La Organización de las Naciones Unidas, que es la responsable de la desgracia del pueblo palestino, debiera tener al menos un poco de pudor y así como emitió aquella infausta resolución 181 de fecha de 29 de noviembre de 1947, que si tuvo carácter vinculante debiera emitir una similar que permita parar de inmediato el abominable crimen de lesa humanidad que está cometiendo el sionismo que gobierna Israel, contra la indefensa población de la Franja de Gaza.
Los gazatíes son los únicos en el universo que tienen por cárcel su propia patria, gracias a la criminal ocupación a que los tienen sometidos la mafia que ejerce el gobierno de Israel, encabezado por un sujeto que forma parte de los sembrados allí para hacer la tarea sucia de exterminio de los palestinos.
El señor Bernjamin Netanyahu jefe del gobierno de Israel, desafiando al mundo ha dicho que ninguna presión internacional va a detener al ejército, en su misión de “castigar de los terroristas”. Este señor que cubierto bajo la suposición de practicante del judaísmo, se ha dedicado a sembrar odio hacia el pueblo árabe, ha tenido la desfachatez de calificar como muertes por accidente, los más de 200 civiles asesinados, con los bombardeos de la aviación israelí, en su gran mayoría mujeres, ancianos, discapacitados y niños.
Pero el cinismo de este criminal de guerra llega al clímax, cuando se proclama inocente de esos hechos y en cambio responsabiliza a los “terroristas de Hamas”, porque son ellos, quienes han provocado a su gobierno que ha tomado medidas de seguridad, para salvaguardar a su pueblo.
Como se nota que esa espécimen es la misma en el universo y solo cambia de lugar o de idioma, pero su cara dura es la misma. Al oír al señor jefe del sionismo en Israel justificando la matanza de inocentes en Palestina, nos hizo recordar los razonamientos de la MUD de abril de 2002, que entonces se denominaba Coordinadora Democrática. Los dirigentes de la CD, hoy MUD o mesa de la Unidad Democrática, en esa oportunidad para justificar el golpe de estado y la matanza de inocentes en Puente Llaguno recurrieron al mismo subterfugio, declararse inocentes de la aberrante acción y responsabilizar al presidente Comandante Hugo Rafael Chávez Frías por no haberles entregado el poder, tal y como se lo habían exigido.
Ahora resulta que los palestinos son los asesinos, por no entregar su territorio a los señores sionistas para su negocios inescrupulosos, que están siendo rechazados por la población judía honesta que no quiere la violencia, porque su religión es pacifista y condena el robo y la extorsión. De allí que un grupo de jóvenes hicieron pública una carta donde le advierten a Netanyahu, que no se van a enrolar al ejercito y que prefieren ir a la cárcel antes que hacerse cómplice de la invasión contra Gaza, por cuanto repudian la ocupación de los territorios de sus vecinos.
La masacre que ejecuta el gobierno de Israel, contra los indefensos civiles en Gaza,no tiene nombre. Solo es comparable a los progoms que ejecutaban los nazi, durante la segunda guerra mundial, contra la población judía. Por eso es difícil pensar que quienes fueron perseguidos, torturados y asesinado por las huestes de Adolf Hittler, en la década de los 40, vayan a avalar lo que está haciendo el Hittler del siglo XXI, con Palestina.
Nada en el mundo justifica la matanza de niños, niñas, mujeres y ancianos inocentes, con la única finalidad de satisfacer la sed de poder de un sujeto y su entorno, como es en este caso lo que ocurre en Gaza, donde un estado forajido, comandado por mafias está llevando a un pueblo a una guerra que no le corresponde.
Razón tiene la juventud judía de oponerse a levantar las armas contra civiles desarmados, que aun cuando piensen diferente, son sus iguales. La guerra de exterminio del sionismo contra los palestinos, no tiene ninguna connotación religiosa. Es una guerra del imperio, contra un pueblo para arrebatarle su territorio y las riquezas que guarda en sus entrañas. No se justifica que las fuerzas de ocupación violentando todos los principios del derecho internacional, mantengan a un pueblo prisionero en su propia patria, sin permitirles, ni siquiera el derecho a la alimentación.
Es aquí donde surge la pregunta: ¿Para qué carajo sirve la ONU?