El amplio abanico de fuerzas liberales y conservadoras que han detentado el Poder en la República de Colombia desde su independencia hace doscientos años no las tiene fácil en el escenario político del año 2014 por cuanto su profunda división y enfrentamiento, el surgimiento de procesos de unificación y conexión política y social entre sus viejos contradictores de las fuerzas insurgentes y fuerzas democráticas del centro progresista y la persistencia de un débito social y económico que tiene inquieto a la “Otra Colombia”, hace pensar, fundadamente, que pudiera producirse en las elecciones de mayo y agosto un “revolcón” político que pudiera amenazar, e incluso, derrotar, las dos corrientes representativas del viejo establecimiento oligárquico-burgués aposentado en el Palacio de Nariño.
Frustrado el presidente Juan Manuel Santos por su fracaso en imponer una negociación “fast track” con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, que le hubiera permitido en este mismo mes de noviembre 2014 tener en sus manos un Acuerdo de Paz que diera por terminada las actividades militares de las FARC-EP e iniciara su proceso de incorporación a la vida institucional del país, con un referendo aprobatorio “diseñado a la medida” para realizarse en conjunto con las elecciones presidenciales del 2014 – lo que le daría una ventaja política para su posible candidatura electoral, debe ahora recomponer sus opciones políticas replanteándose la agenda y los tiempos de las negociaciones de Paz que se realizan en la ciudad de la Habana, República de Cuba y reagrupar y tratar de ampliar sus debilitadas fuerzas políticas del Partido de la Unidad y el Liberalismo y fracciones del Partido Conservador, en circunstancias en que la “favorabilidad” o apoyo de opinión pública a su gestión de gobierno y de posible candidato presidencial, están muy lejos de su posicionamiento de hace un año cuando de lo que se discutí era cuanta sería la diferencia con los otros candidatos y candidatas.
Su viejo Jefe en el gobierno anterior, el narco-paraco expresidente Alvaro Uribe Vélez, la ha quitado parte importante del aparato político nacional, una parte importante de la base social antiguerrilla, narcoparamilitar y reaccionaria del liberal-conservatismo, para formar un “Uribe Centro Democrático”, con el cual pretende agrupar a todas las fuerzas de la dictadura oligárquica, la aplicación - sin condicionamientos - del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de América y la continuación de la continuación del conflicto armado interno, como parte de una estrategia de acoso y desestabilización imperialista de los procesos Soberanistas y de Justicia Social que se vienen desarrollando hoy en Nuestra América y que tienen a la vecina Revolución Bolivariana el faro que irradia la rebeldía de los pueblos de la región; la cvual cuenta con el inocultable apoyo de los círculos del Tea Party republicano de los Estados Unidos, el sionismo internacional y los sectores oligárquicos y militaristas de América Latina que siguen añorando los tiempos de las dictaduras sangrientas y las Republicas Bananeras”, en las que tiranizaban los pueblos, favorecían a sus sanguinarias oligarquías y servían al imperialismo.
Frente a ese estado de fragmentación se viene dibujando una pluralidad imprecisa en su volumen, cantidad y fuerza, de sectores democráticos, progresistas y revolucionarios colombianos que actúan en la legalidad, que parecieran haber captado el momento histórico que vive la tierra de Córdova, Gaitán y Camilo Torres y se mueven “sin prisa pero sin pausa” hacia un proceso de cauteloso acercamiento que viene uniendo pares, acercando impares y visualizando conexiones con los antes considerados como rivales, en un ambiente – es necesario destacarlo – de lenguaje respetuoso, mesurado y conciliatorio, que da la medida de las dificultades para tener fuera de la vieja hegemonía liberal conservadora una Nueva Mayoría Popular, Democrática y Soberanista que, en lo fundamental, cumpla en papel de desarrollar la transición, no solo del conflicto social y armado interno que hoy se discute en la Habana y que seguramente le seguirá con el Ejército de Liberación Nacional, ELN, sino, fundamentalmente, de la Transición de la neocolonial República Cafetera de la Oligarquía Liberal-Conservadora a la República Democrática, Soberanista y de Justicia Social.
Es precisamente en estas circunstancias de la Colombia convocada a la transición histórica, que se explica la ofensiva que las fuerzas más oscuras de la derecha colombiana viene desarrollando contra la figura y la gestión de gobierno del Alcalde Mayor de Bogotá, economista Gustavo Petro, a quien aprecian como una figura de conexión y agrupamiento de fuerzas sociales y políticas que pudieran poner en peligro el viejo orden oligárquico-burgués neogranadino; razón por la cual, por mampuesto, utilizando el inquisidor Procurador General, Alejandro Ordoñez, la vía política institucional del referendo y la campaña desinformativa de la mayoría de las empresas privadas de comunicación, pretende el “asesinato” político del burgomaestre, con el inocultable propósito de eliminar una figura de talante democrática y amplio consenso social y político y social, en torno al cual se pudieran agrupar diversas fuerzas y hacer posible, después de los frustrados intentos del liberal socialista Julio Cesar Gaitán, (1.948) y y el general Rojas Pinilla, (1.970), derrotar las fuerzas de la antipatria goda y neocolonial colombiana, y refundar la República que nació en las mesetas de Boyacá; incorporando a la Nueva Colombia a la construcción de la integración de América Latina y el Caribe, con Paz, Democracia, Soberanía y Justicia Social.
Tales intentos de la oligarquía liberal-conservadora y sus aliados imperialistas para derrocar al Alcalde Gustavo Petro y, la resistencia de la corrientes narcoparamilitar de Alvaro Uribe Vélez de impedir que las fuerzas civiles y democráticas de las FARC-EP y el ELN se incorporen a éste proceso de unificación de la “Otra Colombia”, tendrían graves consecuencias para la recuperación democrática de la República de Colombia e impredecibles impactos en América Latina, por lo que, los pueblos Latinoamericanos y Caribeños amantes de la Paz, deben acompañar al pueblo colombiano en su lucha por una Patria de Paz, Democracia y Bienestar Social para todos y para todas.