Investigar durante más de 20 años las finanzas de una organización mundial como la Federación Internacional de Football Asociado, mejor conocida como FIFA, da un conocimiento completo de la estructura, funcionamiento, negocios y negociados de esa organización y de sus dirigentes, suficiente como para lanzar un ataque imprevisto en un momento de amplia exposición pública y sensible situación interna por estar celebrando las elecciones para designar su poderoso Comité Ejecutivo, cerebro y bolsillo de la corporación capitalista no empresarial más importante del planeta tierra.
Sin embargo, para el todopoderoso Federal Bureau of Investigations, FBI, tantos años de trabajo y de acopio de información sensible sobre posibles actividades criminales por parte de la organización, algunas de sus filiales y varios de sus directivos, no fueron, aparentemente suficientes para asestarle a la FIFA un golpe certero y demoledor que destruyera su imbatibilidad frente a otros poderes del mundo que siempre han visto con envidia y hasta con resentimiento que los “Barones” sucesores del mítico Jules Rimet, se hayan resistido a la órdenes del hegemón mundial: los Estados Unidos de América y sus aliados de la Organización del Tratado Atlántico Norte, aunque siempre hayan estado dispuesto a cooperar con algunas de sus decisiones sobre la adjudicación de sedes mundiales que no llenaban los exigentes requisitos planteados por la FIFA, como el emblemático caso de Qatar; un minúsculo Emirato desértico del Golfo Pérsico, con una escasa población y cuyo desarrollo deportivo solo se cuenta por el número de estrellas en el ocaso de su vida deportiva, como el español Xavi Jiménez o Armando Maradona.
Entonces, como fue posible que tan larga investigación y con tantas supuestas evidencias contra la FIFA y sus directivos no fueran determinante para ponerle “los ganchos metálicos” a todos y cada uno de los directivos de FIFA, suspender su Congreso de ésta semana y con ello, impedir que el supuesto “Capo di Todo Di Capi” de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, fuese electo por renuncia de su rival, el Príncipe hachemita Jordano Alí, favorito del gobierno de los Estados Unidos, luego de que en la primera vuelta el hoy reelecto Presidente de FIFA alcanzara 130 votos de los 209 electores y su contendor, solo alcanzó algo menos de la mitad, algo así como 70 votos?.
El paso de los días siguientes a las elecciones de la FIFA y luego que sus dirigentes se hubieran recobrado del impacto de la sorpresiva operación policial llevada por la Policía Suiza, con el apoyo del FBI estadounidense, y que los analistas políticos incursionaran desde su visión geopolítica en el “juego de las patadas y los goles”, ha estado centrado en las motivaciones reales que ha tenido el gobierno de los Estados Unidos de América para involucrarse en una operación policial y judicial internacional sobre una organización que goza de un estatus cercano a las Misiones Diplomáticas, cuyos inmensos caudales forman parte de la bóvedas inexpunables de los poderosos bancos radicados en Suiza y cuyas primeras víctimas son fundamentalmente dirigentes deportivos provenientes de federaciones deportivas de América Latina y el Caribe, varios de escasa gravitación en las competencias internacionales como Barbados, Trinidad y Tobago y Venezuela que nunca han participado en un Campeonato Mundial, mientras que el poderoso y mafioso football europeo, con sus partidos arreglados en Italia, las contrataciones fraudulentas de grandes estrellas del balompié y de futuros promesas menores de edad en España, la presencia de blanqueo de capitales en Euroasia y de grupos de delincuencia organizada en Europa del Este, pudieran ser motivos más concreto para intervenir y alcanzar resultados concretos.
Los hechos recabados y los análisis profundos delos mismos apuntan a concluir que ésta operación no fue contra Joseph Blatter sino contra el imperio financiero y comercial de la FIFA y estuvo dirigido a modificar el grado de autonomía que esta organización mundial ha logrado mantener durante sus algo más de 100 años de existencia, lo cual no impide pero de alguna manera no favorece el desarrollo del proyecto mundial de rehegemonización del planeta por parte de los Estados Unidos de América, lo cual exige controlar e influir en el conjunto de las organizaciones de naturaleza estatal y no estatales – como la FIFA – cuyo concurso es esencial para direccionar la sociedad mundial en el sentido que ya se pretende mediante el uso de la amenaza de la fuerza, la desestabilización política, económica y financiera interna y el uso de la guerra de manera directa – como en Afganistán o, indirectamente a través de agentes encubiertos como el Califato Terrorista de ISIS en los territorios de la República Arabe Sirias y en la República de Irak.
Imposibilitado de vencer en su jugada geopolítica contra la FIFA, el presidente Barack Hussein Obama optó por hacer lo que es hoy es doctrina de guerra del siglo XXI: atacar y destruir para reconstruir, apoyado en este caso de aliados poderosos como la UEFA de frustrado candidato Michel Platini, las petro-monarquías feudales del Golfo Pérsico y algunas federaciones asiáticas y del continente americano a quienes. De seguro, les ofrecieron compensaciones atractivas en caso de derrocar a Blatter e imponer a su delfín, el Príncipe Jordano.
Lo de Obama fue una “chapuza” policía-judicial, comparable al vergonzoso Maracanazo que le propinó la selección Uruguaya a los brasileños en su propio Campeonato Mundial de 1950 y que debió avergonzar al FBI tanto como a los cariocas de ayer y hoy, porque salvo haber podido detener a algunos presuntos directivos corruptos de América Latina y el Caribe, no impidió la elección de Blatter, no fraccionó a la FIFA y, lo que fue peor para sus objetivos, se descubrió el evidente propósito geopolítico del hegemón imperial que se muestra tan debilitado hoy, que ya no es capaz de ganarle una jugada al anciano presidente de la FIFA, Joseph Blatter.
