El III Congreso de la nueva Internacional tuvo lugar en Zurich, en la Sala Tonnalle, durante los días 6 al 13 de septiembre de 1893. El Congreso tiene, como los anteriores, el significado de obrero y socialista, terminología que en aquella época quería decir que se trataba de un congreso de asociaciones obreras (cámaras sindicales, sindicatos, federaciones) y organizaciones políticas (partidos, ligas, clubs, agrupaciones, etc.) que aceptaban la acción política.
El orden del día examinado fue el siguiente:
1º Medidas que deben ser tomadas para asegurar la jornada de ocho horas.
2º Disposiciones comunes correspondientes a la manifestación del 11 de mayo.
3º Táctica política de los socialdemócratas socialistas (parlamentarismo y agitación electoral).
4º Actitud de la social democracia en caso de guerra.
5º Protección de la mujer trabajadora.
6º Organización nacional e internacional de los sindicatos.
7º Organización internacional de la socialdemocracia.
8º Otros asuntos.
Previamente al Congreso, habíase celebrado en Bruselas (26 de marzo) una conferencia preparatoria en la que se había acordado el reglamento y las condiciones de admisión en aquel, así como otras medidas de carácter orgánico, todas ellas -precisaba la conferencia- a reserva de aprobación por el propio Congreso para que éste, en última instancia y como soberano, decidiera. He aquí las condiciones:
Serán admitidos en el Congreso todos los sindicatos profesionales obreros, así como aquellos partidos y asociaciones socialistas que reconozcan la necesidad de organización obrera y de la acción política.
La Comisión organizadora del Congreso, con fecha 15 de junio, envió a las organizaciones obreras y partidos una circular de convocatoria en la que daba a conocer las condiciones de admisión, así como las normas generales de la organización del Congreso. La circular terminaba con los siguientes párrafos:
Queridos camaradas: No tenemos que recordaros que la marcha ascendente de las organizaciones obreras y socialistas de todos los países ha sido inmensa en estos últimos años. Vosotros mismos habéis sido los cooperadores de este gran movimiento que ha penetrado en los más amplios círculos y que ha adquirido una importancia considerable. El Congreso Internacional Obrero Socialista de 1893 en Zúrich dará, así lo esperamos, una idea impresionante de este avance. El Congreso se reunirá en la ciudad de un país que posee las instituciones políticas más libres que existen en nuestros días; dispondrá, por lo tanto, de toda libertad de movimiento. Os invitamos a enviar el mayor número posible de delegados para el gran día de la fraternización de todos los obreros. ¡Qué el Congreso de Zúrich pueda ser una estación que nos acerque al objetivo que realizará el gran llamamiento moderno! ¡Proletarios de todos los países, uníos! Zúrich, 15 de junio de 1893.
Las delegaciones al Congreso fueron muy numerosas. La delegación inglesa comprendía 65 miembros, entre ellos representantes de los grupos más importantes de las Trade-Unión; y la alemana, 165. En total asistió cerca de medio millar de delegados.
Por España aparecen como delegados Pablo Iglesias, por el Partido Socialista, y Antonio García Quejido, por la U.G.T. Por primera vez aparece directamente, tomando parte en un Congreso Internacional, la U.G.T. de España. En este Congreso figuran asimismo por primera vez Antonio Labriola, más tarde uno de los líderes del socialismo italiano, y Louis de Brouckere, representando a los estudiantes socialistas belgas, que había de jugar, transcurridos los años, un papel importante en la dirección del movimiento socialista internacional de derechas.
El Congreso registró asimismo la presencia de Federico Engels, que, simbolizando a Marx, encarnaba la Internacional y representaba la trayectoria histórica del socialismo científico y revolucionario del movimiento obrero.
En el Congreso reprodújose el problema del anarquismo y, unido a éste, el de las corrientes antiparlamentarias de algunas fracciones de los partidos socialistas que en este problema venían a coincidir con los anarquistas. En el Congreso de Erfurt del Partido socialista alemán, los independientes, los jóvenes socialistas antiparlamentarios habían producido la escisión y reclamaban la asistencia al Congreso de Zúrich. Después de tres sesiones de apasionados debates, el Congreso ratifica las condiciones de adhesión que habían sido establecidas y rechaza la participación de los independientes alemanes y de los anarquistas.
España y Francia votaron en contra. Más tarde Iglesias intervino para justificar el voto con la siguiente declaración: sólo había votado contra la resolución en el primer referéndum porque lo había entendido mal y hubiera votado diferentemente hasta para la moción suplementaria de Augusto Bebel. Los socialistas españoles reniegan a los anarquistas porque los conocen muy bien.
Bebel, refiriéndose a estos debates, se preguntaba por qué se perdían tres días en discutir con personas que al fin tendrían que ser puestas en la puerta y definía la acción política como la utilización de los derechos políticos y del aparato legislativo para la conquista por el proletariado del poder político
La definición de Bebel fue aceptada por el Congreso, frente a las posiciones
antiparlamentarias, aprobándose definitivamente la siguiente resolución:
Por acción política se entiende que las organizaciones de los trabajadores buscan, en lo posible, emplear o conquistar los derechos los derechos políticos y el mecanismo de la legislación para asegurar el triunfo de los intereses del proletariado y la conquista del poder político.
La campaña por la jornada de ocho horas fue de nuevo discutida, y el Congreso reiteró:
Que la limitación de la jornada de trabajo debe continuar siendo el objeto de esfuerzos incesantes de todos los trabajadores; el Congreso invita a las organizaciones obreras a luchar por la obtención de esta reforma actuando de una manera progresiva y uniendo LA ACCIÓN SINDICAL A LA ACCIÓN POLITICA.
El Congreso de Zúrich vuelve a plantear la importancia revolucionaria del 1º de mayo para declarar una vez más:
Que la manifestación del 1º de mayo por la jornada de ocho horas debe al mismo tiempo afirmar en cada país la enérgica voluntad de la clase obrera de poner fin, por la transformación social, a las diferencias de clase y de manifestar su voluntad de mantener la paz internacional
Se discuten ampliamente los problemas de táctica. Las intervenciones de oposición de la delegación holandesa fueron refutadas por Liebknecht en los siguientes términos:
La táctica es una cuestión de orden esencialmente práctico: no hay una sola táctica: sólo el objetivo es el revolucionario Sin duda, los que actúan pueden equivocarse y se equivocan; los que no se equivocan jamás son los que nunca han hecho nada
Con el voto de Holanda en contra, se aprueba la siguiente resolución:
1. Es necesario que los obreros de todos los países se organicen nacionalmente e internacionalmente en asociaciones sindicales y otras para luchar contra sus explotadores.
2. La acción política es necesaria tanto desde el punto de vista de la agitación y de la afirmación integral de los principios socialistas como desde el punto de vista de la realización de las reformas de interés inmediato.
El Congreso recomienda, por consiguiente, a los obreros de todos los países que conquisten sus derechos políticos y que se sirvan de ellos en los organismos legislativos y administrativos para realizar las reivindicaciones del proletariado y que se apoderen de los poderes políticos que hoy no son más que instrumentos de la dominación capitalista para transformarlos en medio para la emancipación del proletariado.
3. La forma de la lucha económica y política debe ser determinada, según las circunstancias, por las diversas nacionalidades. Pero, en todos los casos, es preciso colocar en un primer plano el propósito revolucionario del movimiento socialista, que persigue la transformación integral de la sociedad desde el punto de vista económico, moral y político.
En ningún caso la acción política puede servir para compromisos o alianzas que afectarían a los principios y a la independencia de los partidos socialistas.
El informe sobre la actitud de la socialdemocracia en caso de guerra fue elaborado por Plejanov dentro de las líneas generales de los acuerdos de los congresos anteriores. Mereció a su vez la posición de la delegación holandesa, planteando de nuevo Domela Nieuwenhuis la idea de la huelga general y de la huelga militar. Las proposiciones de la delegación holandesa fueron rechazadas y votadas solamente por Holanda y Francia, aprobándose el informe de Plejanov.
Clara Zetkin informó sobre el 5º punto del orden del día, reiterándose en sus proposiciones los acuerdos reivindicativos adoptados en los congresos anteriores.
El Congreso, siguiendo los acuerdos de Bruselas, decide la constitución de federaciones nacionales e internacionales de industria unidas por secretariado del trabajo, y que en cada país la constitución de un organismo central del movimiento sindical, es decir, la creación de las centrales nacionales.
El Congreso, antes de dar por finalizados sus trabajos, vive un momento de intensa emoción cuando Engels sube a la tribuna para pronunciar el discurso de clausura:
Una escena emocionante se produjo al final del Congreso de Zúrich durante la sesión del 12 de agosto. El compañero y fiel colaborador de Marx, el hombre que con él había dado al proletariado moderno su filosofía y su táctica, el cofirmante y coautor del MANIFIESTO DE LOS COMUNISTAS, Federico Engels, subió a la tribuna de ese Congreso, del cual había seguido todos los trabajos como delegado modesto y silencioso. Se le recibió con una entusiasta ovación. Con pocas palabras Engels saludó con alegría la nueva, más fuerte, invencible Internacional. Echando una mirada atrás, sobre los cincuenta y dos años transcurridos, mirando las ciudades de Viena, Berlín, París, podía proclamar que Marx y él no habían luchado en vano y que podían mirar hacia atrás su obra con orgullo y satisfacción.
El proseguía: No hay ni un país, ni un solo gran Estado donde la democracia socialista no sea un poder con el cual todos deben contar. Somos nosotros también una Gran Potencia a la que se teme. El porvenir depende mucho más de ella y de nosotros que de no importa cuál de las grandes potencias burguesas.
El III Congreso de la nueva Internacional escuchaba por última vez a Engels, al compañero de Marx, los dos cerebros forjadores del socialismo científico y revolucionario, cuyas vidas serían inseparables de la Internacional, a través del tiempo y de la Historia.
Algunos partidos habían enviado a la Comisión organizadora del Congreso proposiciones de carácter general. De ellas, la más importante era una del Partido holandés y otra del Partido alemán.
La holandesa, por su confusionismo, fortalecía la posición de las corrientes anarquistas y de los independientes; la alemana, por el contrario, situaba en un terreno de doctrina el problema de la utilización revolucionaria de la legalidad.
Que el Congreso considera decía la proposición del Partido holandés que la lucha de clases no puede ser terminada por la acción parlamentaria; recomienda a los partidos obreros de todos los países no utilizar las elecciones más que con un propósito de agitación
A continuación se manifestaba por prohibir a los elegidos del proletariado mezclarse en los trabajos parlamentarios.
El Partido Demócrata Socialista alemán proponía a su vez:
La calidad de adherente a la democracia socialista internacional revolucionaria supone, previamente, tener la noción de que la lucha contra la dominación de clase y la explotación debe ser política y tener por propósito la conquista del poder político. Así, sólo el que tome una parte activa en esta lucha política de clase y se sirva de todos los medios políticos de combate que están a la disposición de la clase obrera, será reconocido como un miembro activo de la democracia socialista internacional revolucionaria.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria, Socialista o Muerte!
¡Venceremos!