Esta más que confirmado que la crisis abierta en junio del año 2009, con el Golpe de Estado oligárco-imperialista, que sacó violenta e indignamente del la presidencia de la República de Honduras al dirigente liberal Manuel Zelaya, no resolvía la profunda crisis en la que se encuentra sumergida esa República hermana, sino la expresión más visible de una crisis de Poder que enfrenta a diversas fracciones políticas, sociales y económicas que durante toda la historia pos-colonial de la tierra del Morazán han gobernado las tierras catrachas como si fueran una hacienda platanera y que en los últimos cien años, tal dominio ha tenido como beneficiario y factor determinante las corporaciones agrícolas norteamericanas y su gobierno imperialista.
La irrupción golpista del mafioso empresario del transporte, Roberto Micheletti y el contrabandista general Romeo Vásquez Velásquez, asociados al comerciante y latifundista Miguel Faguce y su santificador, el cardenal de la Iglesia Católica, Oscar Rodríguez Madariaga, no resolvió la crisis del agotado modelo agro-exportador-maquilador de la economía hondureña y su esquema bicéfalo liberal-nacional de control del Estado, sino que encauzó y postergó, las contradicciones que en la cúpula de tales grupos se ha venido desarrollando a causa de los efectos que la crisis general del Capitalismo tiene sobre las economías periféricas, por lo que, los viejos grupos oligárquicos, desprovisto de un proyecto de país que rompa con ese modelo, se enfrascan interminablemente en una confrontación, a veces abierta y otras veces sumergida, que se expresa en todos los espacios del Estado y la sociedad.
La decisión del Congreso Nacional de la República de Honduras de destituir a cuatro de los cinco magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, acusándolos de prevaricación y violación de la Constitución, por haber declarada inconstitucional el decreto presidencial que autoriza la depuración de la asesina, narcotraficante y corrupta Policía Nacional de Honduras, es el último de los capítulos de esta saga de conflictos de las clases dominantes hondureñas que pareciera no tener salida en el esquema del `pacto de gobernabilidad acordado por los golpistas para realizar las elecciones de abril de 2009 ni las desesperadas diligencias promovidas por la activa embajada de los Estados Unidos para mantener unida a las diversas fracciones que, en protección de sus intereses económicos y políticos, luchan por mantener sus espacios de poder dentro del gobierno y el Estado Hondureño.
Esta confrontación intra-clases dominantes, sin embargo, visiblemente tiene un factor externo y alternativo, constituido por el crecimiento del proceso unitario representada por el Frente Nacional de Resistencia Popular, que dirige el expresidente Manuel Zelaya y, la conformación del partido Libertad y Refundación, LIDER, una alternativa política electoral encabezada por su candidata presidencial su esposa Xiomara Castro de Zelaya, que se prepara, con posibilidades ciertas de victoria para presentarse en las próximas elecciones de noviembre de 2013; posibilidades que se ven acrecentada por las contradicciones entre las formaciones políticas coaligadas en el Poder, que se ven imposibilitadas de conformar un frente único para derrotar a la opción democrática y progresista del zelayismo y otras organizaciones políticas y sociales que resisten la dominación oligárquico-burguesa imperante en Honduras.
Ese escenario de confrontación política de los factores de Poder, unido a la agudización de la crisis económica por la desinversión y los conflictos agrarios en el Bajo Aguan y los trabajadores públicos (maestros, médicos, enfermeras y universitarios) conforman una situación política explosiva que, aun cuando el presidente Porfirio Lobo, generador y víctima del presente conflicto, realice todas las diligencias para tratar de superarla, le será extremadamente difícil porque lo que ésta en medio de la confrontación no es la tradicionales querellas politiqueras entre caudillos “liberales “ y “nacionales”, sino un agotado sistema político, un crítico modelo económico y una explosiva situación social que solo puede ser resuelto con la inclusión participativa del pueblo catracho y, en particular, sus nuevas y viejas formaciones políticas y sociales tradicionalmente excluidas del Poder.
Vista la experiencia del Golpe de Estado del año 2009 ejecutado de estas elites corrompidas y desnacionalizadas y el reciente Golpe de esas mimas elites en la República del Paraguay, no parece exagerado considerar que, ante la crisis de gobernabilidad existente en la República de Honduras y las cercanas elecciones que pudieran darle una victoria al zelayismo o provocar un inmenso fraude electoral que generara un gran conflicto político – con posible expansión a Centroamérica – pudieran darse diversas maniobras y acciones, dirigidas a impedir el proceso electoral y así, unificar las clases en el poder en la construcción de una nueva salida antidemocrática con uniforme de legalidad, que permita sostener en el poder a quienes, durante doscientos años de vida republicana de la Patria del General Morazán, han convertido esa tierra, en un hacienda bananera, un parque de maquiladores neo-esclavizados, un campo de “maras” delincuenciales y un reino de “empresarios contrabandistas, defraudadores y corruptos, al servicio del imperialismo norteamericano.
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