Tuvieron razón el Comandante de las FARC-EP, Alfonso Cano y algunas voces sensatas como las del ex-presidente Ernesto Sampers Pizano, cuando consideraron que lo más conveniente para garantizar un exitoso proceso de diálogo y negociación política del conflicto social y armado que desangra Colombia, era que las dos Partes Biligerantes acordaran un Alto al Fuego bilateral y verificación internacional, con el objeto de crear las mejores condiciones politicas y humanitarias posibles, para que el proceso de negociaciones tuviera un resultado pronto y efectivo, sin las tensiones y diatribas propias de la Guerra; sin embargo, el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos optó por la opinion de sus asesores políticos y militares de negociar en medio del conflicto, lo cual ha afectado la dinámica negociadora por la continuación de los muertos y mutilados de la contienda y el creciente escepticismo de amplios sectores de la población.
Los hechos militares que se han producido a lo largo de este año y tres meses del inicio de las negogiciaciones de Paz vienen confirmando que la continuación e intensificación de las operaciones militares estrategicas por parte de las Fuerzas Militares y la Policia militarizada colombiana sobre las zonas de acantonamiento de las unidades regulares de las FARC, con la muerte de algunos mandos medios y superiores, han tenido impacto negativo sobre las negociaciones de Paz que se desarrollan en la Habana, al afectar la contención en sus operaciones ofensivas que viene demostrando las FARC-EP para neutralizar la prédica guerrerista de altos Mandos de las Fuerzas Militares y de la Policía y el sector narcoparamilitar que unifica alrededor de la figura del ex-presidente Alvaro Uribe Velez; además del reforzamiento de la ayuda del gobierno de los Estados Unidos a las Fuerzas Militares con sistemas de armamento y explosivo de ultima generación, dotación de nuevos y sofisiticados medios aéreos de transporte y ataque tactico e inteligencia geo-satelital avanzada.
A pesar de las reiterdas declaraciones del presidente Santos del compromiso de su gobierno con la Paz, sigue sosteniendo una estrategia política sobre la Guerra basada en la derrota militar o el debilitamiento estructural irreversible de la insurgencia revolucionaria, que la obligaría a capitular en la mesa de negociaciones y aceptar condiciones de rendición, las cuales serían política y moralmente imposible de ser aceptadas por la FARC-EP, ni en la Mesa ni en el campo de batalla; estrategia fallida pero sostenida hasta ahora, que explica la falta de respuesta positiva a las dos treguas unilaterales de diciembre-enero del 2012 y 2013 declaradas por las FARC-EP, las cuales han sido contestadas por el presidente Santos con la orden de: ‘Arrreciar, Arreciar, Arreciar”.
La incitación publica y reiterada del president Santos a las Fuerzas Militares y de la Policia a “ARRECIAR, ARRECIAR, ARRECIAR” los ataques contra la insurgencia colombiana y sus parte necrofílicos sobre los guerrilleros muertos y capturados en combate, han aumentado el decreimiento de una parte de la población sobre el éxito de las actuales conversaciones de Paz puedan conducir a una solución total y definitiva del conflicto y, por cuya razón y motivo, no se moviliza en apoyo del proceso negociador y en rechazo de las maniobras del narcoparamilitarismo expresidente Alvaro Uribe Vélez, quien necesita del fracaso de ese proceso de Paz para obtener réditos politicos para su campaña electoral al Senado y a las presidenciales, a realizarse los meses de mayo y agosto de éste mismo año..
Pareciera que en el Palacio de Nariño hay la convicción de que a las FARC-EP no les queda otra opción que aceptar las condiciones de Paz que les ofrece el gobierno a traves de su vocero en la Habana, Humberto Lacalle Lombardo, ya que estaría, supuestamente, aniquilada militarmente y debilitada políticamente, presionada por un proceso politico regional que les exige parar definitivamente en enfrentamiento armado para favorecer la integración y la salida de los Estados Unidos de las fronteras de Venezuela y Ecuador y una izquierda social y política colombiana que puede comprender el esfuerzo y sacrificio realizado por la insurgencia en su Guerra contra el Estado liberal conservador pero que pareciera ser hoy la hora definitiva de la solución negociada del conflicto social y armado colombiano, cuyas cifras conservadoras ubican en la cantidad de 200.000 muertos y 6.000.000 millones de desplazados internos y emigrados; sin embargo, las FARC-EP han dado demostraciones más que suficientes para contrariar esta visión y que su consigna: "Juramos Vencer y Venceremos" la han sostenido en los momentos más adversos de su larga historia.
Es hora que se centre la atención del gobierno colombiano y el Secretariado de las FARC en la culmimnación los seis puntos de la Agenda de Diálogo para la Paz y que las partes hagan nuevos esfuerzos para desacelerar la confrontación mediante la aplicación medidas unilaterales o bilaterales, que favorezcan un major clima de entendimiento para abordar y culminar los tres puntos de la agenda de Paz (Drogas, participación política, y terminación del conflicto), que estan pediente de discusión, ya que, un error político originado en una operación militar letal y sensible para cualquiera de las parte, en medio del proceso electoral, tendría un impacto sobre la mesa de negociaciones y podría “descarrilar” los avances que se han alcanzado hasta el momento, con consecuencias enormes para el proceso político interno colombiano yde la región.