Se acaba de producir -29 de octubre- la votación en la ONU sobre el bloqueo económico estadounidense contra Cuba. El resultado fue el siguiente: 188 votos solicitaron el cese inmediato del bloqueo; 1 voto que automáticamente se convierte en 2 (el estadounidense y el israelita), lo hicieron a favor de mantener el bloqueo y 3 se abstuvieron (delegaciones de Palau, Islas Marshall y Micronesia) que viene siendo lo mismo que votar a favor del bloqueo. Esa es la verdad. Sin embargo, eso ni siquiera será tomado en cuenta por el Gobierno de Estados Unidos. Este hace oídos sordos a las resoluciones de la ONU que rechacen sus políticas imperialistas. Eso lo conocen hasta quienes no saben leer ni escribir, o mejor, dicho, hasta los más analfabetos de la política.
Si la ONU sabe en demasía que el Gobierno estadounidense no hará caso alguno a sus decisiones, entonces, resalta la necesidad de preguntarse: ¿qué papel juega la ONU en el destino de este planeta? Para el Gobierno de Estados Unidos la ONU es como un circo de payasos o, por lo menos, de muchos tontos útiles a favor de las políticas imperialistas. Frente a eso hay que preguntarse la eterna interrogante que muchas veces no tiene respuesta: ¿qué hacer? Aquí viene el meollo de la cuestión que a los ojos de la diplomacia política capitalista actual o predominante en el mundo del capitalismo, no es viable, sería demasiado radical y por lo tanto inaplicable. Mejor dicho: sería tildada de comunista.
Qué pasaría en el mundo, por ejemplo, si la aplastante mayoría de Gobiernos o Estados representados en la ONU, deciden hacer valer una política mancomunada para obligar a los gobiernos de Estados Unidos, Israel y la de otros imperialismos que son de puro oportunismo, respeten los acuerdos o las decisiones mayoritariamente aprobadas en asambleas donde participan todas las delegaciones que la conforman. Qué sucedería si esos 188 gobiernos que se oponen al bloqueo le responden a los 2 que votaron en contra y le dan un ultimátum a los 3 que se abstuvieron de que romperán relaciones diplomáticas y serán expropiados todos los monopolios imperialistas estadounidenses –nada más que eso- en la aplastante mayoría de esas 188 naciones que piden el cese del bloqueo a Cuba. Claro, eso es como una utopía, por lo menos, mientras exista capitalismo imperialista y gobiernos epígonos consagrados a favor de los intereses del imperialismo estadounidense que no tienen inconvenientes en votar contra el bloqueo económico contra Cuba pero que en tiempo de las chiquitas terminan en la acera de los imperialistas en contra de los gobiernos que se declaran antiimperialistas y a favor del socialismo. Qué acontecería si la inmensa mayoría de gobiernos –representados en la ONU- deciden salirse de esa institución y crear otra sin presencia de las representaciones de los Estados imperialistas y toman decisiones como, por ejemplo, no venderle más petróleo, no venderle ningún género de materia prima, no comprarle absolutamente nada a los monopolios imperialistas. Y preguntemos: ¿Quiénes serán los primeros que se echan hacia atrás? ¿Le harán la guerra mundial a la casi totalidad de naciones del planeta? Todo es posible en política para los imperialistas, pero si se atrevieran hacer la guerra, debemos preguntar: ¿acaso no tienen todas las de perderla?
El vocero del imperialismo (Godard) dijo que “Estados Unidos es un amigo profundo y permanente del pueblo cubano” pero aún así apoya el Gobierno estadounidense que continúe el bloqueo sin que les importe para nada las necesidades –fundamentalmente- materiales de la sociedad cubana.
Conclusión: Por eso creemos que no sólo el Estado imperialista estadounidense viola los derechos humanos del pueblo cubano sino, igualmente, la mayoría de los gobiernos que votaron contra el bloqueo debido a que no se toman decisiones con la disposición de hacerlas de cumplimiento obligatorio por los que han sido condenados por sus acciones de crímenes de lesa humanidad, tal como es considerado con justicia el bloqueo económico del imperialismo estadounidense a Cuba. Es todo. De lo contrario, decisiones como la de condena al bloqueo del Gobierno estadounidense a Cuba, no sería más que un acto de mero simbolismo de convidados de piedra en la ONU que sólo produce risa en la Casa Blanca.