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El 25 de Agosto Omar Tomás González (ya libre como un pajarito) fue interpelado por agentes del Servicio Secreto afuera de la cerca de la Casa Blanca, porque le detectaron un hacha en la cintura. Al revisar su vehículo no encontraron armas sino 2 perros y equipo de acampar. No fue interrogado ni detenido, a pesar que la policía de Virginia ya había informado al Servicio Secreto de su detención previa con armas y un mapa de la Casa Blanca.
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Finalmente, el viernes 19 de Septiembre, González escaló y saltó la cerca de la Casa Blanca, vistiendo ropa que los agentes aseguraron “no podía esconder armas ni explosivos”… y corrió hasta la puerta de la mansión presidencial, donde fue sometido: en su bolsillo encontraron una navaja con hoja de 9 centímetros, y en su vehículo 2 hachas y un machete, así como 800 tiros de munición de diverso calibre.
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El lunes 22 González fue llevado ante un juez. La Fiscalía alegó que presentaba un peligro para la familia presidencial, por lo que quedó encarcelado sin fianza a la espera de su juicio en Octubre, donde enfrenta una pena de hasta 10 años. Los familiares del acusado informaron que se trataba de un veterano de Irak, con desórdenes mentales por Síndrome de Stress Post Traumático, y el Ejército confirmó que Omar Tomás había servido desde 1997 hasta 2003, y de nuevo de 2005 hasta diciembre 2012, cuando se le dio la baja por incapacidad.
¿CÓMO SE FABRICA UN GOUVEIA?
El viejo dicho: “en materia de provocación, las consecuencias son las causas” nos ilumina el camino por las oscuras maquinaciones de los poderes secretos del Poder. Sirve tanto para una conspiración como la de las Torres Gemelas, como para un ejercicio artesanal como el que estamos viendo, para el cual sólo se necesita alguien mentalmente confundido y confundible, a quien se le monta un escenario del cual será protagonista y saldrá ileso. Eso explica la bonhomía y contención del servicio secreto con alguien que invade los jardines de la casa blanca y corre hacia el edificio. Cuando tratan de explicarlo, tontamente se delatan ellos mismos: “No era un asalto tipo militar. No tenía bolso, ni morral, ni armas a la vista. Y por informes previos de los funcionarios, parecía estar mentalmente disturbado”. ¡No disparen! es Salazar el Espía…
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Pero cuando se trata realmente de sorpresa, la cosa es diferente: hace un año, el 4 de Octubre 2013, Miriam Carey, de 34, asistente odontológica afroamericana de Stamford, Connecticut, con problemas mentales, manejaba con su hijita Erika de un año en el asiento trasero, a las 2:15 de la tarde chocó levemente una barrera de la Casa Blanca y se dio a la fuga. Se desató inmediatamente una persecución frenética, con carros de policía chocando con las barreras (esta vez en serio y destrozándose) hasta que el auto de Miriam quedó montado e inmovilizad sobre una isla de separación. Allí la rodearon y la acribillaron, a pesar que ni ella ni su bebé eran una amenaza para nadie.
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El primer misterio de esta provocación está en la “bondad” de la Policía de Virginia que suelta a un latino (veterano o no) protagonista de una persecución, detenido en posesión de 11 armas de fuego y un mapa de la Casa Blanca: esta inacción sólo se explica por la posterior supuesta “inacción” del Servicio Secreto cuando detiene al sospechoso, previamente reportado como amenaza al Presidente, y lo deja ir: lo único que explica el no interrogarlo es que sabían perfectamente quien era. Podemos apostar que ellos mismos fueron los que lo sacaron de la cárcel para utilizarlo y lo convencieron, con toda su autoridad, para ·colaborar con la seguridad del Presidente” montando un pequeño teatro. Efectivamente, González declara que su acción estaba dirigida (incluso a riesgo de su vida) a demostrar los puntos débiles en la protección de Obama, y seguramente argumentará y probará en el juicio que sabía que la familia presidencial no se encontraba en el lugar.
CUID PRODEST…
Voy con un latinazo: Séneca escribió “Cui prodest scelus, is fecit”: quien se beneficia con el crimen, ese es el autor. Y en el Servicio Secreto, sacudido por acusaciones de corrupción después del escándalo sexual de Cartagena, los beneficiarios serán los que no salgan perjudicados. Pero no se permitirían semejante montaje si no hubiera, además, un interés nacional, (léase interés presidencial) en asustar a los ciudadanos para justificar el ataque contra Siria y el apoyo a los nazis de Ucrania.
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Recientemente Obama insistió en la vieja teoría del “excepcionalismo” de los Estados Unidos, y en algo tiene razón: los Estados Unidos son la excepción que confirma todas las teorías de conspiración. Me despido, pero hay mucha tela que cortar: ya volveremos con Tomás Omar González y con Gouveia.