Ucrania y las razones de Rusia

El conflicto armado interno que se desarrolla en el territorio del este de Ucrania, demuestra que la guerra se ha globalizado y que en consecuencia, cualquier conflicto, por más doméstico que parezca, adquiere una dimensión global porque en el mismo se implican inevitablemente los diversos factores de Poder que pugnan por mantener y acrecentar su hegemonía global o, preservar su espacio existencial en el mundo y proteger sus propios territorios de la amenaza de una guerra preventiva o convencional que modifique drásticamente la relación de fuerzas mundiales derivadas de los cambios operados en el planeta por el derrumbe del campo socialista y la prolongación de la crisis sistémica del Capitalismo.

La decisión de Ucrania de establecer una nueva relación comercial con la Unión Europea sin que modificara substancialmente sus antiguas y estructurales relaciones con la economía y la geopolítica de Los países de la Comunidad de Estados Independientes, CEI, y, en particular, con la Federación Rusa, era un tema de naturaleza interna de los ucranianos que, al igual como lo asumieron los otros Estados de Europa del Este y del Mar Báltico, podría haberse resuelto mediante los mecanismos constitucionales y legales de aprobación parlamentaria o de referendo popular, sin necesidad de producirse una gran confrontación política como la desatada en la Plaza de la Independencia que desembocó en el Golpe de Estado con el Presidente Yanukovik y la instauración de un gobierno sectario, con referentes de nazismo y rusofóbia, que terminó por conducir al país a un conflicto armado en las regiones del Donestsk y Lugansk, cuyas consecuencias humanitarias, materiales y militares están arruinando aún más a Ucrania y amenazan con afectar todo su entorno europeo.

El hecho determinante del cambio en la dirección de los acontecimientos políticos internos de Ucrania, fue la decisión de los sectores ultraderechistas del neo-facista partido Svoboda y el Sector Derecho, de baja convocatoria electoral pero organizados y financiados para la lucha insurreccional, de lanzarse al bloqueo y la toma de la sede del Parlamento Ucraniano, de mayoritario apoyo al Presidente Yanukovick, para imponer la firma del acuerdo de asociación comercial excluyente con la Unión Europea y, el descarado apoyo de los gobiernos dominantes en las decisiones de la Unión Europea como Alemania, Reino Unido y Holanda, para bloquear cualquier salida negociada al conflicto político – ya acordada en negociaciones con la Federación Rusa - provocando el Golpe de Estado que finalmente desató la resistencia de las poblaciones del Este (Donestskmbass y Lukansk), de la península de Crimea y la ciudad de Sebastopol y la ulterior desconocimiento de las autoridades de Kiev, incluyendo el electo presidente Poroshenko.

Contrario a las versiones de los voceros de los gobiernos de Ucrania, los Estados Unidos de América, Alemania, Francia y otros países europeos acerca de la pretensión de Rusia de apoderarse del Este de Ucrania, e incluso, de la totalidad de ese país, las evidencias afirman que Rusia no tienen interés en hacerse cargo de una Ucrania económicamente arruinada, con una profunda crisis política y un conflicto armado interno en el cual está siendo derrotado los ejércitos regulares e irregulares de Kiev, por cuanto se convertiría en una pesada carga económica y social de la Federación Rusa, en un momento en el cual, las autoridades rusas están trabajando por impulsar los cambios en su economía con el fin de insertarla, aún más, en la economía global, al lado de sus socios de los países BRICS, la Alianza Asia-Pacífico y el Acuerdo de Sanghay.

Las legítimas preocupaciones de la Federación Rusa se centran en el peligro para su seguridad nacional representada por la pretensión de los Estados Unidos de América y sus aliados de la OTAN, Japón y otros países de avanzar en su acercamiento a las fronteras rusas iniciado con la incorporación a la OTAN de los países de Europa del Este y del Mar Báltico- sus aliados durante la época soviética – para ejercer presiones políticas y militares que debiliten su posición como potencia mundial y con ello, neutralizar a su vecina estratégica, la República Popular China, y fortalecer su proyecto de reemplazar su debilitada hegemonía internacional.

Igualmente, la Federación tiene preocupaciones legítimas sobre la seguridad y bienestar de las poblaciones ucranianas de origen ruso que pueblan el este de Ucrania dado la actitud xenofóbica de los actuales autoridades de Kiev que han impulsado la expulsión del parlamento de los diputados y diputadas favorables a la amistad histórica entre los pueblos ucranianos y ruso, prohibido el idioma ruso como idioma oficial en Ucrania y eliminado la difusión de los canales en idioma ruso o procedentes de Rusia dentro del espectro radioeléctrico y televisivo de Ucrania y hoy mantiene - sin exitos - una operación militar centrada en el ataque a las zonas pobladas de la regiones rebeldes que hace presumir que en el supuesto que triunfara su ofensiva contra los milianos de Donestsk y Lugansk, se desataría una campaña deLlimpieza Etnica contra la minoría rusa que provocara una enorme crisis humanitaria en las mismas fronteras de la Federación Rusa.

Y finalmente, es comprensible la reacción de la Federación Rusa a los acontecimientos políticos del último año en Kiev porque un cambio radical en las fronteras estratégicas en Europa, combinado con una modificación de los equilibrios en zonas sensibles como el Medio Oriente y el Mediterráneo – expresado en la agresión a Libia y Siria y el apoyo a los grupos yihadistas en el Medio Oriente – conduce a una desestabilización total de la realidad mundial y con ello, a la posibilidad de una guerra de dimensiones globales en la que la única beneficiaria serían el hegemonista Estados Unidos de América y las viejas potencias coloniales europeas, en su inútil empeño de reimponer su imposible su hegemonía sobre todo el planeta.



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Yoel Pérez Marcano


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