La vía chilena a la Constituyente

La valiente decisión de la candidata de la Nueva Mayorías en las elecciones presidenciales chilenas, Michelle Bachelet, de incorporar a su programa electoral la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, constituye el aspecto más importante de cuantas proposiciones se encuentran en el debate electoral chileno, por cuanto representa una convocatoria al pueblo de Salvador Allende a debatir la construcción de un proyecto de país que entierre el sangriento período de la dictadura impuesta por el general Augusto Pinochet Ugarte, la burguesía fascista chilena y sus aliados del gobierno imperialista norteamericano destruyendo el andamiaje antidemocrático y antipopular que la Constitución de 1.980 ha mantenido en los últimos 25 años bajo los gobiernos de la Concertación de los Partidos por la Democracia (antecesora de la actual Nueva Mayoría) y de las pinochetistas Unión Democrática Independiente y Resistencia Nacional.

Sin demeritar la importancia y urgencia de atender los graves problemas de la educación generados por las políticas neoliberales de privatización y mercantilización impulsadas por Pinochet y sostenidas por los gobiernos de la llamada Concertación de los Partidos por la Democracia– incluyendo el gobierno de la misma presidenta Bachelet -, la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente se presenta ante el electorado democrático de Chile como la única posibilidad realmente democrática de romper las “bizagras” de las votaciones binominales, la soberanía popular secuestrada por el Congreso partidocrático y los nueves (9) senadores corporativos (no electos), que la dictadura introdujo en el contenido de la Constitución de 1.980, aprobada por la mayoría del pueblo chileno para producir la terminación de la dictadura, lo cual ha impedido los cambios institucionales necesarios para superar, definitivamente, el Estado Fascio-burgues implantado por la derecha chilena y el gobierno delos Estados Unidos de América a partir del Golpe de Estado del 11 de Septiembre contra el presidente mártir Salvador Allende Gossens. y abrir un nuevo espacio de luchas democráticas que condujera a una recuperación de los derechos civiles, políticos, económicos y sociales conquistados por los trabajadores y el pueblo chileno durante el corto periodo de gobierno del hermano presidente Salvador Allende.

La propuesta de Constituyente no será una iniciativa política de fácil concreción en el escenario político chileno en donde la derecha pinochetista tiene un importante apoyo electoral y rechaza tal instrumento democrático por sus recelos sobre la profundidad que la misma pueda producir en la actual realidad chilena, lo que seguramente la llevará a intentar bloquear en el Congreso y en La Corte Suprema y con movilizaciones de calle, la realización del referendo aprobatorio de la convocatoria de la Constituyente e incluso, la misma realización de los comicios para la elección de los Constituyentes, lo que podría conducir a sectores conciliadores de la alianza electoral de Bachelet a ofrecer concesiones políticas que afecten la posibilidad realmente democrática de un foro político originario convocado para producir los cambios fundamentales que el Estado y la sociedad chilena necesita.

Sin embargo; en contra de las fuerzas sociales y políticas que defienden el viejo orden pinochetista en su versión seudodemocrática, basado en la Constitución de 1.980, existe en Chile un amplio movimiento social que concuerda en que es imposible el desarrollo democrático del país y el mejoramiento del pueblo trabajador y demás sectores excluidos del país sostenido en esa Ley Fundamental impuesta por la dictadura de Pinochet y aceptada tácticamente por el pueblo chileno, como medio de echar del Poder los 17 años del sanguinario gobierno del general Augusto Pinochet Ugarte, por lo que es esencial recuperar la soberanía popular de los chilenos y las chilenas mediante un sistema electoral que expresa la pluralidad política de la ciudadanía, un sistema económico que proteja la riqueza minera del país, favorezca el desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio nacional, un sistema impositivo justo y equitativo y, unos servicios educativos y sanitarios públicos gratuitos y de calidad, accesibles a todo el pueblo.

Con Michelle Bachelet y su Nueva Mayoría de políticos participantes en la vieja Concertación, no está planteado una revolución democrática, soberanista y antimperialista de la profundidad desarrollada por el Comandante Hugo Chávez en Venezuela pero, sin duda, los cambios que seguramente se producirán, con o sin la voluntad política de la presidenta, abrirán parte de esas “amplias Alamedas” a las que se refirió el presidente Salvador Allende en momentos en que resistía en el palacio de la Moneda el Golpe de Estado fascista de Pinochet, la burguesía chilena y el gobierno imperialista norteamericano, en la medida en que el proceso constituyente incorpore la fuerza movilizadora de la juventud combatiente, los cientos de miles de estudiantes universitarios y de educación media, los movimientos mapuches del sur, los gremios de profesores y los sindicatos que se mantienen fieles a la tradición proletaria de los trabajadores de Chile.

La esperada victoria de Michelle Bachelet y el desarrollo del proceso constituyente chileno será, no solo un nuevo momento político del pueblo chileno para recuperar su fuerza movilizadora de los años 70’s del siglo pasado sino que reanimará las fuerzas democráticas de Nuestra América que luego de catorce años de abrirse ese camino en la Revolución Bolivariana tendrá un nuevo momento para enfrentar y derrotar a las fuerzas del Capital, el neoliberalismo y el neocolonialismo subordinadas a las directrices del imperialismo norteamericano, abriendo un nuevo capítulo en el desarrollo democrático, latinoamericanista y de Justicia Social del pueblo de Ohiggins, Manuel Rodríguez, Recabarren, Corvalan, Miguel Enriquez, Victor Jara y Salvador Allende.


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Yoel Pérez Marcano


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