EEUU ha venido acuñando en los grandes medios de comunicación tres supuestos. El primero, que la situación que provocó la salida del anterior gobierno de Ucrania, fue por causa de las manifestaciones populares, las cuales en realidad fueron unas grandes guarimbas que el gobierno derrocado no tuvo la capacidad de denunciar como un golpe de estado en marcha, el cual se coronó con gran ayuda de occidente y un efectivo “golpe parlamentario”.
El segundo que el referendo que originó la independencia de Crimea y su sumatoria a Rusia, fue una anexión decretada por el gobierno ruso. Otros referendo pueden ser validos, este no.
Y el tercer supuesto, es que las poblaciones ubicadas en los territorios orientales son “pro rusos”, calificativo que busca crear un estigma en todos aquellos que cuestionan el actual gobierno de Ucrania, totalmente ilegitimo.
EEUU acude entonces, al lenguaje de la sanciones contra Rusia, olvidando que este no es país pequeño al cual puede doblegar, sino una gran potencia mundial, petrolera y gasífera, de cuya economía depende gran parte de Europa Occidental.
Europa sigue el lenguaje de las sanciones y se entrampa en una pelea con Rusia, que responde con acertadas acciones. Si bien, Rusia se ve afectada mientras busca alternativas a cada sanción, sus contundentes respuestas hacen temblar a los productores, empresarios y comerciantes europeos, así como a la población, temerosa de que la discusión no vaya a significar el corte del vital gas que viene de Rusia. Esto no acaba aquí