La sociedad “civilizada” se horroriza cuando un hombre valiente dice lo que piensa. No hay nada más subversivo para una sociedad hipócrita, pacata, y temerosa hasta la paranoia de lo “políticamente incorrecto”, que un francotirador que dice lo que piensa y lo que siente, sin eufemismos. D’Elía, un tipo que da la cara, un luchador de causas justas, tiene un historial como víctima de la violencia reaccionaria, del fascismo.
Hace unos días Luis D’Elía escribió en su cuenta de Twitter varios mensajes referentes a la situación de conmoción interna por la que atraviesa la República Bolivariana de Venezuela, gracias a las hordas fascistas dirigidas por Leopoldo López.
“Vivan los fusilados de José León Suárez. Vivan los héroes de Trelew. Vivan los 30.000 fusilados por la Dictadura Genocida. Vivan Néstor y Chávez.” Escribió en uno de sus mensajes. En otro: “San Martín y Bolivar, ¿cómo hubiesen actuado con un compatriota que hace inteligencia para una potencia extranjera? MADURO DEBE FUSILAR A LOPEZ”. En un tercer mensaje D’Elía escribe: “Si PERON hubiese fusilado a Menéndez en el 51, habríamos ahorrado mucha sangre del pueblo. Maduro debe fusilar a López, agente de la CIA.” El último: “ODIO A LA PUTA OLIGARQUIA. Quieren condenarme dos veces por haberle pegado una piña a un AGROGARCA golpista.”
D’Elía fue uno de los primeros en presentarse en la Plaza de Mayo, cuando una manifestación sectorial de los grandes propietaios agroganaderos argentinos, iba en pos de la destitución de un gobierno constitucionalmente electo, el de Néstor Kirchner. La piña de D’Elía a uno de los organizadores fue lo anecdótico. El crimen de “golpe suave” (el verdadero y único crimen) se frenó por la movilización de los movimientos populares y revolucionarios, que organizó D’Elía.
Los medios corporativos, los que modelan los parámetros éticos de ese sujeto amorfo, que llaman la opinión pública, se dicen los adalides de los valores civilizatorios, aunque en realidad y en muchísimos casos, son los cómplices de la barbarie, del retroceso social, de la ignorancia política, de la banalización de lo trascendente, y de la farandulización de la vida. Son los medios que ven barbarie solo con su ojo izquierdo. Nunca hablaron de barbarie ante los dichos y los hechos de Luis Posada Carriles, y Orlando Bosch, del General Saint-Jean, del Mayor Roberto D’Aubuisson, y decenas de escorias similares que han colmado de dolor a nuestros pueblos. No han visto ni oido barbarie en los dichos, y en la planificación sádica de holocaustos como los perpetrados por Henry Kissinger, y Golda Meir, ni de cientos de lacras por el estilo que han llenado de dolor a la especie humana.
Son esos mismos medios los que quieren linchar política y socialmente a D’Elía, ya que no pueden hoy instigar a hacerlo literalmente como pasó en otros tiempos, con decenas de miles de luchadores populares en la Argentina. Y lo hacen en defensa, seguramente, de los valores morales de la civilización occidental.