En este mundo tan convulsionado, no deja de sorprendernos las cantidad de contradicciones y sobretodo del doble discurso de quienes se creen dueños de la verdad y asumen el rol de decir que es lo bueno y que es lo malo. En medio de una terrible crisis económica producida en el seno del capitalismo, ellos mismos, los culpables, se atreven a dar “recetas económicas”. Los que han destruido el ambiente, los mayores consumidores de drogas, los que han llenado al mundo de violencia, genocidio, guerras, cuestionan sin ningún tapujo a los que por necesidad económica han tenido que caer en la producción de materias primas para la droga que se consume en el primer mundo, o los que han tenido que armarse para defenderse de las arremetida imperialista y las de sus lacayos.
Tan falso es el libre comercio internacional como lo es la supuesta reciprocidad de las relaciones políticas y sociales del mundo. En el contexto de la aldea global se han radicalizado las políticas de segregación racial y de rechazo absoluto a las inmigraciones provenientes de los países del sur subdesarrollado. Mientras que los Estados Unidos incentiva la inmigración de cubanos para ser utilizado como instrumento propagandístico de ataque a ese gobierno antillano, rechaza la inmigración de los mexicanos con los que paradójicamente tienen un tratado de libre comercio y con los refugiados de países como Haití, entre otros. Lo mismo sucede en Europa donde se han dado las mayores expresiones de un renacer del nacifacismo contra las oleadas de inmigrantes africanos, asiáticos y judíos entre otros. Hasta en España, los latinoamericanos son considerados como "sudacas". Entonces: ¿Dónde está el reconocimiento de un mundo entre iguales y ciudadanos del mundo?
Bajo el pretexto de la defensa de los derechos humanos se han hecho intervenciones armadas que en muchos casos han producido más daños a estos mismos derechos que los existentes antes de las intervenciones, así tenemos a las masacres en Panamá (1989), las terrible invasiones a Irak, Afganistán, Libia, donde además de millones de muertos se ha aniquilado parte de una cultura que es patrimonio de la humanidad. Otras de las contradicciones en el orden político de esta era es la intolerancia a las autonomías y los proyectos nacionales que se diferencian de los propósitos del modelo neoliberal. El caso más evidente de estos es el largo e injusto bloqueo a la nación cubana por no aceptar ésta la "muerte del socialismo" y la inserción plena a los designios del liberalismo. Algo parecido se intenta ahora contra Venezuela. Mientras que han crecido las relaciones comerciales con las exrepùblicas socialistas y más aún con la gigante China.
Otra de las formas de disminuir el peso de los Estados nacionales en los países subdesarrollados es a través de los mecanismos de intervención originados en organismos internacionales o instituciones que en un principio deberían restringir sus labores en territorios de países desarrollados, bajo el alegato de que en un mundo tan interrelacionado todo lo que suceda en una de sus partes afecta a las demás. Organismos en apariencia formal que se presentan como autónomos e imparciales favorecen, en la mayoría de los casos, a los intereses de los países desarrollados no solo porque allí se originaron sino porque su propia existencia (financiamiento) depende de éstos. Así tenemos en el orden político a la ONU, OEA(que expulso a Cuba pero aceptó al Chile de Pinochet y de a las otras dictaduras que han existido en la región), en lo económico al F.M.I., OMC, el Banco Mundial, en lo militar a la OTAN, el TIAR y otros organismos internacionales relacionados a problemas ambientales, derechos humanos, drogas, el hambre, cultura, educación y organismos nacionales como la CIA, la DEA y otros que en muchos casos intervienen arbitrariamente en estas naciones atrasadas violando las respectivas soberanías.
Los graves problemas de contaminación y deterioro del ambiente (capa de ozono, residuos tóxicos, deforestaciones, exterminio de la fauna, entre otros tantos) que lógicamente se han producido en los centros de mayor industrialización son también utilizados para justificar intervenciones en regiones como el Amazonas, considerado patrimonio de la humanidad y mayor reservorio de los bosques en el mundo, cuando en realidad son territorios que forman parte de naciones soberanas, por lo que además debería existir una posición por parte de estos países en el cual se reclame la contrapartida de este freno al posible desarrollo y cuál es el beneficio propio de ser reservorios naturales para toda la humanidad, tal como lo señala Luna Lugo (1994): Si la rica biodiversidad de nuestras reservas nacionales han de ser patrimonio universal, también lo debe ser la tecnología moderna de los países desarrollados para obtener de ellos los bienes que necesitamos para vivir con bienestar y dignidad. (El Universal 26/06/1994).
Caso parecido es el de las drogas, a pesar que su producción es fundamentalmente en los países subdesarrollados, su crecimiento violento ha sido causado por el crecimiento estrepitoso del consumo de los países desarrollados. El problema de las drogas no se resuelve solamente atacando a la producción proveniente de países como Colombia o Bolivia sino principalmente en el seno de las naciones consumidores. Pero esto conlleva a revisar las causas del proceso de drogadicción de los países desarrollados, que es un problema mucho más complejo y cuyas determinantes, pudieran ser la propia naturaleza de estas sociedades capitalistas. Sin embargo, la lucha contra las drogas ha servido como justificativo para intervenciones como las ocurridas en Panamá en 1.989 o el Plan Colombia que justifica los secuestros no autorizados de supuestos narcotraficantes, la colocación de radares, violación de soberanía y matanzas, como las ocurrida en territorio ecuatoriano. Es decir, bajo el pretexto de la droga, la D.E.A pretende sustituir a la C.I.A.
Al tiempo que se pregona por el desarme mundial (ex repúblicas socialistas) se presiona a los países para que eliminen su armamento nuclear (China, Corea del Norte, Irán), se atacan a los movimientos terroristas, a las guerras civiles (Ruanda, Somalia, etc.) y fronterizas y se actúa militarmente bajo el supuesto de frenar la acción de “países belicosos”, los países desarrollados mantienen el control del armamento militar a escala mundial y muy lejos están de disminuir su peso en el comercio mundial de dichos armamentos. Solamente el año 2010 se gastaron 1.900 billones de dólares en armas, de los cuales casi la mitad es de los EEUU, dinero suficiente para acabar con las hambrunas de más de 800 millones de personas en el mundo.
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