La gobernadora del PRI Ivón Ortega entregó el gobierno de Yucatán a su sucesor el priísta Rolando Zapata. Para los del PRI, su periódico el Por Esto!, su canal televisivo y estaciones de radio, el cambio de poder fue maravilloso, fue festivo, porque “terminó su gestión una gran gobernadora y dejó a un sucesor incomparable”. Por el contrario, para el PAN, el Diario de Yucatán y demás derechistas “se ha ido una gobernadora corrupta y nefasta y deja en su lugar a un personaje que continuará con la misma política”. El PRD –casi inexistente- se mueve entre uno y otro. Esta rivalidad PRI-PAN por el gobierno apareció en 1990 en Yucatán porque antes el PAN sólo era un grupo subsidiado de presión. La realidad es que los dimes y diretes ideológico-políticos tapan la realidad.
2. Yucatán cuenta con dos millones de habitantes, de ellos la mitad en Mérida. Durante el porfiriato las haciendas y la enorme producción henequenera convirtieron a Yucatán en uno de los estados más ricos del país, aunque asentado en una población miserable y semiesclava. Fue gobernado en primer lugar por Salvador Alvarado (1915-18), el que impuso la revolución en Yucatán, después por un obrero ferrocarrilero (Castro Morales) y luego llegó el muy discutido obregonista “socialista” Felipe Carrillo. Sin embargo, después de este período revolucionario se fue imponiendo el “socialismo” y la demagogia desde arriba para dar luego paso a fines de los treinta al PRI. Sus gobernadores iniciaron los sexenios en 1946 y desde entonces –como entidad- los gobernadores, como en todo el país, han sido más de lo mismo.
3. Nadie esperaba algo nuevo en el cambio de gobierno de ayer primero de octubre porque en Yucatán, como en todo el país, la llamada democracia es una farsa. Si democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, esta nunca ha existido; pero si es como dijo de manera abierta y cínica entre empresarios extranjeros el panista Vicente Fox, siendo presidente: “el gobierno de México es de los empresarios, por los empresarios y para los empresarios”, podría demostrarse que esa ha sido la realidad. Desde la Presidencia de Porfirio Díaz (1876-1911) hasta la de Felipe Calderón (2006-12) los gobiernos mexicanos sólo han servido a los empresarios y hombres de dinero y, exactamente es lo que ha sucedido en Yucatán con sus gobernadores.
4. La realidad es que no puede ser de otra manera dentro del sistema capitalista. Imposible en un estado de la República como Yucatán que se encuentra entre los más pobres y miserables del país. Quizá estados como el de Nuevo León, México, Jalisco o Veracruz –por sus riquezas y producción- puedan en un momento exigir cierta independencia o autonomía en las tomas de decisiones, puedan influir en la política y la economía del país; pero Yucatán que esencialmente vive de muchos presupuestos de carácter federal, no puede estar menos que subordinado a las políticas y órdenes que vienen del gobierno central. Así que los gobernantes yucatecos dedican su tiempo a servir a los más poderosos, a complacer a los turistas y a tapar baches.
5. Ningún gobierno yucateco –ni los del habilísimo Cervera Pacheco, tampoco el del panista Patrón Laviada- se han propuesto o se propusieron cambiar de manera radical la situación económica, de trabajo, de ingresos del pueblo yucateco. Todos los gobernantes se han dedicado a resolver medianamente los problemas que se presentan porque saben que no cuentan con el presupuesto necesario para atender los problemas de fondo que son de producción, desempleo, miseria, desnutrición, de servicios de salud y educativo. Dado que Yucatán al desplomarse la producción henequenera tomó el camino del desarrollo de la industria turística, los gobernantes se han dedicado a apoyar más a los grandes empresarios que se apropian de tierras para construir grandes comercios y plazas comerciales.
6. El gobierno de Ivón Ortega fue indiscutiblemente un gobierno empresarial que consolidó el negocio de tierras que se extendió durante en el anterior gobierno panista de Fox-Patricio Patrón (2001-07) El PRI y el PAN están muy desprestigiados, pero pareciera que a los yucatecos les importa un bledo los partidos y los políticos. Pareciera que vota por obligación, para cumplir una orden, porque no demuestra ningún entusiasmo por ello. Pero lo más negativo es que tampoco le interesa al pueblo yucateco protestar por sus condiciones de miseria, explotación y desempleo. Quizá la iglesia se ha ganado totalmente sus almas haciéndole pensar que la felicidad está en el más allá, en “la paz con dios” y no en la tierra. Así que todos los gobiernos yucatecos han sido proempresariales y los halagos, por un lado, y las críticas por otro, son ideológicas y partidarias. (2/X/12)
http://pedroecheverriav.wordpress.com
pedroe@cablered.net.mx