1. Un querido amigo que lleva más de 10 años publicando en su periódico mis artículos me pregunta: ¿Por qué aprecias las luchas de la Coordinadora (CNTE) y combates a los dirigentes del Sindicato (SNTE) si los estados donde actúa la Coordinadora están en los últimos lugares en aprovechamiento educativo? Mi amigo no pertenece a las clases explotadoras, ni a Televisa, tampoco al PAN ni al PRI para preguntar tal cosa; al contrario es sumamente inteligente y seguramente hace la pregunta para provocarme una respuesta. La realidad es que si comparamos a los pueblos de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán -donde el analfabetismo ha sido profundo- con el DF, el Estado de México, los estados del norte de acuerdo al criterio capitalista, a su desarrollo económico, lecturas y educación, los que hacen la comparación estarían mal por ser muy evidente la causa. Pero si los comparamos en valores humanos que tengan que ver con la bondad, la solidaridad o la ayuda mutua, sería otra cosa.
2. Los profesores de la CNTE conocen bien esa realidad y saben de las diferencias entre las clase sociales y las razas. Saben que sus alumnos miserables, que comen una o dos veces al día productos del maíz en Oaxaca, Chiapas o Guerrero, Hidalgo, jamás podrán compararse con “los hijos de papi” que desayunan diariamente, que tienen zapatos y vestidos cómodos y hasta bibliotecas en sus hogares. Saben que cualquier prueba –elaborada o construida con criterios de la sociedad moderna capitalista- con seguridad la van a reprobar y, por el contrario, los hijitos bien atendidos y alimentados en el hogar, la aprobarán. Pero, ¿que tal si a esos mismos estudiantes se les elaborara cualquier prueba de acuerdo a su cultura, sus costumbres y las actividades que realizan? ¿Qué son las pruebas “enlace” sino exámenes elaborados para la vida urbana, clase mediera y capitalista? ¿Qué se busca medir y para qué?
3. No me he metido a investigar si se debe hablar de dos o de tres México, a partir del origen rural o urbano de sus habitantes y de sus condiciones socioeconómicas. Pero es obvio que el México dominante en economía y en política, el que impone sus criterios, sus leyes y busca imponer sus valores, es el México ultramoderno. Es lo mismo que sucede con la famosa “evaluación universal” que busca imponerse a los profesores. Un alto porcentaje de maestros estudió en Normales rurales, tuvo profesores de origen rural, tuvo prácticas en escuelas rurales y nació, sigue trabajando y viviendo en poblaciones que son más rurales que urbanas. Los habitantes de estados como Oaxaca, Chiapas, resistieron la conquista, salvaron su cultura y siguen defendiéndola; en el DF, Yucatán, el Norte, hicieron añicos la resistencia y los conquistadores impusieron todo. Hoy lo poco indígena que queda, a muchos causa hasta vergüenza defenderlo.
4. Parece que la educación ha servido más para dividir que para unir, ha creado más desigualdad que equidad; en lugar de fortalecer lasos de colectividad y solidaridad lo que ha hecho la educación es acrecentar los privilegios de unos cuantos; esto ya la apuntaba Emiliano Zapata hace 100 años. Por eso la batalla de los profesores oaxaqueños, así como del resto de la Coordinadora, es analizar y discutir con las autoridades las orientaciones y las medidas que la clase dominante quiere imponer en educación. No se puede imponer una sola evaluación, una evaluación igual a personas desiguales. No por el hecho de que se decrete que una población es urbana deja de ser rural en formas de vida, costumbres, cultura. Podrá tener 2,500 o 5,000 habitantes, pero su forma de ser y vivir –a pesar de los conquistadores modernos que penetran con carreteras, medios de comunicación- sigue siendo rural.
5. A pesar de que han pasado 500 años de conquista sobre nuestros pueblos de América, tanto de españoles como yanquis, quizá más de la mitad sigue aún resistiendo porque su cultura es más fuerte y más agradable. Los candidatos fascistoides Vázquez Mota y Gabriel Quadri exigen someter a los maestros a exámenes de oposición “como se hace en cualquier universidad” sin que siquiera averigüen si esos exámenes de oposición a los profesores universitarios han logrado elevar los niveles educativos en la universidad o se han convertido en un asunto burocrático institucional para cubrir plazas. Ser buen maestro no es saber recitar de memoria conocimientos librescos, es otra cosa; debe reunir otras condiciones que cambian en cada país, región o lugar. No puede haber evaluaciones universales para meter por igual a todos en el mismo costal; exactamente al contrario, las evaluaciones tienen que responder a los problemas colectivos de cada comunidad. (11/VI/12)