La degradación de la superpotencia o el batido vitamínico de Obama

Algunos ejemplos del comportamiento rufianesco (no cabe otra palabra) del gobierno de Estados Unidos en el campo internacional podrían atribuirse a la impotencia y a un ataque de ira imposible de disimular.  Todo le ha resultado contrario a lo que había planificado recientemente.  Lo principal es que los planes para lanzar rápidos “ataques de represalia”  contra Siria han fracasado.  Los datos ofrecidos por Washington como testimonio de los crímenes cometidos por el régimen de Assad fraguados por los servicios especiales de Estados Unidos, Turquía y Arabia Saudita fueron denunciados como falsos.  Los detalles de esta ominosa intriga anti siria y el involucramiento de Al Kaida están en el centro de la escena.  Una oleada de revelaciones es inevitable.

De tal modo, Washington necesita de crisis en la periferia con el objeto de desviar la atención pública de sus fechorías –cosas como discusiones públicas, la creación de situaciones que producirían el efecto de un relajamiento de la propaganda y que podrían justificar algo de exhibición de poderío militar.

Las provocaciones son el modus vivendi normal del Imperio pero sus círculos dirigentes están perdiendo la capacidad para enfrentar los múltiples problemas que tiene el país.  Un factor extremadamente peligroso que amenaza la seguridad del país es la agresividad misma de los norteamericanos.  Durante el último cuarto de siglo ellos han estado sometidos a través de hábiles manipulaciones que les han hecho creer que ellos son “escogidos” o “especiales” y que están dejando atrás al resto de la humanidad.  En realidad,  Estados Unidos se ha estado hundiendo en la crisis de la moral cristiana que penetra todas las esferas de la vida.  La paz social en Estados Unidos es solo una ilusión.  Los casos en que veteranos de conflictos en Irak, Afganistán u otras guerras de ultramar (especialmente afronorteamericanos) toman las armas para cometer “acciones de represalia” contra sus propios compatriotas se están multiplicando.

Muchísimos norteamericanos han pasado por las duras y las maduras mientras participaban en las guerras -- injustas y agresivas intervenciones--  iniciadas por las compañías petroleras de Estados Unidos.  Ningún experto psicoanalista en el mundo ha sido capaz de aplacar la agresividad desatada a cuenta de “defender los ideales democráticos” por todo el mundo.

Los norteamericanos están cansados de las guerras de ultramar.  Por lo menos el 60 por ciento de los ciudadanos del país se expresa contra el inicio de una guerra en Siria.  Esta cifra llega hasta el 70 por ciento entre los militares.  Muchas personas encuestadas están seguras que los círculos dominantes del país están falsificando evidencias desde el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York con el propósito de hacer creer que el terrorismo es una amenaza global.

El gobierno de Obama se encuentra en un punto muerto.  Las artimañas a las que antes solía recurrir exitosamente ahora han empezado a fallarle.  Los discursos movilizadores del presidente suenan menos convincentes.  Obama está exhausto debido a la constante necesidad de salir con mentiras ante el público, evidentemente ha perdido peso, sus ojos ya no son tan vivaces y su sonrisa ha perdido su naturalidad.  No me sorprendería saber que ha comenzado a consumir merengadas vitamínicas para mantenerse.

De tal modo que tendría que recurrir a artimañas de carácter distractivo.  Por ejemplo, las prohibiciones de vuelo contra Evo Morales y Nicolás Maduro.  El avión del Presidente Morales tuvo que aterrizar con sus estanques medio vacíos en el aeropuerto de Viena luego de recibir una serie de negativas para aterrizar en territorios de países de la OTAN.  Tal como sucedió, los norteamericanos sospecharon que Morales estaba sacando a Snowden de Rusia.  Cuando finalmente quedó claro que solo se trataba de una invención de la CIA residente en Moscú, permitieron la continuación del vuelo de Morales luego de un día de retraso.  Algo similar sucedió con el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, según instrucciones de Obama se le prohibió cruzar el espacio aéreo puertorriqueño en su viaje hacia China.  La programación de la visita de Maduro a Beiying fue preparada minuciosamente, pero Washington impuso una parada en la ruta que el líder venezolano había utilizado anteriormente.  Al mismo tiempo, crearon  impedimentos para las visas de la delegación venezolana que asistiría a la Asamblea General de Naciones Unidas.  El carácter represivo de estos eventos es obvio.  Lo único que no está claro todavía es qué clase de escenario tiene el gobierno de Obama preparado para Venezuela en perspectivas de corto y mediano plazo.  Se piensa que las maniobras distractivas de Washington se explican por el hecho que algunos países latinoamericanos van a plantear de manera agresiva el problema de la vigilancia ejercido por el Imperio durante la sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Brasil de ningún modo dejará pasar por alto la descarada intrusión por parte de la NSA, la CIA y otros servicios especiales de Estados Unidos en los secretos nacionales de política exterior y en la vida privada de los políticos de otros estados.  El Presidente Nicolás Maduro ordenó al embajador venezolano ante la ONU un estudio prolijo sobre las perspectivas para organizar audiencias dedicadas a este problema.  Evo Morales propuso retirar a todos los embajadores de América Latina en Estados Unidos para demostrar la unidad de los estados regionales.

En los próximos días tanto la UNASUR como CELAC, ALBA y otros organismos emitirán sus protestas.

Caracas no excluye la posibilidad que la historia de la prohibición de vuelo al avión presidencial sea una señal para desatar acciones en gran escala que apunten hacia la desestabilización del país.  La actual derrota en Siria, aunque de carácter temporal, incita a Obama a tomar venganza.  Pareciera que sería Venezuela la presa más “prometedora” ya que las actividades de la CIA con la misión de desestabilizar el país no han cesado, la oposición se está inclinando más y más por adoptar vías radicales en su lucha por el poder.  El gobierno de Maduro está preparado para cualquier vuelco en los hechos y está dispuesto a reaccionar de manera dura y vigorosa.  Dentro de las medidas consideradas está el establecimiento de una cuota para el personal de la embajada de Estados Unidos, número que representa mayoritariamente a personal de los servicios especiales.

*Traducción desde el inglés por
Sergio R. Anacona

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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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