El teatro bufo montado por el Pentágono, mercado del crimen contra la humanidad, instrumento del sionismo internacional, para atacar a Siria se cae por su propio peso y el Premio Nobel de la Paz y su gabinete de pacifistas de los 70, quedan al descubierto como sicarios del Club Bilderberg, cuyo proyecto de guerras para apropiarse de los recursos del Medio Oriente y hacerse de una zona geoestratégica, data de hace doce años, cuando decidieron cambiar el mapa político del mundo árabe.
La vergüenza para el mundo es soportar las argucias de los más connotados criminales de guerra de la historia, que pretenden desdoblarse en defensores de los derechos humanos, para justificar una agresión criminal, contra un pueblo pacífico, trabajador y batallador, como el sirio, que a lo largo de su milenaria historia ha implantado récord en la derrotas de imperios y que una vez más es sometido a la dolorosa e infame acción de una guerra civil, provocada por los imperialistas occidentales que pretenden repartírsela cual botín de salteadores de camino. Para ese objetivo a través de sus aliados en el mundo árabe, han sembrado y armado mercenarios en Damasco, los cuales son pagados por las monarquías y gobiernos lacayos de la región, para desestabilizar al país.
Causa estupor oír hablar de proteger al pueblo sirio a sujetos como Barack Hussein Obama, Anders Fogh Rassmussen, a Hollande, a Rajoy, el “pacifista” de los 70, Jhon Kerry y otros cómplices del baño de sangre de que ha sido objeto el mundo en la ultima década del siglo XX y en esta primera del XXI, quienes si existiese un mundo de equilibrio y donde se respetara el derecho internacional y los derechos humanos tendrían que estar en el banquillo de los acusados en una corte penal internacional, por su acciones, directas o por omisión en las guerras fratricidas a que ha sido sometido el mundo.
Barack Hussein Obama y sus socios de patota de Europa, están tratando a través de la canalla mediática internacional, convencer al mundo de que Basshard Al Assad, utilizó armas químicas contra su pueblo, como excusa para invadir Siria, cuando es un secreto a sotovoce que el plan para invadir, Libia, Irak, Siria y otros países árabes y de áfrica, salió del pentágono, una semana después del presunto auto atentado terrorista contra olas torres gemelas, en septiembre de 2001. La existencia de este plan no es invento de ningún enemigo del fascismo social que somete al pueblo norteamericano y que intenta hacerlo con el resto del planeta, sino precisamente producto de las declaraciones de uno de sus más connotados instrumentos de guerra, como lo fue el General Wesley Clara, ex Comandante General de la OTAN y quien dirigió la guerra contra Yugoslavia, quien confesó en una entrevista periodística que había sido sorprendido con el Plan que había bajado el Pentágono en 2001, para ir a una cadena de guerras contra países de África y del mundo árabe.
Este militar, en retiro, confesó que desde entonces los Estados Unidos de Norteamérica, planean cambiar el mapa político en esa región, invadiendo a siete países en un lapso de cinco años para sustituir los actuales gobiernos, incómodos para sus planes, por regímenes amigos, que cooperen con la agenda para el medio Oriente y parte de África.
Comenzaron por Irak, inventando la matriz de opinión de la existencia de armas de destrucción masiva, que hasta hoy no han sido localizadas, pero con esa patraña el presidente Saddam Hussein, fue linchado con una sentencia fabricada desde la Casa Blanca. También fueron exterminados un millón de ciudadanos y hasta hoy permanecen decenas de secuestrados por la CIA y sometidos a viles torturas, demostrando así, el componente racista de estas guerras, donde los soldados invasores son los amos de la vida y destino de la ciudadanos sometidos. Luego fueron contra Libia, a la cual le aplicaron el mismo libreto, que a Irak, pero esta vez, con una supuesta masacre armada en un estudio de cine y lanzada al mundo, como real obra de Mohamar El Ghadafy, a quien asesinaron de la manera más espantosa que conoce la historia de ese país. Valga decir que era la nación con el mayor estándar de vida de África y buena parte del mundo y , con sus diferencias vivían en paz y tolerancia y hoy al igual que Irak, está en ruinas y sumergida en las más cruenta guerra civil, donde el pueblo se come al pueblo. Pero las hienas se repartieron a medias el botín en ambos casos, porque el proyecto energético no han podido cristalizarlo, pero el saqueo a museos, palacios y otras instalaciones si funcionó.
Ahora le toca a Siria, donde tienen en pleno desarrollo el libreto, pero donde han encontrado la resistencia de un pueblo organizado y ahora la resistencia de China, Irán y Rusia, que no es cualquier cosa. Lógicamente que estas tres potencias, donde también hay suficiente poderío militar como para hacer estallar la tercera guerra mundial, no quieren poner sus barbas en remojo.
Las tres potencias saben que la agresión contra Siria, no solo persigue apoderarse de los recursos naturales de ese país, facilitar la construcción de oleoductos para acortar la distancia en el acceso al petroleo árabe, sino que también persigue, franquear el único obstáculo duro de roer que tienen los imperialistas occidentales para llegarle a Irán, a China y a la Federación Rusa, con sus recetas de revoluciones de colores, que están montadas sobre el tren de la cizaña entre facciones tribales y religiosas, cuyas confrontaciones son el puente para “la intervención humanitaria “ del sicario mundial, como los es la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), como lo hicieron mas recientemente en Libia, pero que venían de aplicarlo en Yugoslavia y otros países de la ex Unión Soviética y en Irak, en este último país, el trabajo de sapa de la CIA, el Mossad y otras agencias del terrorismo de Estado, rompió la paz y tolerancia alcanzada en el gobierno de Saddam Hussein, que les había ubicado en diferentes regiones del país, para mantener la paz y la convivencia. La invasión potenció los odios y la intolerancia y hoy Irak, tras la retirada de Estados Unidos y sus socios europeos, vive el mayor clima de violencia étnica y religiosa, que se conoce en la historia de ese país, cuna de la cultura mundial, cuyos vestigios, borró la “intervención humanitaria”, de los modernos filibusteros.
La situación actual no es nada edificante, porque el mayor mercado del crimen, com o lo es el Pentágono, está vendiendo como la mejor salida para la crisis económica en el mundo envolver en llamas al Medio Oriente que pudiera desencadenar una crisis peor que la vivida cuando los misiles soviéticos en Cuba, que comenzó publicamemnte el 22 y concluyó el 27 de octubre de 1962, con las negociaciones directas entre el premier soviético Nikita Jruschev y el presidente de USA, Jhon F. Kenedy. La URSS deasmanteló las bases de misiles nucleares en Cuba, a cambio del respeto por Cuba, por parte de los Estados Unidos y el desmantelamiento de la base misilística gringa en Turquía. De esa manera concluyó el episodio que nos tuvo al borde de una guerra nuclear, como lo reconoce Fidel Castro, en el libro 100 horas on Fidel de Ignacio Ramonet. En esta oportunidad los actores son diferentes y más numerosos, lo que pudiera dificultar acuerdos rápidos.
Quizás por esa razón ha habido voces de la derecha mundial, que se han alzado contra la desbocada carrera de Obama, hacía la violencia contra Siria y los clubes de millonarios, representados en los parlamentos de las potencias imperiales, no están muy convencidos de los efectos de esta panacea y por eso están diciendo que no avalan la fuerza y prefieren buscar la salida política. Lo cierto es que Obama, está desesperado porque se le cayó el teatro bufo montado por el mercado del crimen.
Periodista*
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