1. La muy famosa escritora Elena Poniatowska, en su artículo de hoy: Campa y Laborde se opusieron al asesinato de Trotsky, en el diario La Jornada, seguramente provocará muchas respuestas de amigos y compañeros de los ya fallecido David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Revueltas quienes, como Valentín Campa, militaron en el Partido Comunista Mexicano (PCM). La Poniatowska tiene prestigio internacional como escritora y eso le da mucha fuerza acerca de lo que dice; sin embargo nadie puede dejar que se escriba o se dicte así simplemente la historia sin conocer otros puntos de vista. Por eso pienso que surgirán otras opiniones.
2. Milité apenas cinco años en la juventud comunista del PCM, para luego estar 11 en el espartaquismo, como paso hacia las ideas anarco-comunistas; sin embargo no me deja de incomodar acerca de cómo se construye la historia y el afecto que provoca entre las gentes no avezadas o atentas. A una persona le pueda más importar lo que vivió que lo que digan después de ella; sin embargo no es lo mismo actuar como Carlos Marx que como Carlos Slim, Carlos Salinas o Carlos Ménem; es exactamente los contario servir a los intereses de los explotados que a los explotadores. Seguramente muchas cosas más se dirán, pero para aquellos que no asumen una actitud crítica la historia es la que leen.
3. Primero es necesario revisar el papel del PCM, fundado en 1919, por consigna de la Internacional Comunista (IC); luego el papel que cumplieron sus dirigentes presionados por los gobiernos mexicanos y por la IC radicada en Moscú, por un lado; y los militantes, por otro, que tenían la convicción plena de que luchaban por la revolución en México. Conozco los análisis de su exsecretario general Arnoldo Martínez, el que hicieron Rodríguez Araujo y Márquez Fuentes a fines de los sesenta que presentaron a fines de los sesenta como tesis, (misma a la que asistí en Ciencias Políticas) y otros trabajos más publicados en la revista Oposición y libros.
4. Contra la gente derechista o fascista metidos en el aparato de poder, combato siempre con los ojos cerrados porque de antemano conozco los intereses que representan. Cuando la historia me ha enseñado que ellos han explotado y reprimido a los trabajadores no polemizo, de entrada batallo contra ellos porque conozco el peligro que amenaza. Por el contrario, cuando se habla de gente de izquierda (no socialdemócrata metida en el poder) debo abrir bien los ojos, investigar, averiguar, porque así como el 95 por ciento de la gente es honesta y buena, hay un pequeño porcentaje que se disfraza y se aprovecha de ella para beneficio personal o político. Aquí hay que tener más cuidado para en adjetivar.
5. Conozco la obra mural de Rivera, Orozco y Siqueiros, así mismo la historia política de Campa y la obra literaria de Revueltas, pero no es mi campo la pintura y la literatura para juzgarlos como debe ser; muchos se han encargado de hacerlo con mucho conocimiento; aquí lo que interesa es la posición política que éstos tuvieron dentro del PCM y en el movimiento social. Campa, al morir en 1999, había alcanzado un lugar alto como luchador social; sin embargo para subir a ese nivel con el apoyo de su partido, tuvo que transigir con las posiciones de las burocracias partidarias que desgraciadamente surgen entre los aparatos de poder. Conozco a decenas de magníficos militantes que dejaron o fueron expulsados de partidos por perder batallas internas. Incluso que se opusieron a la desaparición del PCM en 1981.
6. De entrada Campa reconoce autocríticamente que hubo una total admiración a la primera revolución proletaria del mundo y al primer país socialista en el mundo cayéndose en actitudes subjetivas de admiración a la URSS y en el error de no querer reconocer las fallas o defectos que tuviera. El estalinismo deformó mucho las cosas al pretender que todo lo que hacían los soviéticos y otros comunistas era lo mejor. Era correcto solidarizarse con la URSS en contra del imperialismo, pero sin llegar a los extremos. En México, lo que deslindó las cosas fue el caso de León Trotsky. Cuando los compañeros europeos acordaron asesinarlo, Hernán Laborde y yo nos opusimos. Después nos expulsaron del partido por órdenes de la Internacional Comunista. ¿Qué dirán Siqueiros y sus compañeros?
7. Campa critica que Siqueiros era bastante inestable; que formaron la Sindical Unitaria en 1929; pero que su inestabilidad lo condujo a separarse tanto del movimiento sindical como del movimiento político del partido e irse a Estados Unidos a dedicarse a la pintura con mucho éxito. Creció como pintor pero que cuando regresó ya estaba bajo la influencia de compañeros europeos para asesinar a León Trotsky. Cuando nos opusimos al asesinato de Trotsky, Siqueiros decidió el asalto a la casa de ruso en Coyoacán; pero sus planes le fallaron. A pesar de que recibió ofertas, se mantuvo firme en el Partido Comunista hasta que murió. Fue siempre un hombre muy controvertido, pero, con todo y sus veleidades, fue uno de los hombres más constantes en la lucha revolucionaria.
8. Del otro que, sin conocerlo, se expresa muy mal Campa, es de Diego Rivera (1886-1957) Este pintor fue reconocido junto con Frida Kahlo- como protector y seguidor de Trotsky. Confiesa Campa: Tenía 25 años, sin experiencia, no conocía bien los problemas, pero me daba cuenta de que Rivera era un tipo muy farolón; a mí me caía muy mal porque de repente cuando había discusiones muy fuertes, sacaba la pistola, la ponía en la mesa y la comenzaba a limpiar. Además, pintaba con la izquierda y cobraba con la derecha. Cuando se enfermó de cáncer viajó a la Unión Soviética a curarse. Y a su regreso al país dice Campa- hizo la apología de Stalin, de la Unión Soviética y de todo aquello.
9. Señala Campa que a José Revueltas lo mandaron a las Islas Marías como en el 30 o el 31 junto con Miguel Velasco (El Ratón), Rosendo Gómez Lorenzo y otros. A Revueltas lo tomaron preso en Monterrey, en una huelga de obreros agrícolas. Nos tratamos mucho desde jóvenes. Él era militante en la Juventud Comunista cuando yo vine a México; siempre fue muy activo, muy discutidor, muy estudioso: buen militante. Después de ese reconocimiento, cuando Revueltas junto con González Rojo, Lizalde y otros, son expulsados en 1960 del PCM, el autocrítico Campa que en un momento reconoció las imposiciones del la IC y el subjetivismo que dominó en su partido, empieza a condenar actitudes contrarias al partido, de contradicciones, de acercamientos con Lombardo Toledano y de incoherencia del autor del Proletariado sin cabeza. (2/II/13)