Quien
pretenda estudiar la realidad política actual de México a partir de los
visores comunes al resto de los países de América Latina afectados por
estructurales problemas económico-sociales y insolubles problemas
políticos, comete un gravísimo error, no corregible ni siquiera por las
aproximaciones a las cifras y a algunos elementos comunes que
caracterizan nuestro doscientos años de desarrollo histórico
republicano.
Y
es que México no solo fue cuna de civilizaciones superiores en
desarrollo cultural a las que en su mismo tiempo tuvieron como escenario
al territorio de sus conquistadores europeos sino que, pese al
exterminio de nueve millones de sus habitantes por parte del imperio
español y a la destrucción planificada y sistemática de sus
instituciones políticas, sociales, económicas y culturales y religiosas,
ha sido capaz de sobrevivir a ello y a la reinvasión de Maximiliano de
Hamburgo, la mutilación de casi la mitad de su territorio histórico por
parte del naciente imperialismo norteamericano y una fraticida guerra
civil que regó de muerte y dolor al campo y las ciudades
mexicanas, sin que llegara a consumarse la Justicia que
animara a los miles de campesinos a lanzarse a la guerra bajo la
conducción de los legendarios Pancho Villa y Emiliano Zapata.
Hay
mucha de resentimiento histórico en el alma del pueblo mexicano.
Bastante de rabia contenida o desviada por su fatalidad histórica pero
mucho de tenacidad – o si se quiere terquedad – en la lucha por quitarse
de encima la “Maldición Malinche” de seguir siendo un pueblo gobernado
por elites de “gachupines” extranjerizados y sometido a los dictados de
un poderosos vecino que, a la sombra, decide hoy, en mucho, el curso de la vida de los mexicanos y las mexicanas, como otrora lo hicieron los bárbaros del Reino de España.
Es
de esa realidad histórica de genocidio, destrucción cultural, rapiña
extranjera, explotación del pueblo y robo de su patrimonio de donde
emerge y se sostiene una corriente histórica que, generada en diversos
ámbitos de la sociedad y confluyendo en diversos espacios y eventos de
la realidad nacional, construye una visión de Poder no
vinculada al hoy, ni petrificada en el ayer, sino en la reconstrucción
del hilo histórico de la Nación, en la recuperación de la dignidad
mexicana, la defensa de sus pueblos originarios y en la reafirmación de la soberanía política y la independencia plena frente a todo factor de poder extranjero.
Se equivocan quienes piensan que el movimiento social y político que encabeza Andrés Manuel López Obrador tiene
como límite y propósito sentarse en la Residencia Oficial de los Pinos,
en la periferia del histórico Castillo de Chapultepec y, mucho menos,
que culmina con unas elecciones saborizadas de fraudes y dictaminadas y
confirmadas por quienes representan las mismas elites de Poder que han
llevado a México a otra guerra, donde solo mueren “pelados” y “verdes” y
donde financistas y beneficiarios de ambos bandos esconden sus vínculos
detrás de un alto cargo público o una poderosa corporación financiera o
industrial.
Más temprano que tarde, la lucha pacífica y democrática del México Insurgente del siglo XXI, se abrirá pasó desde la reivindicación del Martir Cuatemoc , el cura Hidalgo y el sambo Morelos, La
Corregidora de Queretaro, Los Niños Héroes de Chapultepec, el indio
Juaréz, el anarquista Flores Magon, el profesor José Vasconcelo. el
general Pancho Villa y el líder campesino Emiliano Zapata, el general Lázaro Cárdenas, la
insurgencia juvenil del 68, las luchas de los maestros
democráticos, los ferrocarrileros, mineros y electricistas, los
estudiantes protestantes del 87, la resistencia indígena de Oaxaca y
Chiapas y la reciente generación de jóvenes del Movimiento #Somos 132
que, fundidos en el liderazgos convocante, firme y dialogante de Andrés
Manuel López Obrador, desafiará a los enemigos de siempre de los pueblos
de México, hasta alcanzar la victoria que, así premiará, la terca
tenacidad de un tabasqueño con sentido de su misión histórica.
“México
Lindo y Querido” ya no resiste más el peso de su propia destrucción
moral, cultural y material, ni la guerra inducida por la DEA, ni el
fulgurante espectáculo de TELEVISA y TV Azteca podrán impedir la fuerza
de 12 millones de mexicanos y mexicanas que no quieren presidencias
municipales de “caciques” ni gobernaciones de “porros”, ni mucho menos,
ministerios de mafiosos: solo quieren rescatar a México de las manos
extranjeras, recuperar su dignidad y reconstruirlo en beneficio de todos
y de todas y que el Sol de Tenoctitlan y la luna Chiche-Nitza vuelvan a
brillar para el goce y orgullo de sus pueblos. “Arriba los de Abajo”.
Yoel Pérez Marcano
| 16:57 (Hace 1 hora) | |||
|
LA HISTORICA TERQUEDAD DE LOPEZ OBRADOR
Quien
pretenda estudiar la realidad política actual de México a partir de los
visores comunes al resto de los países de América Latina afectados por
estructurales problemas económico-sociales y insolubles problemas
políticos, comete un gravísimo error, no corregible ni siquiera por las
aproximaciones a las cifras y a algunos elementos comunes que
caracterizan nuestro doscientos años de desarrollo histórico
republicano.
Y
es que México no solo fue cuna de civilizaciones superiores en
desarrollo cultural a las que en su mismo tiempo tuvieron como escenario
al territorio de sus conquistadores europeos sino que, pese al
exterminio de nueve millones de sus habitantes por parte del imperio
español y a la destrucción planificada y sistemática de sus
instituciones políticas, sociales, económicas y culturales y religiosas,
ha sido capaz de sobrevivir a ello y a la reinvasión de Maximiliano de
Hamburgo, la mutilación de casi la mitad de su territorio histórico por
parte del naciente imperialismo norteamericano y una fraticida guerra
civil que regó de muerte y dolor al campo y las ciudades mexicanas, sin que llegara a consumarse la Justicia que animara a los miles de
campesinos a lanzarse a la guerra bajo la conducción de los legendarios Pancho Villa y Emiliano Zapata.
Hay
mucha de resentimiento histórico en el alma del pueblo mexicano.
Bastante de rabia contenida o desviada por su fatalidad histórica pero
mucho de tenacidad – o si se quiere terquedad – en la lucha por quitarse
de encima la “Maldición Malinche” de seguir siendo un pueblo gobernado
por elites de “gachupines” extranjerizados y sometido a los dictados de
un poderosos vecino que, a la sombra, decide hoy, en mucho, el curso de la vida de los mexicanos y las mexicanas, como otrora lo hicieron los bárbaros del Reino de España.
Es
de esa realidad histórica de genocidio, destrucción cultural, rapiña
extranjera, explotación del pueblo y robo de su patrimonio de donde
emerge y se sostiene una corriente histórica que, generada en diversos
ámbitos de la sociedad y confluyendo en diversos espacios y eventos de
la realidad nacional, construye una visión de Poder no
vinculada al hoy, ni petrificada en el ayer, sino en la reconstrucción
del hilo histórico de la Nación, en la recuperación de la dignidad
mexicana, la defensa de sus pueblos originarios y en la reafirmación de la soberanía política y la independencia plena frente a todo factor de poder extranjero.
Se equivocan quienes piensan que el movimiento social y político que encabeza Andrés Manuel López Obrador tiene
como límite y propósito sentarse en la Residencia Oficial de los Pinos,
en la periferia del histórico Castillo de Chapultepec y, mucho menos,
que culmine en unas elecciones saborizadas de fraudes y dictaminadas y
confirmadas por quienes representan las mismas elites de Poder que han
llevado a México a otra guerra, donde solo mueren “pelados” y “verdes” y
donde financistas y beneficiarios de ambos bandos esconden sus vínculos
detrás de un alto cargo público o una poderosa corporación financiera o
industrial.
Más temprano que tarde, la lucha pacífica y democrática del México Insurgente del siglo XXI, se abrirá pasó desde la reivindicación del Martir Cuautemoc , el cura Hidalgo y el sambo Morelos, La
Corregidora de Queretaro, Los Niños Héroes de Chapultepec, el indio
Juaréz, el anarquista Flores Magon, el profesor José Vasconcelo. el
general Pancho Villa y el líder campesino Emiliano Zapata, el general Lázaro Cárdenas, la
insurgencia juvenil del 68, las luchas de los maestros democráticos,
los ferrocarrileros, mineros y electricistas, los estudiantes
protestantes del 87, la resistencia indígena de Oaxaca y Chiapas y la
reciente generación de jóvenes del Movimiento
#Yo Soy 132 que, fundidos en el liderazgos convocante, firme y
dialogante de Andrés Manuel López Obrador, desafiará a los enemigos de
siempre de los pueblos de México, hasta alcanzar la victoria que, así
premiará, la terca tenacidad de un tabasqueño con sentido de su misión histórica.
“México
Lindo y Querido” ya no resiste más el peso de su propia destrucción
moral, cultural y material, ni la guerra inducida por la DEA, ni el
fulgurante espectáculo de TELEVISA y TV Azteca podrán impedir la fuerza
de 15 millones de mexicanos y mexicanas que no quieren
presidencias municipales de “caciques” ni gobernaciones de “porros”, ni
mucho menos, ministerios de mafiosos: solo quieren rescatar a México de
las manos extranjeras, recuperar su dignidad y reconstruirlo en
beneficio de todos y de todas y que el Sol de Tenoctitlan y la luna
Chiche-Nitza vuelvan a brillar para el goce y orgullo de sus pueblos. “Arriba los de Abajo”.
yoelpmarcano@yahoo.com