Comenzó el 22 de enero en la ciudad suiza de Montreaux la conferencia llamada Ginebra II, cuyo objetivo formal es lograr la paz en Siria luego de casi tres años de conflicto armado. Cuarenta países y los representantes de la “oposición” siria fueron convocados por las Naciones Unidas, a un encuentro que en apariencia tiene como meta fundamental encontrar algún tipo de solución a una confrontación que, según los cálculos más conservadores lleva acumulados por lo menos 100.000 muertos, la mayor parte de ellos miembros de la población civil.
Sin embargo, si analizamos realmente los acontecimientos y su entorno, descubrimos que esta conferencia no es realmente lo que parece a primera vista. El grupo de países liderado por los Estados Unidos, más las monarquías petroleras del Golfo y los países que votan automáticamente por las posiciones de la Casa Blanca (que conforman lo que la gran prensa llama eufemísticamente la “comunidad internacional”) llevan a Suiza un objetivo totalmente diferente al oficial, el mismo que han mantenido durante todo el conflicto, alentando, promoviendo, armando y financiando a fuerzas mercenarias: tumbar al gobierno sirio de Bashar Al Assad.
Lo que no se ha logrado a través de la fuerza militar, ya que las fuerzas armadas sirias han ido acorralando a los “rebeldes” hasta prácticamente solo permitirles al día de hoy acciones terroristas como actos de guerra, se intenta ahora por otra vía, generando una especie de “emboscada diplomática” al gobierno sirio. El retiro de la invitación a Irán a la conferencia un par de días antes que comenzara y la intención impuesta de que el objetivo de esta reunión debe ser lograr un “gobierno de transición” -que por supuesto excluiría toda participación del actual presidente de Siria, Bashar Al Assad y su entorno- son los factores que definen la emboscada. La apelación al supuesto acuerdo de la reunión autodenominada “Ginebra 1” (a la cual no tuvo acceso el gobierno sirio, sino que consistió en agrupar a los países que están dispuestos a quitar ese gobierno, sumados a la oposición promovida y financiada por ellos, y que tuvo en absoluta minoría a las representaciones del Rusia y China) es el supuesto aval para imponer la creación de ese “gobierno de transición” como condición inamovible.
Apenas comenzada la conferencia, el gobierno sirio dejó claro, a través de su canciller Walid Muallem que existía una línea roja que no están dispuestos a cruzar: No está para ellos en discusión la sustitución del actual gobierno sirio, que solo podrá ser modificado por las elecciones previstas para 2015 (a las cuales es muy probable que se presente nuevamente Bashar Al Assad y las gane, ya que cuenta con el apoyo de la mayoría de los votantes).
La conferencia entonces muestra (y es lo que nos permite prever su fracaso) dos posiciones irreconciliables, la de la “comunidad internacional” liderada por EEUU, que pretende sustituir el gobierno sirio, y la del gobierno sirio que no está dispuesto en absoluto a permitirlo. En medio quedaría la posición de Rusia y China, que si bien aprobarían un gobierno de transición, entienden que no podría obviar en su seno la presencia del actual gobierno sirio. Las posibilidades con este panorama de lograr algún acuerdo de paz razonable son bastante escasas, por no decir inexistentes.
El triste papel del Secretario General de la ONU
En medio de todo el asunto ha quedado en evidencia el triste papel del Sr. Ban Ki-Moon, quien si bien desde su nombramiento se ha comportado más como un “secretario de colonias” de los EEUU y sus aliados, que como un coordinador de la voluntad de los países que integran la Organización de las Naciones Unidas, nunca hasta ahora lo había mostrado con tanta transparencia.
El retiro por su parte de la invitación a Irán a la conferencia un par de días antes de su inicio (presencia que debía ser importantísima, por la posición geopolítica persa en la región), obedeciendo al mandato directo de Estados Unidos, agregado a su intención de maltratar al canciller sirio, intentando repetidamente detener su primera intervención (testimonio grabado en video que en general no fue distribuido por las cadenas corporativas de medios de comunicación) nos mostraron un Secretario General que abiertamente se coloca como el vocero de las intenciones de los países centrales, ya sin importarle abandonar públicamente su rol de representante del conglomerado de naciones del mundo (como deberían serlo tanto las Naciones Unidas como su secretario).
El ocultamiento de la hegemonía mediática
Estos sucesos también han servido para mostrar (una vez más) el comportamiento alienador e intencionado de las cadenas corporativas de medios, quienes son en realidad una de las más útiles herramientas para mantener la hegemonía de los países centrales. Basta con hacer un recorrido (CNN,FOX,DW,RTE, etc.) para comprobar como la “información” que están proporcionando sobre esta conferencia se limita sobre todo a hablar de “los esfuerzos de Ginebra II para lograr la paz en Siria”. No muestran los hechos a los que nos referimos antes, ni las intervenciones por ejemplo del canciller ruso Serguéi Lavrov, o la del propio canciller Sirio, o aún las de los representantes chinos, quienes expresan posiciones que no coinciden con las de los Estados Unidos y sus aliados, a cuyos intereses responden directamente las grandes corporaciones mediáticas.
En definitiva, aunque pese reconocerlo, es muy difícil pensar que esta conferencia, en la cual por primera vez está presente el gobierno sirio junto a sus opositores y adversarios y podría haber sido productiva, pueda llegar a algún acuerdo de paz razonable. Las intenciones de los interesados en quitar el gobierno sirio no han cambiado, y en el fondo no les importa si se llega o no a la paz. Quizás el mejor logro que podamos esperar de todo esto es una tendencia que se viene perfilando en las negociaciones, de llegar a algún tipo de alto al fuego (no a la paz). Aunque tampoco esto será sencillo de lograr, ya que a la oposición armada le interesa un alto al fuego sobre todo en aquellos lugares donde están siendo derrotados militarmente, y no parece probable que se suspendan (ya que están en manos de las facciones más radicales) los atentados terroristas en las principales ciudades sirias.
Contra los buenos deseos de todos los que creemos que la guerra constituye una grave enfermedad social de nuestro tiempo, las perspectivas del conflicto en Siria no parecen tener lamentablemente una solución a corto plazo.