Venezolanas y venezolanos sufrimos, en carne propia, las atrocidades cometidas bajo el primer gobierno del adeco Carlos Andrés Pérez, por el criminal Luis Posada Carriles, prófugo de la justicia venezolano y hoy cabronamente amparado por el no menos delincuencial régimen de Estados Unidos.
El 3 de junio de 1972, el asesino Carriles, quien era Jefe de Operaciones de la División de Servicios de la tenebrosa y extinta Disip, ordenó el crimen del hijo de la compatriota Brenda Esquivel, cuyo hijo en gestación esperaba el arribo del noveno mes para asomarse al mundo.
Aquel trágico episodio –suscitado en La Victoria, Aragua- ha sido relatado por Brenda en diferentes ocasiones. En año 2010 dijo: “Cuando uno de los hombres me pregunta cuántos meses tengo de gestación y le respondo que ocho, se dirige a Posada Carriles y le comenta qué hace conmigo. Acaba con esa semilla antes de que nazca. Seguramente será otro guerrillero, fue su respuesta”
La espeluznante instrucción fue ejecutada a cabalidad, marcando para siempre la vida de aquella mujer que por entonces contaba apenas 21 años de edad.
A nuestros hermanos y hermanas de Palestina, nación en desgracia desde 1948 cuando se crea el estado de Israel y víctima de acciones diarias de exterminio, los hechos les recuerdan -en medio de los misiles que acaban con sus vidas- la existencia de una diputada pupila de Carriles. Su nombre es Ayelet Shaked, integrante del partido radical israelí Hogar Judío.
Fríamente, la parlamentaria acaba de declarar que las madres de los combatientes palestinos deben ser reducidas a cenizas y también “sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán serpientes más pequeñas”.
Palestina tiene su propio comisario Basilio cuya maldición, por designios del imperio, no respeta fronteras.
¡Chávez vive…la lucha sigue!