El pueblo búlgaro tiene en Jorge Dimítrov, uno de sus mejores hijos. Este hombre de ideales firmes nació el 18 de junio de 1882, en un lugar llamado Kovachevtzi, provincia de Radomir. A la edad de 15 años empieza a trabajar como linotipista, y ya para el año de 1.902 se encuentra unido a las columnas revolucionarias del Partido Socialdemócrata búlgaro. Su nombre, Jorge Dimítrov, está asociado desde la mocedad a la lucha activa de la naciente clase obrera de su país.
El año1909 es electo como secretario del Consejo Central de los Sindicatos Revolucionarios de Bulgaria. Por esos mismos días fue nombrado miembro del Comité Central del Partido Socialdemócrata Búlgaro (socialistas unionistas), conducido por Dimitar Biagoev.
El camarada Dimítrov alcanzó el grado de inquebrantable revolucionario, se formó en las luchas del pueblo; su nombre está impregnado de la savia que corre por las venas de quienes alcanzan la gloria, su heroicidad es ejemplar. Prototipo del dirigente apasionado por la causa del comunismo, del hombre que le puso toda la pasión contenida en su corazón y todas sus fuerzas y capacidad humana para tratar de alcanzar la felicidad de los pueblos.
Para el año1923 se puso al frente, junto con Vasil Kolarov, del levantamiento antifascista de septiembre, el cual fue apabullado, por lo que Dimítrov se vio obligado a expatriarse. El Tribunal fascista de Bulgaria lo condenó en un par de oportunidades a la pena máxima, es decir, a muerte. Desde el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, Dimítrov desplegó con creses una intensa actividad, combatiendo infatigablemente al fascismo e insistiendo en la necesidad de unir a las más amplias fuerzas democráticas como condición indispensable para detener y aplastar al fascismo.
Arrestado por la policía hitleriana en el año 1932, en Berlín, bajo la sediciosa acusación de incendiar el Reichstag. Dio lugar al célebre juicio de Leipzig, que constituyó un formidable desafío contra el fascismo, Jorge Dimítrov actuó durante el proceso como si él no fuera el acusado, sino el juzgador.
Después de concluida la causa de Leipzig que lo presumía como un incendiario comunista, y siendo que salió absuelto, la misma se convirtió en una seria derrota moral y política para los fascistas que la promovieron, Dimítrov se trasladó a Moscú.
Elegido secretario general del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en 1935, se desempeño al frente de ese compromiso hasta 1943, el año en que la Internacional se disolvió.
El entusiasmo de Jorge Dimítrov lo llevó a sembrar las raíces y cimentar la construcción del Frente de la Patria, en Bulgaria, cuyo estandarte permitió que todas las fuerzas democráticas se unificaran y movilizaran para llevar a cabo la revolución democrática popular, socialista, de septiembre del año 1944, hecho que garantizó la victoria de la democracia popular y el transito de ese país a la vía del socialismo.
No fue sino hasta el 6 de noviembre de 1945, que Jorge Dimítrov pudo volver a su patria querida. Como timonel del Comité Central del Partido Comunista Búlgaro, Dimítrov fue el forjador, el organizador de las luchas y con su espíritu creador, contribuyó como nadie a los éxitos de su pueblo. Le tocó ejercer la presidencia del Consejo de Ministros de la Republica Popular de Bulgaria, manteniendo siempre un vínculo directo y profundo con las masas. Hasta los últimos días de su vida estuvo batallando en esas trincheras de acción gubernamental. Falleció el 2 de julio de 1949.
Jorge Dimítrov dejó un legado ejemplar de vida de luchador por el triunfo del comunismo, pero también aporta a la causa del socialismo su prolija herencia política y literaria. En 14 tomos se condensan sus obras que fueron editadas en Bulgaria. Se puede decir sin temor a equívocos que en esas obras están concentradas las profundas experiencias de quien fuera un marxista-leninista cabal, de allí su interesante actualidad, sobre todo en Venezuela que se intenta transitar por la vía del socialismo.
En “Los Comunistas y el Frente Único” de Jorge Dimítrov, obra que circuló, muy bien, entre los revolucionarios venezolanos, la cual debe releerse de nuevo por su extraordinaria vigencia, hay un vaciado de la experiencia del internacionalismo proletario consecuente, del ardiente amor al pueblo búlgaro y a la humanidad, de la ilimitada fidelidad hacia las ideas del marxismo-leninismo, del gran luchador contra el fascismo.
POST/DATA: El viaje más melancólico de todos es el de la Utopía. Así, seguirá siendo el lugar que no es. La Utopía siempre será destruida por los mismos que andan en su búsqueda. JUAN CARLOS ONETTI escribió una novela, humana hasta más no poder, LOS ADIOSES, la cual narra parte de la vida de un hombre que llega a un pueblo montañoso donde otros también acudían a curarse la tisis; pero de manera firme se rebela contra la vida dentro del sanatorio que llena de esperanza toda la ciudad. Se dedica, sí, a la lectura de dos cartas que frecuentemente recibe y que son su contacto con el mundo exterior.