La humedad de la caverna

La gran diferencia entre la restauración borbónica (1874) y la “post-transición” borbónica (1975) fue la sustitución de un turnismo que controlaba directamente el voto por un turnismo que controla el voto directamente a través del individuo, a través de la bestial alienación ideológica, sintetizada en partidos dopados con dinero de la oligarquía y en los medios de comunicación propiedad de ésta.

He aquí los hechos. La guardia civil dispara pelotas de goma contra inmigrantes, provocando 15 muertes. Tenemos unas Marchas por la Dignidad violentadas por policías infiltrados (¡quien fuera “compañero”!) y un gobierno antiabortista, franquista, racista, etc., corrupto de la cabeza a los pies, en concubinato con una oligarquía que históricamente siempre ha sido rancia y cerrada, que ahora se beneficia más que nunca de la ultra explotación de los trabajadores. A ver si nos creemos que están ganando más que nunca por el sudor de su frente.

¿Y cuál es la respuesta de partidos y medios? El homicidio de estado contra los inmigrantes (¿o es que no sabían lo que iba a pasar al disparar a los inmigrantes con pelotas en el agua? Lo que no esperaban es que murieran tantos y se filtrara la noticia) queda reducido a la responsabilidad política, que nunca se esclarece, y a meter miedo de forma velada con los “asaltos” de inmigrantes por la frontera. ¡A la entrada de compañeros africanos lo llaman asalto! Me pregunto dónde esconderán los fusiles.

También me pregunto cuánto tardarán en llamar “terroristas” a los del 22-M. Lo que ha pasado es culpa de una minoría de “grupos violentos de extrema izquierda”. Eso sí, nunca terminan de concretar qué grupos, con qué banderas… Claro, son los famosos ninjas anarquistas. Y al final la culpa es de los convocantes, o de la gente por protestar en un momento tan difícil para España. Que se habrá creído la plebe, si hasta les dejamos que coman carne.

Eso sí, horas y horas en toda tele, progre o no, sobre el amado Suárez. Bajo el mandato de este simpático amigo de la democracia (el pobre era líder de la Falange porque no le quedó más remedio) murieron muchos estudiantes y trabajadores asesinados por la policía. En fin, si para seguir chupando del bote hay que hacerse “demócrata”, se hace uno. Todo sea por la patria. Claro que teniendo en cuenta que la policía hoy día se dedica a sacar a la gente de sus casas y luego provocarlas en las manifestaciones (en las Marchas de la Dignidad se veía incluso manifestantes encapuchados hablando por pinganillo), todo pierde importancia. Hay que relativizar.

La izquierda progre por su parte no pasa de rezar el tan medieval “viva el rey, muera el mal gobierno”. Incluso pequeñas (o grandes, según como se mire) esperanzas como Pablo Iglesias acaban saludando a la democracia capitalista y hablando de pequeños cambios para “reformar” a la misma banca que nos metió en la crisis. Izquierda Unida despide a 4.000 profesores en Andalucía, y mejor no hablar de un “Partido Socialista Obrero Español” cuyo secretario general defiende la competitividad de las eléctricas.

Y es que España va bien. No, esperen, ahora “va mejor”. En cualquier caso, la culpa es de Zapatero, que en conjunción con los judeo-homosexuales de izquierdas y los inmigrantes abortistas quieren destruir España. Bueno, más o menos era algo así. La verdad es que cada vez veo menos Intereconomía. Total, La Sexta y El País cada vez se le parecen más.

En fin, los “paleomarxistas” no aprendemos, estamos “atascados en modelos arcaicos”. Vale que el liberalismo es de finales del siglo XVIII, pero vamos, oír hablar a los fascistas del PP y al PSOE sobre los beneficios del liberalismo no tiene precio. ¿Se imaginan una conferencia sobre el liberalismo entre Rubalcaba y Ana Botella? Duelo de titanes, oigan.


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Teodoro Santana


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