La burguesía financiera mundial ha pretendido romper todas las fronteras de los Estados Nacionales, tanto las de los Estados del centro Capitalista mundial como la de los Estados periféricos y aún, de las potencias emergen resistentes a su hegemonía, con el objeto de darle a la hegemonía imperialista un carácter global, es decir, el control directo del funcionamiento de la economía, la dirección de los órganos políticos y judiciales de la comunidad internacional e imponer dominio su dominio militar frente a cualquier desafío por parte de otras potencias.
Ello explica cómo, frente algún desafío en alguna región del planeta, el aparato de guerra global de las fuerzas imperialistas y colonialistas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, es movilizada parcial o totalmente, según sea el desafío bélico y político planteado y el nivel de consenso que logran alcanzar los agentes políticos nacionales del Capital, quienes utilizan globalmente toda la "artillería mediática de saturación" para legitimar ante la Humanidad la acción armada de sus ejércitos contra los pueblos, la cual es secundada por sus aparatos políticos internos, regionales y mundiales, quienes se encargan da refrendar la acción terrorista de los ejércitos al criminalizar al adversario, presionar a los que manifiesten inconformidad con tales comportamientos agresivos e injerencistas y amenazar con represalias económicas y financieras, e incluso militares, a quienes pretendan asumir una posición solidaria con los pueblos agredidos.
Esta nueva y peligrosa situación que hoy padece la comunidad internacional solo tiene tres resistencias importantes: la primera la constituye la Federación Rusa y sus aliados de la región euroasiática, decididos a impedir por cualquier medio de imposición de la hegemonía imperial-colonialista del eje Washington-Berlin-Tokio. En segundo lugar la República Popular China, cuya potencia económica y condición acreedora del Capitalismo desafiante le permite controlar los impulsos agresivos contra sus intereses en la región Asia-Pacífico y, en tercer lugar, la región de América Latina y el Caribe que en los últimos 10 años ha desarrollado un novedoso proceso de integración y cooperación económica, política y financiera que les ha permitido afirmar un proceso de soberanización e independencia respecto a la vieja hegemonía imperial de los Estados Unidos de América.
En ese marco, la decisión de apoyar la posición injerencista del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela y a la derecha que sigue intentando derrocar por la violencia el gobiernos democrático y constitucional del Presidente Nicolás Maduro Moros por parte del Parlamento de la Unión Europeo, o Eurocámara, con sede en Bruselas y en el cual se dan cita 785 diputados electos en los 28 países que la integran y cuya composición mayoritaria favorece a los agentes políticos del gran capital global identificados como "populares", "liberales", "socialdemócratas" y "socialistas", es coherente con las posiciones neocolonialistas e imperialistas que las elites gobernantes y sus determinadores del gran Capital Financiero vienen sosteniendo en sus respecticos países, los cuales se ven acompañados por una lista de antiguos Estados Socialistas de Europa del Este que cayeron en manos de grupos burgueses mafiosos que entregaron a los Barones del Capital de Berlín, Paris, Roma, Madrid y Bruselas el patrimonio industrial y agrícola que habían logrado desarrollar en 50 años de construcción del cuestionado modelo socialista estatista, restrictivo de libertades pero altamente garantista de los derechos sociales del modelo socialista soviético.
Se trata de una decisión coherente con el carácter recolonialista y neoimperial que han asumido los órganos de gobierno de la Unión Europea y la OTAN, cuyas políticas están dirigidos a acompañar al gobierno imperialistas de los Estados Unidos en todas sus aventuras agresivas e injerencistas en el mundo con el objeto de rediseñar el mapa del mundo en favor de sus corporaciones financieras y el control de los grandes yacimientos de petróleo, minerales estratégicos, tierras cultivables, grandes mercados y rutas de conexión comercial, que les asegure un papel dominante en esa nueva distribución colonialista del mundo, como estuvieron acostumbrados desde el siglo XVI, después de la invasión al continente americano y sus empresas esclavistas y comerciales en Asia, Africa y Oceanía.
El Parlamento Europeo de Colonias no puede pretender darle lecciones de Democracia a Venezuela y al mundo porque en el siglo XXI aún están gobernados por monarquías parasitarias al margen del voto popular, no pueden reclamar derechos humanos porque son Estados responsables del genocidio de millones de seres humanos en sus guerras de agresión y menos pueden exigir la libertad de presos contra-revolucionarios mientras mantienen la complicidad con el gobierno de los Estados Unidos en el secuestro y tortura de prisioneros en la cárcel de Guantánamo y la de sus aliados de Israel y por todo ello, carecen de autoridad moral y política para darle lecciones al gobierno democrático de Venezuela que ha soportado durante 16 años la campaña de agresiones y acciones golpistas y terroristas de la derecha contra-revolucionaria que ha dejado decenas de muertos y miles de heridos y miles de millones en pérdidas económicas para el Estado, las empresas y la población, por lo que, en ningún caso, el pueblo digno y soberano de Venezuela y su gobierno se dejará confundir e intimidar por estas maniobras políticas de viejas potencias coloniales, erigidas sobre la sangre y el dolor de los pueblos de Africa, Asia, Oceanía y América Latina.