La decisión de la presidenta de la República Federativa del Brasil, Dilma Rouseff, de suspender el viaje a Los Estados Unidos de la comisión encargada de preparar su visita de Estado ese país, debe entenderse como una decisión política acertada, en respuesta a las operaciones de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de América contra las comunicaciones telefónicas, correos electrónicos y redes sociales privadas y oficiales, develada por la cadena brasileña O Globo; actividades que también afectando las comunicaciones privadas de la presidente Dilma Russef y altos cargos del gobierno brasileño, lo cual seguramente le permitió al gobierno del presidente Barack Obama disponer de iniciativas políticas y económicas globales como país y en relación con sus aliados de MERCOSUR, UNASUR pero, particularmente, con Rusia, India, China y Suráfrica, integrantes del Grupo BRICS.
La situación dada a conocer por O Globo, y originada en las filtraciones del expía y ahora Objetor de Conciencia, Edwuard Snowden de que la infiltración del espionaje de los Estados Unidos, además de las “fuentes humanas” de sus agentes y colaboradores, daba cuenta que tales actividades se habían extendido a los diversos medios de transmisión de datos de la internet, a través del sistema a PRIMS, para lo cual contaba con el apoyo de las propias empresas proveedoras de servicios como Twiter, skipe, Facebook, Google, Firefox, y cuyas operaciones también afectaron las operaciones de varios gobiernos amigos, rivales y enemigos, entre ellos los de Venezuela, Argentina, México y el mismo Brasi, gobernada por enérgica presidenta Dilma Russef.
Sin embargo, la reacción de la gobernante brasileña ha sido prudente en las medidas anunciadas pero, todo parece indicar que, ante la imposibilidad inmediata de blindar las comunicaciones oficiales del gobierno brasileño y proteger el Derecho a la Privacidad de su población, la presidenta Dilma Russef ha optado por tomar tres (3) medidas importantes para el mediano y largo plazo: obligar a las empresas filiales estadounidenses que prestan servicios de internet en Brasil, a guardar en el propio propia país, toda la información de sus comunicaciones, llevar el tema del espionaje en internet al debate de la Asamblea General de las Naciones Unida, con el fin de aprobar una Resolución de condena a los Estados Unidos, promover un tratado internacional sobre la materia y, lo que no es menos importantes, construir, como lo tiene China y Rusia, su propia sistema nacional de correo electrónico y de otros medios de transmisión de datos y comunicaciones telefónicas, reduciendo las posibilidades de intrusión en sus redes por el descubierto espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos.
Pese a esta reacción de Brasilia, la verdad de los hechos es que el gobierno de los Estados Unidos está decidido a asumir los costos morales, políticos, jurídicos y económicos de la continuación de su sistema global de espionaje mediante el uso ilegal e inmoral de la internet como fuente inagotable de información sensible y privilegiada que le otorga ventaja frente a sus amigos, rivales y enemigos en los diversos escenarios económicos, políticos del mundo actual, lo cual ya está provocando reacciones, no solo en la esfera de los gobiernos especialmente afectados, como Brasil, sino también en la comunidad científica del planeta, acerca de la probabilidad real de la creación de redes paralelas y alternas a Internet que rompan con la colonización monopólica que los Estados Unidos sostienen sobre el cyberespacio y que afectan los intereses legítimos de los otros países.
Por ello, no debe desdeñarse sin embargo, que en el seno de MERCOSUR e, incluso, de UNASUR, surja una propuesta de unificar voluntades políticas, capacidades científicas y recursos financieros para acompañar a Brasil en el desarrollo de una INTERSUR, que conecte en forma paralela y alternativa a todos los países de la región y pueda articularse soberanamente con las otroas redes de los otros países del planeta, rompiendo con el neocolonialismo ciberespacial desarrollado en la actualidad por los Estados Unidos de América y reduzca su intrusión agresiva, ventajista y peligrosa en la comunicaciones de los otros pueblos del mundo.
Más allá de la actividad de estadounidense de espionaje en Brasil, develado por O Globo y las primeras reacciones del gobierno de Dilma Russef frente al mismo, lo que está planteado es el reconocimiento de Brasil y los Estados Unidos de América de la existencia de una nueva dimensión en sus relaciones futuras, las cuales evolucionaron desde la vieja conexión geopolítica construida con la represivas dictaduras de los Castello Branco y Medici y sus herederos gobiernos tecnocráticos, hasta la Entente del período Lula-Dilma, que se conduce hoy con una dinámica de colaboración-confrontación política, económica y militar, en la medida en que el fortalecimiento de la alianza de Brasil con el Grupo de los países BRICS fortalece su papel como factor geopolítico global y, su comportamiento como eje del proceso de integración en América del Sur y, en América Latina en general, erosiona la influencia tradicional que los Estados Unidos de América han mantenido en el continente; contradicciones que, inevitablemente, se trasladaran, más temprano que tarde, al terreno de las comunicaciones y el espacio donde, por ahora, el Tio Sam tiene incuestionable ventaja.