Panamá: lo barato sale caro

Los panameños encontraron la horma de su zapato con la «facturita» que se sacó de la manga la multinacioal española Sacyr, de mil seiscientos millones de euros de «flecos» no presentes en el presupuesto inicial por el cual les fue concedida una de las principales obras de ingeniería del mundo. Y digo la horma porque a fin de cuentas Panamá, sus negocios, su clase política, su secreto bancario y todo lo que lo rodea no deja de ser un Estado de dudosa reputación, por no decir gansteril, y «el que roba a ladrón…».

Un gángster era el anterior presidente de los empresarios españoles, Díaz Ferrán, hoy preso. Gángsteres son los presidentes de bancos a los que pedía dinero, una especie de «cosa nostra» a la española. Blesa, uno de los principales gángsters de ese país, además era un nuevo rico que hacía (hace) alarde de su condición.

Al final, como cualquier latinoamericano de culebrón, todos estos gángsters españoles terminaban comprando casa y banco en Miami, no iban a ser menos que dictadores y narcos.

El sobreprecio es una «viveza» typical spanish. La practican desde los electricistas, los que hacen trabajos caseros con presupuesto, el famoso arquitecto Calatrava (y todos los de su profesión) hasta la Administración pública, sin olvidar esas famosas empresas internacionales que dejan en alto el nombre de España como, por ejemplo, Sacyr.

Ignacio Escolar en El Diario.es nos recordaba recientemente que el presupuesto inicial para el soterramiento de la autopista M-30 de Madrid fue de 1.700 millones de euros, después pasó a 3.500 y acabó costando más de 6.000, casi cuatro veces más. La terminal T-4 de Barajas pasó de 1.033 a 6.200 millones, cinco veces más. La ampliación del aeropuerto de El Prat en Barcelona duplicó su precio, de 1.471 millones a más de 3.000. El tren de alta velocidad entre Madrid y Barcelona costó un 31,4% más de lo previsto, 1.400 millones más. Y la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia del arquitecto Calatrava pasó de 308 millones a 1.282, cuatro veces más, a pesar de que la cubierta del techo se la está llevando el viento

Grandes negociantes estos españoles. No saben dónde se han metido los panameños, pero ya es hora que vayan aprendiendo.



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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