Latinoamérica hacia menos neoliberalismo

Aunque es innegable que todas las naciones del mundo y en particular las de América Latina se han tenido que adaptar a un mundo globalizado, eso no quiere decir que se acepte en su forma más agresiva; y en su lugar, se buscan sistemas más beneficiosos a la mayoría de la población.

Las tres últimas elecciones presidenciales ocurridas en la región han demostrado que la adopción de amplias políticas sociales por gobiernos progresistas, pueden asestarles golpes estratégicos a las fuerzas neoliberales y al capital monopólico pese a estas contar con los principales medios de comunicación y propaganda los cuales les han asegurado durante décadas esa hegemonía.

El pasado 5 de octubre, el presidente boliviano Evo Morales Ayma, primer líder indígena que llegó al poder en 2006, se alzó con un rotundo triunfo al obtener más de 60 % de los votos y demostrar que sus políticas sociales han penetrado profundamente en la economía, en el corazón y en la mente de sus coterráneos.

Recordemos que Bolivia, antes del gobierno de Evo, era uno de los países más pobres y atrasados de América Latina. En 2006, el Producto Interno Bruto (PIB)  era de 6 000 millones de dólares y ahora es de 34 000 millones.

Las reservas internacionales pa-saron de 1 300 millones a 15 000 millones de dólares, el crecimiento promedio anual ha sido de 5,5 %.

Los avances han sido notables en todos los sectores pues por ejemplo, en 2006 nueve de cada 10 bolivianos de origen campesino eran extremadamente pobres, sin tener acceso al agua potable, electricidad, salud, educación y casi ninguna alimentación. Datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), indican que la pobreza extrema bajó de 68,2 % en 2003 a 22 % en 2013.

Se logró eliminar en pocos años el analfabetismo y hoy la mayoría de esas personas continúa estudios para alcanzar el sexto grado.

Más de 4 000 médicos se han graduado en Cuba y la atención sanitaria gratuita se extiende a todo lo largo y ancho de la nación.

Evo le ha dado una atención especial a pobres, campesinos e indígenas que fueron explotados durante siglos y esa política resultó fundamental en su reelección.

En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff alcanzó la reelección en segunda vuelta con 51,6 % de los sufragios y el Partido de los Trabajadores (PT) logró así la victoria en las cuatro últimas elecciones, pese a la virulenta campaña desestabilizadora que llevaron adelante las fuerzas de derecha y los medios de comunicación como O Globo, O Estado de Sao Paulo, Veja, Folha y otros internacionales como The Economist y Wall Street Journal.

Tras la llegada de los gobiernos del PT en 2003, el crecimiento ha sido constante y si en 2007 ocupaba el décimo lugar por su PIB, en 2008 superó a Canadá, en 2009 a España; en 2010 a Italia y a finales de 2013 estaba a pocos puntos de Gran Bretaña que ocupa la sexta posición.

La inmensa asimetría que existía entre ricos y pobres se ha reducido con la puesta en marcha de numerosos programas sociales y más de 34 millones de personas salieron de la escala de pobreza.

Los índices de penuria se redujeron de 42 % en 2002 a 20 % en 2013; la tasa de desempleo es de solo 4,9 %, la más baja en toda la historia.

No obstante, de los 202 millones de habitantes, y pese a los esfuerzos de las administraciones Lula-Rousseff, aún existen 22 millones de personas bajo la línea de pobreza, y 50 millones necesitan ayuda del Estado para recibir asistencia médica ya que no pueden pagar la atención privada.

Desde la llegada de Lula al poder se iniciaron varios proyectos sociales como Hambre Cero, Brasil sin Miseria, Universidad para Todos, Mi casa, Mi vida, Bolsa Familia y Primer Empleo que facilita a los jóvenes el acceso al mercado laboral, además de los subsidios distribuidos y el aumento de 53 % del salario mínimo.

Como complemento directo se suma la financiación de la escolaridad infantil y la elevación del número de puestos de trabajo, además de construirse o estar en ejecución, 2 000 000 de viviendas para personas de bajos recursos. Todos estos programas han aumentado el poder adquisitivo de la población lo cual ayuda al desarrollo de la economía.

Por último, el Frente Amplio de Uruguay, en esta ocasión encabezado por Tabaré Vázquez, salió airoso en las elecciones con la aprobación de 46 % de los votos pero deberá ir a una segunda confrontación con el contrincante del Partido Nacional, Luís Lacalle.

Los uruguayos están eligiendo entre dos formas de gobernar distintas. Antes que el Frente Amplio llegara al poder con Tabaré en 2005, miles de nacionales estaban en situación crítica.

Los gobiernos neoliberales anteriores llevaron al país a una profunda crisis que explotó a partir de 2002 y que provocó 20 % de desempleo, 40 % de pobreza, 5 % de indigencia, el colapso de la infraes- tructura pública, en especial escuelas y hospitales.

La presidencia de Tabaré y de su sucesor, José Mujica, revertieron esa situación con la adopción de políticas sociales que disminuyeron drásticamente el desempleo y la pobreza, a la par que se captaron nuevas inversiones, se construyeron escuelas, liceos y hospitales, y se ampliaron el desarrollo energético, las tecnologías de la comunicación, la ciencia aplicada al agro, y se recuperaron para la producción numerosas empresas. Más de 50 000 uruguayos recobraron o mejoraron su visión mediante la Operación Milagro.

Fundamental ha sido que estos tres movimientos que agrupan a las mayorías en Bolivia, Brasil y Uruguay (MAS, PT y FA, respectivamente) realizan políticas a favor de las poblaciones desposeídas, unen sus fuerzas para acelerar la integración latinoamericana y consolidan las posiciones progresistas en organismos regionales e internacionales como Cepal, Unasur, Celac, ONU, Unicef, FAO, OMS.

Innegablemente América Latina está cambiando para bien de las grandes mayorías.

 



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Hedelberto López Blanch

Graduado de contador (1967) y Licenciado en Periodismo (1972). Ha reportado numerosos eventos internacionales celebrados en Cuba, Angola, Zambia, Mozambique, Libia, Tanzania, Qatar, Zimbabwe, Sudáfrica, Alemania y Rusia. Fue corresponsal permanente de Juventud Rebelde en Nicaragua y asesor de redacción del diario Barricada en esa nación centroamericana entre 1985 y 1987. Ha obtenido varios premios de periodismo.

 hedelberto@yahoo.es

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