1. Cuando llega a la urna cualquier elector ya su cerebro está mediatizado, manipulado, determinado; sus brazos y manos sólo obedecen de manera mecánica. La orden de Peña Nieto ha sido determinante: “Tú cruza donde diga PRI y veas los colores de la bandera, es todo; con ello te has ganado 100 pesos (o 1000 o 10,000) que ningún otro candidato te podrá dar…también el PAN de Vázquez Mota da, pero muy poco y López Obrador te puede dar… pero en la madre”. Esta es la compra de votos, pero desde años, meses o semanas antes las encuestas –publicadas y difundidas de manera amplia por los medios de información- han hecho el trabajo fundamental de convencer a la población de quién va a ganar y quienes están en la competencia sin posibilidades. ¿Quién paga a los encuestadores y a los medios? Pues quien tenga más dinero, quien haya obtenido más millones de los empresarios, de la embajada yanqui y del narcotráfico. Todos intervienen.
2. Por eso me parece importante la carta-llamado –firmada por amigos como el obispo de Saltillo, Raúl Vera; Pablo González Casanova, Javier Sicilia, Miguel Concha Malo, Rosario Ibarra de Piedra y Enrique Semo- que señala que el país se encuentra en un “estado de emergencia y desastre nacional” debido a la imposición de una economía “parasitaria y estancada”; donde se dice “que la situación se ha agravado por la “guerra” desatada por el gobierno federal, no para combatir al crimen organizado sino “para proteger intereses de empresas monopólicas”, y que los comicios representan la posibilidad de lograr cambios, pero el éxito del proceso dependerá en buena medida de que las autoridades legales y los poderes fácticos respeten la voluntad popular, ya que de lo contrario “tal vez ésta sea la última oportunidad para que siga vigente la vía electoral como medio para acceder al gobierno en un clima de paz social”. La realidad es que hay otras vías.
3. Sin embargo los firmantes siguen pensado –como el 90 por ciento de los electores, incluso hasta el mismo López Obrador- en que no haya fraude en los comicios, es decir el día de las elecciones, cuando el fraude está hecho y terminado y sólo basta que los comicios lo legitimen. (¿O López Obrador sigue pensando en que la esperanza es lo último que muere?) La realidad es que “cuando desperté el dinosaurio seguía en su lugar y nada había cambiado”. El PRI le dio una oportunidad al PAN para demostrar en 12 años que era exactamente más de los mismo, que estaba hecho de la misma pasta a la que le agregó un poquito más de polvos de corrupción para luego demostrar que era peor que él. Ahora regresa con un discurso un poco diferente pero montado en el mismo vehículo viejo de la corrupción, el engaño y la represión. El fraude está hecho y sólo falta organizar a fondo la protesta buscando que triunfe y no encerrando en el Zócalo el coraje y la indignación.
4. Si gana Peña Nieto –incluso Vázquez Mota- las campanas de la catedral, la bolsa de valores y los medios de información, pueden ya lanzar los gritos de alegría al cielo para festejar que tienen a su presidente; un personaje que –como la candidata del PAN y el del PANAL- se ha comprometido con continuar la privatización de PEMEX, la electricidad, garantizar la continuidad de los monopolios de Televisa, la reforma de la Ley del Trabajo y a abrir todos los frentes a mayores inversiones extranjeras. Por el contrario, si gana López Obrador el llamado “poder fáctico”, es decir, los grandes millonarios, comenzarán a presionar en son de alarma para que AMLO se sujete a las órdenes del capital. Por eso el ejemplo del panista expresidente Fox –para no ser encarcelado- es fundamental: “López Obrador no debe llegar a la Presidencia por ningún motivo; por ello hay que apoyar al priísta Peña Nieto que es el que garantiza el triunfo”.
5. Ya todas las encuestas comerciales, las mandadas a hacer por partidos, televisoras y periódicos, después de cinco años de trabajos efectivos y muy bien pagados impulsando al candidato de Televisa y el PRI, dieron su veredicto: “No los hemos defraudado, Peña Nieto debe ganar la Presidencia por amplia y cómoda ventaja; López Obrador no debe protestar porque será muy grande la diferencia de votos”. Sin embargo la población sabe como se mueve la baja política en México y, a pesar de ello, sigue votando porque no sabe que es un derecho y no una obligación; además de las mil una amenazas y castigos de que es víctima. El 50 o 60 por ciento de los electores no acude a las urnas y si no se dilapidaran miles de millones de pesos en partidos y campañas pidiendo o suplicando el voto, sólo sufragaría, cuando más un 20 por ciento de los electores, los amigos y parientes de los políticos.
6. Las encuestas mandadas a hacer, a propósito, por López Obrador indican que éste va adelante por uno o dos puntos sobre Peña Nieto. Lo mismo sucede en el caso de las encuestas pagadas por el PAN que demuestran que Vázquez Mota es la delantera. ¿Qué hacer entonces si cada partido cree que va arriba y parece mentir? Dirían todos victoriosos que la única encuesta real y válida será la de 1 de julio, es resultado de la elección. Pero se olvida el enorme papel propagandístico de las encuestas que durante más de cinco años colocaron en primer lugar a Peña Nieto aunque en ese momento nadie lo conocía. Yo escribí en varias ocasiones sobre la necesidad de un Plan B para López Obrador con el fin de que se retire del proceso electoral por el enorme fraude que ha sufrido, pero parece que fue una idea fuera de la realidad. Ahora López Obrador tendrá que esperar los resultados y seguir actuando pragmáticamente, al ritmo de la práctica diaria. (22/VI/12)
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