Nadie se opone a la Evaluación; pero, ¿quién evalúa, para qué, cómo y por qué sin consultar?

1. La candidata del PAN se infla como iguana y dice que ella, siendo la secretaria de Educación, impuso en la SEP la evaluación a los maestros; los candidatos del PRI y de Nueva Alianza gritan a los cuatro vientos –así de manera general- que son partidarios de la evaluación a los profesores; el candidato del progresismo (López Obrador) al criticar a los funcionaros de la SEP y a la líder Esther Gordillo acepta en los hechos la posición de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que no se opone a la evaluación sino sólo a aquella que instrumentan las autoridades con el fin de liquidar o deshacerse de los profesores que reprueban. ¿Quién puede oponerse a la evaluación si los seres humanos estamos todos los días valorando, midiendo, probando, examinando, evaluando todas las cosas para ponerlas o no a nuestro servicio? El asunto es que cuando valoramos siempre tenemos un objetivo y nos valemos del instrumento adecuado.

2. La inflada Josefina Vázquez Mota –hoy candidata presidencial del PAN- fue muy incapaz secretaria de Educación, tal como el que la antecedió (Reyes Tamez) y quien la sucedió (Lujambio) Ninguno de los tres construyó algo notable en educación porque sólo escalaron el cargo para servir al presidente de la República en turno (Fox y Calderón) Pero en el camino se encontraron con la poderosa cacique magisterial (con 30 años como líder en educación) del sindicato (SNTE) Esther Gordillo que les decía qué tenían qué hacer. No inventaron la evaluación porque ésta lleva siglos de aplicarse y a nivel superior más de 50 años. (Yo he trabajado en tres universidades –UNAM, UPN, UADY- y en las tres ingresé por concurso de oposición) En la UNAM intervinieron directamente en la evaluación de cada académico, profesores, estudiantes y los mismos concursantes; en la UPN exposición mas discusión y en la UADY proyectos de investigación.

3. Nunca he presentado un examen escrito para ser evaluado en un trabajo y cuando lo he hecho como estudiante he sufrido aprendiéndome cosas de memoria y sólo he aprobado con dificultades. Por eso desde 1970 nunca evalué a mis alumnos por medio de uno o dos exámenes objetivos y preferí siempre que ellos se autoevaluaran en función de lo que habían hecho y aprendido en el años, el semestre o trimestre. Siempre me parecieron más justas las calificaciones que ellos mismos se dieron comenzando con los que debían aprobar o quienes se auto reprobaban por reconocer que no habían aprendido por inasistencias o falta de trabajos realizados. Confieso que siempre me pareció ridículo, muy tonto, estar cuidando que los alumnos no copien o no se copien a la hora de un examen. Sólo recuerdo la desesperación de un estudiante que en examen le preguntaron sobre un educador suizo y al consultar con su compañero le dijeron Clapared pero al no saber preguntó: ¿“en qué pared”?

4.  Los exámenes escritos, con preguntas concretas, cerradas, objetivas, no miden más que la memoria y la habilidad. No ayudan a estudiar con razonamientos, a desarrollar la inteligencia, a expresar otros conocimientos, experiencias y sabidurías. Me parece como el corredor o especialista que lo preparan para ganar una carrera o una competencia pero que no sabe de los demás deportes ni de la vida. A los maestros, o a la mayoría, no se le puede examinar en sus conocimientos memorísticos porque tienen muchas más virtudes que son más valiosas para la enseñanza. ¿Qué alto funcionario de la SEP o dirigente del SNTE podrá hacerles un examen a los maestros sobre honestidad en su vida, acerca del servicio a la comunidad, la solidaridad con los pueblos? ¿Qué hay maestros muy funestos y corrompidos?, sí: sólo habría que ver a las decenas de miles de comisionados de la SEP y del SNTE; pero esos no presentan exámenes.

5. Este tipo de exámenes para evaluar pueden ser, o siempre son, muy tramposos. Los elaboradores de esas pruebas o los maestros sicólogos lo saben bien porque antes se dan las instrucciones sobre los objetivos que se buscan con el examen. Si en la UNAM o en cualquier universidad hay 100 mil estudiantes solicitantes de ingreso y el presupuesto universitario sólo alcanza para 10 mil pues se elabora una betería de preguntas para que las “reprueben” 90 mil. Así funciona este tipo de pruebas para que los “reprobados” se flagelen por no haberla aprobado. ¿Cuántos maestros debemos dejar fuera del servicio –dicen los funcionarios de la SEP- por tontos o revoltosos (no olvidar que el gobierno tiene registros policíacos) para dar cabida a los jóvenes que reclaman plazas y el gobierno no ha podido complacerlos? O sea, hay una gigantesca demanda de plazas y no hay presupuesto suficiente para la educación nacional.

6. Por eso los compañeros de la CNTE, antes, durante y después de su gigantesca manifestación del pasado marzo fueron siempre claros: “No nos oponemos a la evaluación de los maestros, pero exigimos sentarnos con las autoridades para conocer los objetivos de esa evaluación y analizarla a fondo; de lo contrario seguiremos oponiéndonos y luchando contra ella”. Ayer nos hemos enterado que también los dirigentes del SNTE –con Esther Gordillo a la cabeza- han rechazado en su “cumbre magisterial”, el congreso, la realización de esa evaluación. En la CNTE nos da gusto porque ese “rechazo” es producto de nuestra gigantesca movilización de hace menos de un mes. Pero sabemos que los dirigentes espurios o charros de la Gordillo lo hacen por oportunismo electoral y no con la convicción o sinceridad necesaria; también sabemos que no debemos confiar en su palabra, pero eso nos lleva a creer en la permanente movilización magisterial.

7.  Hace ya muchas décadas que ese tipo de evaluaciones debió de enviarse por el caño del sumidero. ¿En donde queda la riqueza del pensamiento, de las experiencias educativas de los maestros en sus comunidades, la educación que es más sensibilidad, solidaridad y acción comunitaria? Los exámenes de conocimientos no son propiamente humanos porque sólo miden un pequeño aspecto de la personalidad y dejan fuera otras cosas que en conjunto son más determinantes. ¿Por qué no se imparten decenas, centenares, miles de cursos al magisterio sobre problemas muy actuales con el fin de elevar su nivel académico y cultural? ¿Por qué no se atacan los problemas educativos globales como la economía de la población y de los niños?. Que no le busquen cinco pies al gato. Los problemas educativos vienen de hace décadas y sólo se resolverán con la participación directa de la mayoría de la población.

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Pedro Echeverría V


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