¿Por qué occidente y el régimen de Kiev tienen que asesinar la verdad?

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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La detención e incomunicación de dos periodistas rusas durante el fin de semana pasado por parte de la policía secreta de Kiev, la SBU, se dijo que fue hecha sobre la base de la "seguridad nacional". Irónicamente, semejante admisión de parte de las autoridades de Kiev revela mucho más de lo que realmente intenta. Uno podría preguntar ¿periodistas, "armadas" tan solo de cámaras fotográficas amenazan la seguridad nacional? Deberíamos creerlo, así es. Debido a que cualquier verdad sobre la cual se esté informando en torno al carácter del régimen de Kiev apoyado por Occidente y su embestida contra el oriente de Ucrania, es en verdad una "amenaza muy real contra la seguridad" de este , es decir, la amenaza de ser denunciado por crímenes de guerra y una ilegal agresión contra Rusia. Las consecuencias legales para el régimen de Kiev y sus patrocinadores occidentales serían devastadoras.

Se identificó a las dos periodistas como la corresponsal, Elizaveta Jramtsova, y la fotógrafa de prensa, Natalia Kalysheva, ambas trabajando para la publicación LifeNews radicada en Moscú. El director de la publicación informó que él solo se enteró de la detención de su personal luego que una de ellas logró hacer una precipitada llamada telefónica antes que fueran "desaparecidas". Su paradero era totalmente desconocido incluso después que varias horas pasaron luego de su detención. Esto equivale a un secuestro y constituye un grave atropello al derecho internacional. El ministerio de relaciones exteriores de Rusia ha exigido que ambas sean liberadas de inmediato. Se informó que el SBU en Kiev solo confirmaría que las dos mujeres serían "expulsadas en el futuro cercano" y que se les negaría en el futuro el ingreso a Ucrania.

Un segundo aspecto sobre el brutal tratamiento a las periodistas rusas es el siguiente: el absoluto e imperativo impedimento de la propaganda falsa de Occidente contra Rusia con relación al conflicto de Ucrania fue totalmente denunciado. Más de 80 periodistas profesionales rusos han sido expulsados de Ucrania desde que el conflicto estalló el año pasado. Por lo menos cuatro han sido asesinados por disparados directos de las fuerzas de Kiev. ¿Qué es lo que teme el régimen de Kiev y sus patrocinadores occidentales?

Washington y sus aliados europeos, como también la alianza militar de la OTAN, durante meses han estado agitando quejas y temerarias aseveraciones en el sentido que Rusia invadió el oriente de Ucrania con miles de soldados y divisiones mecanizadas. Estos provocativos reclamos sobre la supuesta "agresión" rusa se han estado amplificando incesantemente y sin que medie ni la más leve investigación o verificación por parte de las principales publicaciones de prensa occidental, incluyendo la BBC de Londres, France 24, Deutsche Welle, CNN y el New York Times.

De extaña manera, estas corporaciones occidentales mil millonarias no parecieran tener los recursos para enviar equipos de periodistas y camarógrafos a las zonas de conflicto de Donetsk y Lugansk en el oriente de Ucrania, para brindar una extensa y apropiada cobertura. Cualquiera pensaría que esa sería una prioridad básica, dado el supuesto deber de informar sobre la violencia extrema y también brindar las implicancias de una guerra total debido a las acusaciones occidentales contra Moscú. Todo lo contrario, los medios corporativos occidentales confían de manera regular y repiten lo que dicen las dudosas "fuentes" del Departamento de Estado norteamericano, la OTAN y del régimen de Kiev.

Quizás nunca una guerra en el territorio europeo ha estado tan mal cubierta en el real y verdadero sentido de la cobertura periodística. ¿Por qué semejante escasez de noticias desde el lugar de los hechos? Una vez más: ¿Qué es lo que temen? ¿Por qué el estudiado desgano de los medios occidentales para descubrir "la noticia"? Que por cierto, sería una gran primicia.

En realidad, en las raras ocasiones en que los medios occidentales se molestan en informar desde el lugar de los hechos, sobre el conflicto ucraniano, la información franca tiende a contradecir o por lo menos a no substanciar la gran narrativa occidental que sostiene que todo es culpa de Rusia por subvertir Ucrania subrepticiamente. En innumerables ocasiones, el augusto New York Times –supuestamente el máximo bastión del periodismo norteamericano—ha sido descubierto fabricando o traficando afirmaciones no corroboradas en torno a la supuesta presencia militar rusa en Ucrania. Los periodistas del New York Times también han confirmado a través de un raro despacho desde el lugar de los hechos –aunque con rodeos—que las milicias de autodefensa de Donetsk y Lugansk están conformadas por habitantes locales y no por tropas rusas encubiertas, del mismo modo, la milicia no está siendo secretamente armada por el estado ruso. Sin embargo, este hecho básico no ha impedido al NYT en la mayoría de las oportunidades que trafique con rumores e insinuaciones que cuadran con la narrativa anti-rusa. En otro extraño despacho posterior al cese del fuego de Minsk, el NYT también confirmó que el ejército del régimen de Kiev apoyado por Occidente, estaba cañoneando de manera indiscriminada sin tener idea de las coordenadas de los luchadores de las autodefensas enemigas. Este periódico como en broma se refirió en ese despacho que la artillería de Kiev empleaba prácticas de "dispare y olvídese". Debemos tener presente que alrededor de cinco mil personas han muerto desde que el régimen de Kiev lanzó su ofensiva hace diez meses. Más de la mitad de las víctimas son civiles y muchos de ellos han sido asesinados por el cañoneo indiscriminado de unidades del ejército de Kiev y de la Guardia Nacional, disparando contra áreas residenciales con cohetes, morteros y misiles balísticos. La ciudad de Gorlovka, cerca de Donetsk brinda un ejemplo de toda esta criminal historia con cerca de 100 civiles muertos, incluyendo niños cayendo bajo el cañoneo incesante contra casas, apartamentos, iglesias, hospitales, escuelas y espacios públicos de parte del ejército de Kiev desde el mes de abril pasado.

Pero ahora nos estamos aproximando a lo que más temen Occidente y el régimen de Kiev. La perspectiva apunta derecho hacia el punto. Rusia no ha invadido el oriente de Ucrania. Rusia no ha enviado tanques, unidades de artillería, obuses o camiones cargados con fusiles de asalto ni tampoco lanza-cohetes. Lo único que Moscú ha suministrado son convoyes de ayuda humanitaria.

Los ciudadanos rusos que pudieran estar combatiendo en el oriente de Ucrania, son voluntarios privados que por su propia voluntad y a su propio desembolso, han tomado la iniciativa de unirse a las milicias de autodefensa étnico-rusas en un acto de solidaridad con el pueblo del Donbass con el cual Rusia tiene siglos de parentesco. La naturaleza voluntaria de estos luchadores rusos en el oriente de Ucrania ha sido admitida –involuntariamente—en un informe de un programa noticioso propagandístico dirigido por la CIA en la Radio Europa Libre (ver en ediciones anteriores de esta columna más detalles sobre informes del New York Times y de Radio Free Europe publicados en este sitio el 7 de mayo de 2014 y 29 de octubre de 2014 respectivamente).

Agregado a este notorio aspecto, está el hecho que el régimen filo nazi de Kiev –que llegó al poder a través de un golpe de estado patrocinado por Occidente en febrero del año pasado—está cometiendo odiosos crímenes contra la humanidad, incluyendo el entierro de las víctimas en fosas masivas y del empleo de bombas racimo contra centros civiles. Este régimen no es un "movimiento pro-democracia" como de manera mendaz y escandalosa lo pinta Occidente. Está siendo apoyado y se le permite continuar con su criminal ofensiva financiada con miles de millones de dólares y ayuda militar de parte de Washington y Bruselas, con dinero de los contribuyentes occidentales.

Los gobiernos occidentales, la OTAN y los medios de prensa están acusados de ser cómplices y promotores del terrorismo de estado en el oriente de Ucrania. Los medios de prensa occidentales son cómplices de distorsionar los hechos, suprimiendo la verdad y ocultando los crímenes sistemáticos lo cual constituye en si, bajo el derecho internacional, un grave crimen de guerra. No hay diferencia entre los crímenes cometidos por Josef Goebbels, ministro nazi de propaganda y el desempeño de los medios corporativos de prensa occidental. Ambos son culpables de facilitar los crímenes de guerra y el terrorismo de estado a pesar de sus pretensiones de objetividad e independencia.

Aparte de raras e involuntarias admisiones de Occidente en torno a la real situación en Ucrania, las únicas fuentes que en realidad están brindando una semblanza de la verdad sobre todo el horror apoyado por Occidente son los ciudadanos blogueros de las regiones orientales como también las autodenominadas autoridades independientes de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, que se han negado a reconocer la legitimidad de la junta patrocinada por Occidente encabezada por el presidente oligarca Petro Poroshenko y el primer ministro, agente de la CIA, Arseniy Yatsenyuk.

Una tercera fuente respetable de información sobre los campos de la muerte de Ucrania y sus bloqueadas regiones orientales son los periodistas rusos. Cuando tres fuentes separadas relatan historias consecuentes, eso resulta significativo y uno puede confiadamente asumirlas como una justa aproximación a "la verdad". Como se menciona anteriormente, cerca de ochenta periodistas rusos trabajando para prestigiosos órganos de prensa han sido detenidos por la policía secreta de Kiev y cuatro han sido asesinados en medio de violentas circunstancias en el este de Ucrania. Las evidencias filmadas y los relatos de testigos indican que estos profesionales de la prensa fueron deliberadamente atacados por los militares de Kiev. Un crimen de guerra adicional según el derecho internacional. Podríamos imaginar el clamor desatado si por ejemplo periodistas de la BBC fueron muertos a tiros o volados por los aires por fuerzas rusas. El clamor sería interminable. Pero cuando el régimen de Kiev apoyado por Occidente mata a periodistas rusos no resulta noticioso para los medios de prensa occidentales. Este retorcido prejuicio probablemente se debe a que los periodistas rusos son "espías del Kremlin" y por lo tanto se lo merecen.

Los ataques contra periodistas en Ucrania constituyen una severa denuncia de las fraudulentas aseveraciones de Occidente en el sentido que respeta el derecho a la libertad de prensa, en torno a esto, Occidente armó un escándalo con motivo de la masacre en la revista Charlie Hebdo en París en mes pasado.

Pero lo más importante es la genuina operación de cobertura de los medios independientes en Ucrania, lo cual constituye una amenaza mortal para la existencia del régimen de Kiev apoyado por Occidente. Esto, debido a que arroja luz sobre la criminalidad de la junta y la colusión de los gobiernos y medios de prensa occidentales apoyando a criminales. Por otra parte, la odiosa narrativa occidental que trata de criminalizar a Rusia, resulta completamente falsa y plagada de mentiras. Las sanciones económicas occidentales contra Rusia y los redobles guerreristas de la OTAN dirigida por Estados Unidos, serían vistas como lo que son: apiladas y enmarcadas en una construcción de falsedades, distorsiones y aparatosas mentiras. Quedará claro que no es Moscú quien debe ser sancionado, sino más bien Washington, Berlín, París y Londres y todos aquellos gobiernos europeos que apoyan al criminal régimen de Kiev.

Es enorme lo que está en juego en la guerra propagandística de Occidente contra Rusia. Si la propaganda fuera denunciada, entonces los gobiernos y las empresas periodísticas occidentales deberían ser procesados por sus groseras infracciones al derecho internacional, incluyendo ofensas capitales e incitación a una guerra más amplia contra Rusia. Por otra parte, Rusia debería en consecuencia ser compensada con miles de millones de dólares por esta ilegal agresión que incluye daños económicos y difamación. De mismo modo, si las masas occidentales conocieran todo el alcance de la criminalidad de sus gobiernos y medios de prensa habría un alto costo que pagar en las calles.

Es por eso que los periodistas rusos y otros profesionales independientes deben –a toda costa—ser asesinados, secuestrados, intimidados o deportados de Ucrania por este régimen apoyado por Occidente. Occidente no puede permitirse –de ninguna manera puede permitirse—que los hechos entorpezcan su narrativa que trata de criminalizar a Rusia.




 



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Finian Cunningham

Analista internacional


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