Y no obstante, el empirismo supino del “periodismo deportivo” burgués, no falta con su porte de ignorancia proverbial abierta, de par en par, y no falta, tampoco, su siempre miserable calidad léxica. Y entonces se ahogan todos en un mar de adjetivos muertos repetidos hasta la náusea. Las tomas son tecnológicamente ambiciosas pero la creatividad de quien las maneja, infectada con una re-manida estética de estereotipos, mira sin entender y “decora” con música cursi hasta cuando escupen los “medallistas”.
La regla de oro es cobrar mucho y gastar nada por trasmitir una ensalada indigesta de eventos, revuelta con la cuchara de los “tiempos mercantiles”, y hacernos creer que, con eso, ya estamos “bien informados”. La realidad es irritante porque es ofensiva la petulancia de las empresas de “comunicación” que nos hacen tragar los rebuznos de sus “locutores” desnutridos de sintaxis, con vocabularios cada día más mediocres y cada día peor informados.
Termina siendo una mueca grotesca que reduce el esfuerzo excepcional de los atletas a una alharaca en coro de ignorantes convencidos de que sus vociferaciones y su caudal de palabrería paupérrima, son la clave que “emociona” e “ilustra” a las masas ignorantes que, desde luego, deben pagar por semejante espectáculo de mediocridad. Así es el capitalismo. Todo.
México D.F.