaso imperial en Europa, significa que el coloso del norte va a hundir con mayor saña y poder sus garras en el continente que ha considerado históricamente como su patio trasero.
Para eso es imperativo avivar la fragua para templar el acero, la consciencia popular, porque sin consciencia no hay socialismo, no hay victoria popular, no ha revolución, es es un componente para la revolución como la levadura para el pan. Un pueblo sin consciencia, es un pueblo sin convicción, sin claridad ideológica y sin consistencia en la lucha y en esas condiciones no se puede alcanzar la victoria, ni se puede garantizar la defensa de los espacios conquistados. El socialismo tiene que constituirse en la savia que alimenta nuestro organismo y que diariamente nos mueve en cada actividad, en cada espacio social, en cada comunicación de la índole que sea que mantengamos con el entorno, tiene que ser el pan que alimenta nuestro ideal de vida. Debemos adherirlo en lo más profundo de nuestro corazón, porque la patria nueva necesita revolucionarios de convicción, de corazón más no de emoción.
En nuestra América aborigen, necesario es mantener el alerta permanente, no podemos cometer el error, de pensar que el “Tiburón del Caribe” ha cesado en su afán de cacería, o que se distrae por el huracán que amenaza a Europa, no todo lo contrario. Están muy equivocados quienes lleguen a pensar eso. América del Sur y del Centro, para el coloso del norte sigue siendo un “Bocatto di Cardenale” y especialmente Venezuela, que no nos cansaremos de repetir, es la Libia de Suramerica, tanto por su envidiable posición geográfica, que representa la puerta principal del continente, como por sus inmensas riquezas de hidrocarburos, con las mayores reservas del mundo, su biodiversidad, así como sus recursos acuíferos, todos apetecibles bocados para saciar la voracidad imperialista que no respeta ambiente, ni pueblos.
El imperio está herido, pero no muerto. Es una fiera herida, que en sus coletazos es capaz de arrasar con cualquier sueño. El venidero Primero de Mayo será un motivo para que en el mundo entero la clase trabajadora demuestre su poder y deseo de cambio. Hoy más que nunca en esta parte del mundo debemos mostrar con todas las fuerzas, el rechazo que sentimos contra la bota imperial, que a través del complejo militar, industrial y comunicacional, pretende hacer de este mundo una aldea globalizada bajo el dominio de sus cañones y aviones robots, que se han convertido en arma letal contra los pueblos de la tierra . La señal dada por el pueblo galo, tendrá su efecto en los demás países de la Unión Europea, donde los ciudadanos no están dispuestos a permitir que desde los laboratorios alemanes les continúen diciendo como deben conducir sus destinos. La primera piedra la lanza el electorado en Francia, que dice No a la germanización.
(*)Periodista*