La opción uruguaya en la paz colombiana

La insistente propuesta del presidente José Pepe Mujica, de la República Oriental de Uruguay, de ofrecer el territorio de su país y los apoyos de seguridad y logística de su gobierno para que los Altos Representantes del gobierno de la República de Colombia, que preside Juan Manuel Santos y, los representantes del Comando Central del Ejército de liberación Nacional, ELN, desarrollen diálogos, conversaciones y negociaciones dirigidas a la búsqueda de un acuerdo de Paz que permita, junto con el proceso de negociaciones que desarrollan en La Habana Cuba,  las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, FARC-EP y el gobierno colombiano,  es una propuesta  oportuna y necesaria para apuntalar los actuales procesos políticos  colombianos que parecieran converger en soluciones políticas negociadas al drama de más de 50 años de sangrienta guerra entre dos propuestas de país irreconciliables pero que hoy pudieran dirimirse, no con el uso de las armas sino mediante instrumentos democráticos.

El ELN, organización político-militar colombiana  que nació, al igual que las FARC-EP, en 1.964, muy influenciada por la revolución cubana y con una importante presencia del cristianismo de izquierda,  ha mantenido en los últimos años diversos contactos, encuentros exploratorios e, incluso, de diálogos sobre agendas, con los gobiernos de la República de Colombia, el último  se realizó en la misma ciudad de la Habana que hoy sirve de sede de las conversaciones de paz FARC-Gobierno de Juan Manuel Santos y, a pesar de que se avanzó en determinación de agenda terminó por interrumpirse con las acusaciones mutuas de exigencias inaceptables, acciones de guerra en el terreno, supuestas negativas de gestos de paz de parte de la guerrilla e inflexibilidades en el tema  de la cesación de fuego, separación de unidades de combate, liberación de prisioneros y retenidos y, medidas humanitarias en favor de los combatientes de ambas partes; situaciones que, en lo fundamental, no tuvieron que ver con los asuntos de fondo  de las causas de la guerra porque, la estrategia del gobierno de Alvaro Uribe Vélez y su Ministro de Defensa, el hoy presidente Juan Manuel Santos, era quebrar la resistencia del Comando Central  del ELN, que dirige el Comandante Gabino y llevarlo a una forma digna de rendición y desarme con la única oferta de la vida y la libertad para los guerrilleros y guerrilleras, dejando a las FARC-EP sola en la resistencia guerrillera y por ello, con más posibilidades de alcanzar una victoria militar, tan ansiada durante los 49 años de existencia de esa organización fundada por el mítico guerrillero del Tolima, Manuel Marulanda Vélez.

Hoy, otros son los escenarios políticos, económicos, sociales y militares  de  Colombia, donde el neo-Frente Nacional de Conservadores y Liberales, guardianes del dominio y explotación de la alianza burguesa-imperialista en ese país, se convenció de la imposibilidad de derrotar militarmente la insurgencia revolucionaria y se muestra incapacitado para controlar el movimiento social de protesta, en la circunstancia que necesitan liberar al país de la guerra para disponer de mayores recursos  que les permita avanzar en la explotación del rico territorio colombiano para desarrollar su proyecto minero-petrolero, en alianzas con capitales internacionales, bajo el cobijo de los  Tratado de Libre Comercio firmado  con los Estados Unidos de América y los pendientes de firmar con la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, lo cual convertiría a Colombia en el mayor puerto de mercancías de América del Sur provenientes de los centros capitalistas en crisis; lo cual inevitablemente contagiará a éste país y abrirá un nuevo ciclo de conflicto social muy amplio - como se expresó en el reciente Paro Nacional pero esperemos - sin la virulencia del pasado.

En ese marco, la oferta del viejo guerrillero y prisionero de guerra del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, Pepe Mujica, es una excepcional oportunidad para que ambas partes, ELN y gobierno de Colombia, inicien un proceso de negociaciones sin condiciones preestablecidas ni condicionantes que, teniendo como referencia la Agenda  de Cinco Puntos acordada con las FACR-EP  en la Habana y su desarrollo en las negociaciones, pueda avanzar aceleradamente para que los acuerdos alcanzados por los comisionados encabezados por el Comandante Iván Márquez  y el ex Vicepresidente Humberto De la Calle Lombarda puedan coincidir en el tiempo y los contenidos fundamentales porque, de no ser así, fraccionada la estrategia de lucha de la insurgencia revolucionaria y, concentrándose toda la fuerza militar del Estado Colombiano contra las fuerzas y bases sociales del ELN, éste podría ser aniquilado en relativo poco tiempo por su limitado poder de fuego y escaso control territorial.

Esta posibilidad negociadora fue planteada por el Comando Central del ELN desde antes del que se supiera  de los contactos de las FARC-Gobierno, pero era evidente que el gobierno de Juan Manuel Santos y sus asesores militares y políticos de los Estados Unidos de América, estaban más interesados en acordar  un n diálogo con las FARC-EP por su fortaleza militar estratégica, su inserción orgánica en los movimientos sociales y su nivel de conexión internacional  que los convence que, sin Paz con las FARC-EP, no hay Paz en Colombia, aunque el ELN como en el pasado ocurrió con el M19, el ERP y el Movimiento Quintin Lame pactara un cese al fuego y la terminación definitiva de su rebelión contra el Estado Colombiano.

Sin embargo, aún que no están presente los negociadores del ELN en las pláticas  de la Habana, no puede existir dudas que hay una silla vacía  del Comandante Gabino,  cuyas ideas y propuestas públicas son consideradas ex oficio por los negociadores de las FARC-EP  y del gobierno porque, tampoco es de interés de la FARC-EP  abandonar a su suerte a un aliado estratégico - con el cual ha viene superando las  viejas diferencias políticas y enfrentamientos armados por el control de territorio - ,  que es y debe seguir siendo, su único aliado estratégico en la guerra, un soporte importante para garantizar  el cumplimiento de los acuerdos de Paz y seguramente, un aliado para la frondosa etapa política democrática que se le abrirá a Colombia con la terminación definitiva de la lucha armada revolucionaria.

Yoel Pérez Marcano

 



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