Hace exactamente 66 años, que el sionismo a través de la Organización de Naciones Unidas, mediante una imposición arbitraria con la complicidad de las potencias occidentales y orientales sembraron una horrible pesadilla en el corazón del Medio Oriente, con la única finalidad de mantener un enclave de poder militar en esa parte del mundo. Los guerreristas sembrados allí nada tienen que ver con el semitismo y mucho menos con el pueblo judío honesto y trabajador que ha sido arrastrado a una guerra que no le pertenece.
Mediante la resolución 181 con fecha 29 de noviembre 1947, la ONU aprueba lo que sería el inicio del martirio para el pueblo palestino. El Consejo de Seguridad de la ONU, organización creada por los vencedores en la Segunda Guerra Mundial, a través de una resolución decide partir en dos la geografía palestina para la creación de un Estado Árabe y uno Judío, con una extensión territorial, 14.000 kilómetros cuadrados que incluye los lugares sagrados: Jerusalén y Belén, administrada por la comunidad internacional y, establece las condiciones claras para la coexistencia de los dos estados, en un territorio, que hasta el momento estaba ocupado por el Reino Unido, ya que como de costumbre los carroñeros imperiales de la vieja Europa, fueron a sembrar discordia hasta los más apartados lugares del planeta, como herramienta para la defensa de sus intereses colonialistas.
Árabes y Judíos, con sus diferencias de alguna manera habían convivido en esa parte del mundo árabe sin llegar a las criminales masacres de hoy día. La creación del Estado Judío, no fu sino un ardid para sembrar allí agentes imperiales, que no son precisamente nativos, sino reclutados en el mundo entero con nacionalidades diversas, con antepasados judíos y que no llegaron precisamente a fomentar la convivencia sino a cumplir la tarea encomendada por Estados Unidos y sus aliados europeos.
El plan es arrebatarle a los palestinos lo que ha sido su asiento milenario, para lo cual la mejor herramienta es la guerra de exterminio a que el sionismo en nombre de la seguridad del pueblo Judío ha sometido a los pobladores de la Franja de Gaza, la cárcel o campo de concentración más grande a cielo abierto que existe en el mundo, donde las fuerzas de ocupación israelitas no les permiten el ejercicio de los más elementales derechos humanos, como es el libre tránsito y el derecho a la vida libre de violencia.
Las provocaciones imperialistas contra los árabes de Gaza, son permanentes y cuando estos se defienden entonces son tildados de terroristas y castigados con los bombardeos a diestra y siniestra que dejan víctimas sin distinción de sexo ni edad y en cuyas ejecutorias son utilizadas armas prohibidas por los tratados internacionales, como el caso de la “Operación Plomo Fundido”, donde quedó demostrado el uso de armas químicas, con la comisión de crímenes de lesa humanidad, pero para los
autores no hay castigo, porque se trata del sicario del Pentágono y del Club Bildelberg en el Medio Oriente.
Actualmente luego de tres días de incesantes ataques contra la Franja de Gaza, para “castigar a Hamas”, mas de 90 civiles han perecido, entre ellos veinte niños, que nada tienen que ver, ni saben de la guerra y no hay quien pare la criminal matanza. La ONU, única responsable de esa situación, que se inició el 15 de mayo de 1948, el mismo día que fue proclamado el Estado Judío y que culminó la ocupación de Palestina por parte del Reino Unido, hace 66 años, volando en pedazos los acuerdos contenidos en la resolución 181, para garantizar la convivencia de ambos pueblos.
La ONU, ha venido sistemáticamente emitiendo resoluciones, a las cuales quienes gobiernan a Israel hacen caso omiso y es así, como se anexaron a los Altos del Golan y desarrollan asentamientos de colonos en los territorios árabes de Gaza, en abierta contravención a la resolución 242 de fecha 22-11-1967, aprobada poco después de haber concluido la guerra de los seis días, la cual ordenaba a Israel, retirar sus tropas de los territorios ocupados durante la confrontación y respetar la soberanía de los respectivos estados. Unas diez resoluciones han sido aprobadas por la ONU, con las cuales la ultraderecha israelita, se limpia las botas, por no considerarlas vinculantes.
Una de las resoluciones más polémicas fue la 3.379, aprobada en 1975, aprobada con 72 votos, a favor, 35 en contra y 32 abstenciones. Esta moción fue impulsada por los países árabes, el movimiento de los no alineados y el bloque soviético. El contenido condenaba al sionismo por considerarlo racista y comparable con el Apartheid de Sudáfrica. El entonces embajador de Israel ante las Naciones Un idas y que luego ocuparía la presidencia de ese país, Jaim Herzog, en un ataque de ira y prepotencia, hizo añicos el documento en plena asamblea. Posteriormente en 1991, Israel condicionó su presencia en la conferencia de Madrid, a su derogación, lo cual logró con la 4.686, con 111 votos a favor, 25 en contra y once abstenciones.
La permisividad de ese foro mundial a Estados Unidos y sus protegidos, raya en la vergüenza. Israel, es el único país en el Medio Oriente, con el arsenal más grande de armas nucleares, que fue establecido pese a los acuerdos para impedir la proliferación de armas nucleares, después de la Segunda Guerra Mundial. A Siria la obligan a despojarse del arsenal, incluso bajo amenaza de sanciones y en plena invasión de mercenarios pagados, entrenados y dirigidos por Estados Unidos y las monarquías corruptas del mundo árabe, pero a Israel ni lo mencionan, porque las armas son propiedad del sionismo, que las mantiene allí como parte de su proyecto global.
A lo largo de 66 años, el gobierno de Israel ha cometido toda clase de crímenes contra civiles en Gaza y el Sur del Líbano y no ha habido una sola sanción en su contra. Estados Unidos lleva más de 50 años con un criminal e ilegal bloqueo comercial a Cuba y se ha limpiado el sudor, con las resoluciones de la ONU condenando esa acción.
La comunidad internacional, más allá de ese organismo que ha demostrado estar al servicio del imperio, debe pronunciarse y obligar al gobierno de Israel a cesar la matanza contra el pueblo palestino y abrir caminos para la paz y poner fin a esos 66 años de pesadilla sin despertar que lleva Palestina.