Cástor Díaz*
Por favor señor insulso, José Miguel Insulsa, quítese la careta de una vez y queche los cheques que le paga el pentágono a manos limpias, sin careta, peto ni mascota, nosotros conocemos demasiado la preocupación que usted tiene. Su preocupación no es otra que continuar cobrando la “bola” de dólares por su gestión burocrática internacional, a donde no olvide, que llegó con la determinante intervención de la República Bolivariana de Venezuela. Pero además le preocupa cuidar las sobremesadas que le paga el imperio por hacerle favorcitos extra, como este de salir a coincidir con la White House, en su “preocupación por Venezuela.”
Señor Insulsa, no sea insulso y ocúpese de lo que está haciendo con los estudiantes el señor Piñera en su maltratado país, donde cada día son cargados a bastonazos y violentos chorros de agua por parte de los Carabineros, y, lo único que están exigiendo es educación gratuita y de calidad, derecho inalienable que nos dejaron los libertadores a todos los pueblos del continente ex colonia del imperio español, cuando la bizarra etnia Latinoamericana echó de estos territorios al oprobioso y criminal invasor, que dejó pendiente un expediente que si los pueblos exterminados y expoliados se lo cobraran a la actual corona, tendría que ir a prisión toda la generación de “nobles” y el Estado Español, pasar el resto de este milenio pagando la deuda eterna, que tiene con nuestro continente.
Las controversias nuestras las resolvemos nosotros a nuestra manera y dentro de nuestras fronteras y no necesitamos la intromisión de nadie y mucho menos de quien viene a leer un libreto escrito y dirigido por el amo que le paga.
Usted señor Insulsa no sabe ni siquiera como llamamos al Choclo en Venezuela. Usted señor insulsa, estamos seguros que no conoce ni siquiera el preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Usted señor Insulsa que no es capaz de abogar por la dignidad de los estudiantes de su país, no tiene moral para decirnos que debemos hacer con los agentes del imperio en nuestro territorio.
Usted señor Insulsa que tanto le preocupa la situación política de Venezuela, porque no ha promovido una discusión y una condena sobre los asesinatos de diez militantes de la revolución bolivariana, incluyendo dos adolescentes, por la jauría envenenada de odio que lanzó a las calles del país el 14 de abril, el derrotado candidato suyo Henrique Capríles Randonsky, cuando llamó a sus huestes a drenar “La arrechera” en las calles”,
Usted señor Insulsa, que ha resultado el peor insulso en ese cargo, porque no se preocupa por la mascarada que montaron en Paraguay, con unas elecciones restringidas, donde excluyeron a las mayorías, con la expresa intención de legitimar el golpe de Estado en contra de un presidente legítimo. No todo lo contrario, usted fue el único que de manera vergonzosa trató de avalar la presencia del golpista Franco en la Organización de Estado Americanos, cuando el 90 por ciento de las naciones dignas miembros de esa organización le hicieron el vacío al usurpador que intentó colarse como legítimo en ese foro, que dicho sea de paso si continúa en sus manos desaparecerá inexorablemente. Menos mal que ya tenemos organismos dignos soberanos, como, ALBA, UNASUR y CELAC, que si representan la dignidad y el espíritu libertario de los pueblos del sur.
Definitivamente su posición es lastimosa y lo hará pasar a la historia, como alguien que tuvo en sus manos la posibilidad de amar, respetar y hacer respetar a su continente, pero que antepuso sus intereses personales y crematísticos a los de la patria grande y salió como tenía que ser, por el “patio trasero” de la historia, de este continente cargado de históricas luchas, de hidalguía, de dignidad, que por más de quinientos años se ha mantenido de píe en combate contra la oprobiosa intervención de los imperios, que primero fue español y luego se volvió gringo.
Por eso señor Insulsa, quienes llevamos en nuestras venas sangre caliente, indomable, incansable, cargada de libertad y dignidad, sangre caribe, no podemos menos que sentir pena ajena, cuando vemos a El insulso Insulsa leyendo el libreto del amo.
Periodista*
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