En 1963, Allan Dulles,¹ jefe de la CIA en la época de Girón, escribió un libro titulado El Arte de la Inteligencia , que dedicó uno de sus capítulos a la estrategia de subversión contra la URSS, en el que apuntó
“Sembrando el caos en la Unión Soviética sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos.
Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia.
[…]
La honradez y la honestidad serán ridiculizadas y presentadas como innecesarias, y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo y la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso. Todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor”.
Fue precisamente Dulles quien refiriéndose a la triunfante Revolución Cubana el 12 de febrero de 1959 señaló: “Cual niños ellos serían capaces de hacer casi cualquier cosa”. Con su estilo prepotente, nos juzgaba como a niños descarriados que merecían castigo, pero advertía que había que hacerlo con habilidad, mañosamente.²
El triunfo de la Revolución Cubana el 1o de enero de 1959, marcó el inicio de una etapa aún más difícil de la historia patria, en cumplimiento de un presagio de Fidel en su discurso al pueblo reunido en el campamento militar de Columbia, sólo siete días después.
La primera razón de esa dificultad la definió el propio Comandante en Jefe en los días previos a Girón, cuando expresó que no nos perdonarían jamás haber hecho una Revolución Socialista a 90 millas de sus costas, desmontando, con empeño nacionalizador y soberano, una dominación neocolonial que sumía a la Isla en la miseria y la injusticia, mientras los magnates se agenciaban millonarias ganancias y los gobiernos recibían órdenes de la embajada de EE.UU.
El castigo solicitado por Dulles a causa de nuestra rebeldía, comenzó desde el triunfo mismo, y así iniciaron las conspiraciones y agresiones. Uno de los pilares de la estrategia de EE.UU. y la proyección de su agresividad contra la Isla fue el empleo de la contrarrevolución, tanto interna como externa, y la subversión política e ideológica, que halló cuerpo en la propaganda enemiga y el agrupamiento contrarrevolucionario.
Fue interés nacional de EE.UU. subordinar las actividades de la contrarrevolución a los lineamientos de la política de Washington.³ Todo ello formó parte de la prioridad de seguridad nacional que para la Casa Blanca constituía en ese entonces la lucha contra los Movimientos de Liberación Nacional; el socialismo y la URSS.
El método elegido queda claro al analizar el discurso de los líderes de la época. En un encuentro realizado con especialistas de la comunidad de inteligencia, John F. Kennedy expuso lo siguiente: “En la medida en que los medios militares se tornan más mortíferos, que una creciente cantidad de países tienen acceso a ellos, la guerra de subversión, la guerra de guerrillas y otras formas de lucha adquieren mayor significación. En la medida en que las armas termonucleares sean más poderosas, y existan menos posibilidades para su empleo, las operaciones subversivas desempeñan un papel cada vez más relevante”.⁴
La propia invasión a Playa Girón constituyó una de las formas de aplicación práctica de esta doctrina. El empleo de una fuerza mercenaria, sustituta de las propias fuerzas estadounidenses, entrenada y asesorada por esa nación, cuya pretensión era iniciar en Cuba una resistencia que pudiera recibir el apoyo directo de EE.UU. y de esa forma derrocar al Gobierno Revolucionario.
El fracaso de Girón hizo al propio Kennedy indicar: “[…] examinar de cerca todas nuestras prácticas, y programas en las áreas de las actividades militares y paramilitares, insurgencia y contrainsurgencia que no sean de guerra abierta. Pienso que necesitamos reforzar nuestro trabajo en este campo”.⁵
La solicitud de Kennedy fue cumplida, y como resultado de las experiencias analizadas, nuevas formas de guerra encubierta y agresión subversiva se desataron contra Cuba. La Operación Mangosta y el periodo que se recoge en nuestra historia como la Lucha Contra Bandidos, fueron la ejecución práctica de la intención del gobierno de EE.UU., de destruir a la Revolución Cubana sin necesidad de una agresión militar directa contra la Isla o como preludio de esta.
El núcleo central de esta etapa fue el empleo de la contrarrevolución interna y las bandas armadas, como fuerzas sustitutas o auxiliares, mientras el escenario de subversión era reforzado con todo tipo de acciones de guerra económica, sabotaje y operaciones de inteligencia de la CIA, entre otras.
Un memorando del Departamento de Defensa, de fecha 25 de julio de 1962, resume estas intenciones. Al hacer una revisión de la Operación Mangosta, en el punto referido a sus objetivos señala: “[…] EE.UU. ha emprendido esfuerzos especiales con el objetivo de ayudar a Cuba a derrocar a un régimen comunista”, para ello, eran necesarias, entre otras, “acciones encubiertas, políticas y económicas, para inspirar una revuelta en Cuba o desarrollar la necesidad de una intervención de EEUU”.⁶
El fracaso de estos y otros planes no significó la renuncia a este tipo de procedimientos para intentar derrocar al Gobierno Revolucionario y restaurar el capitalismo en Cuba. De una forma u otra, tal proceder ha sido una constante en el conflicto histórico entre ambas naciones, que ha entrado, a partir del 17 de diciembre último en una etapa singular y novedosa.
En aquellos momentos de nuestra historia tiene su génesis la utilización de la Guerra No Convencional como forma de agresión de EE.UU. contra Cuba. Es necesario saber si en los nuevos escenarios se renunciará a las acciones subversivas y encubiertas, a fin de lograr el ansiado objetivo para el cual han declarado ineficaz una política de más de 50 años. A ese empeño dedicaremos nuestros análisis en esta serie de trabajos.
Referencias:
1. Allen era el hermano menor de John Foster Dulles, Secretario de Estado de Eisenhower y asesor de política exterior de la mayor confianza. Los dos hermanos estaban en constante y fácil comunicación; a menudo, después de un día de trabajo, Allen pasaba por casa de Foster para repasar asuntos pendientes. Nunca un Secretario de Estado y un Director de la CIA disfrutaron de una relación tan cerrada. Esto molestó a algunas personas: “Es una relación que sería mejor no tuviera que existir”, comentó el presidente de un comité nombrado por Eisenhower para investigar la agencia. Eisenhower no estuvo de acuerdo: “Parte del trabajo de la CIA es extensión del trabajo del Departamento de Estado”. Tomado de: Guerras Encubiertas, Piero Gleijeses, Cubadebate, 25 de enero 2015.
2. Alarcón de Quesada, Ricardo: Medio siglo de Revolución. Cincuenta momentos históricos, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2008, pp. 5-9.
3. Valdés-Dapena Vivanco, Francisco: Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba, Editorial Capitán San Luis, p. 8.
4. Ibídem.
5. Ibídem.
6. Office of the Secretary of Defense. Memorandum for the Special Group (Augmented) 25 julio 1962.
La Guerra No Convencional de EEUU contra Cuba (II)
Como expresamos en la primera parte de este trabajo,¹ los errores que condujeron al fracaso de la invasión mercenaria de Playa Girón fueron minuciosamente analizados por la administración Kennedy. A raíz del fracaso, Kennedy confió al general Maxwell Taylor la misión de describir, explicar y establecer conclusiones sobre las causas que determinaron la debacle de la Operación Pluto.²
La designación de un general para esta tarea no se considera por los historiadores una casualidad. Era indiscutible que el Departamento de Defensa de EE.UU. tendría una importante presencia en los nuevos planes subversivos contra Cuba, oponiéndose a criterios existentes en la época entre jefes del Ejército de EE.UU., de que la Guerra No Convencional no merecía consideraciones serias o esfuerzos de los militares.³
No obstante, como ya expresamos, el esfuerzo desplegado en la subsiguiente Operación Mangosta fue exhaustivo y contundente. Las agencias y el Departamento de Defensa de EE.UU., concibieron en conjunto una operación que aglutinó esfuerzos en casi todos los ámbitos de la vida nacional de Cuba. Planes de desestabilización que preveían el desarrollo de huelgas; demostraciones contra la Revolución; atentados contra principales dirigentes; sabotajes y rebelión abierta, etc.
En sus orientaciones la Operación Mangosta establecía: Cuando el movimiento popular ocupe un territorio importante de Cuba, debiera formar un gobierno provisional. Esto permitirá la ayuda abierta de América Latina y EE.UU. si se pide y es necesaria. Una situación de gobierno militar existirá para el periodo inicial y tenemos que insistir en el realismo de este periodo de transición que precede al control civil razonable .⁴
Pero, ¿por qué fracasaron tan abarcadores propósitos contra Cuba, a pesar de la minuciosa planificación y los millonarios expendios?
Recientemente, al referirnos en las páginas de Cubadefensa a la publicación del documento doctrinal más actualizado de EE.UU. sobre la Guerra No Convencional, la Publicación de Técnicas del Ejército 3-05.1 (ATP 3-05.1),⁵ alertábamos que en su interior podía hallarse el caso de Cuba, como “Ejemplo selecto de actividades de Guerra No Convencional patrocinadas por EE.UU.”. Sus aseveraciones, aunque referidas a la invasión mercenaria de abril de 1961, contribuyen a contestar la interrogante anterior.
La CIA cometió […] errores en su campaña de Guerra No Convencional contra Cuba. Aunque existían algunos esfuerzos razonablemente exitosos en el desarrollo de una clandestinidad, no estaban lo suficientemente diseminados o coordinados para organizar una campaña de resistencia popular sostenida .⁶
La información de Inteligencia sobre las condiciones en Cuba era insuficiente y engañosa .
Según los expertos estadounidenses, los esfuerzos de Guerra No Convencional contra Cuba en estos primeros años carecieron de mecanismos de apoyo e infraestructura encubiertos, así como de una adecuada preparación y organización política popular y clandestina, incluida la guerra de guerrillas .⁷
La autocrítica abarca incluso el área de las operaciones psicológicas, la propaganda y la subversión, que según afirman: deben ser adecuadas antes de tomarse la decisión de una acción armada .
En esencia, no existían condiciones en la Isla para el avance del esfuerzo no convencional. Entre esas condiciones, se hallan las que ya conocemos como de factibilidad y conveniencia: no había en Cuba un gobierno debilitado; una población segmentada, ni una oposición fuerte y capaz de resistir. En cambio, todos los recursos se emplearon para intentar quebrar la voluntad del pueblo mediante las carencias, las dificultades sociales y la subversión política.
En los años subsiguientes, los esfuerzos de Guerra No Convencional contra Cuba pretendieron corregir los “errores” de Girón y los que Mangosta tampoco pudo resolver. Las bandas armadas en regiones como el Escambray, cuya génesis se sitúa en los delincuentes, prófugos de la justicia y antiguos miembros de los cuerpos represivos de la tiranía, fueron indiscutiblemente estimuladas por EE.UU.
Quizás sea en este punto de nuestra historia, a mediados de los 60, donde las actividades de EE.UU. contra Cuba se aproximaron más al objetivo esencial de la definición de Guerra No Convencional: el empleo de una fuerza de resistencia, auxiliar y clandestina, en un área denegada, para derrocar a un gobierno adversario,⁸ lo que requirió el apoyo y suministro a esta por parte de las Fuerzas Armadas de EE.UU., incluidas las infiltraciones de sus unidades especiales.
EE.UU. había aprendido que los exiliados por largos períodos –aunque sean nativos del país objetivo– no son sustitutos para insurgentes activos operando dentro de la población⁹ y por ello, el bandidismo contrarrevolucionario subsistió hasta 1965, siendo incapaz de articular una resistencia efectiva contra el Gobierno revolucionario, pero dejando una estela de muerte, asesinatos, secuestros, violaciones y desmanes, cuyos ecos de dolor resuenan aún en nuestros días.
El fracaso de Girón, de la Operación Mangosta y la derrota de las bandas armadas, no significaron el fin de la violencia contrarrevolucionaria, ni de la aplicación de la Guerra No Convencional contra Cuba. Seguiremos su curso en una próxima entrega.
Referencias.
1. Ver La Guerra no Convencional de EE.UU. contra Cuba (I), publicado en http://www.cubadefensa.cu/?cu=
2. Valdés-Dapena Vivanco, Francisco. Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba. Editorial Capitán San Luis, p 9.
3. “Understanding Unconventional Warfare and U.S. Army Special Forces”, Teniente Coronel Grdovic, Mark, Revista Special Warfare septiembre-octubre 2006, pp. 14-24.
4. Valdés-Dapena Vivanco, Francisco. Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba. Editorial Capitán San Luis, p 38.
5, 6, 7, 8, 9. http://www.cubadefensa.cu/?q=
(Tomado de Cubadefensa)
La Guerra No Convencional de EE.UU. contra Cuba (III)
Aplastado el intento de fortalecer un movimiento de resistencia o guerrilla que fuera capaz de derrocar al gobierno revolucionario, las formas y métodos de agresión subversiva contra Cuba por parte de EE.UU. evolucionaron y se diversificaron. En lo adelante, habiendo comprendido que no existían en la Isla condiciones propicias para el éxito de una campaña de Guerra No Convencional (GNC), sucesivas administraciones yanquis, independientemente de su discurso político y en grado variable, han dedicado sus esfuerzos a intentar crear en nuestro país un escenario más propicio para sus intereses.
La GNC contra Cuba, luego del fin de las bandas armadas, no alcanzaría más su objetivo de articular una resistencia violenta o guerrilla, que pudiera recibir el apoyo directo de EE.UU. No obstante, el aliento a la contrarrevolución interna, con el objetivo de conducirla a tal fin y las acciones tendentes a crear las condiciones favorables para ello, van a caracterizar la política yanqui hacia Cuba a partir de la década de los setenta.
Ya desde 1960¹ existían planes de agresión radioelectrónica contra la Isla, que fueron reforzados bajo la administración Reagan en 1982, con la creación de lo que luego sería la Oficina de Transmisiones hacia Cuba, responsable de las mal llamadas Radio y TV Martí.
La agresión radial y televisiva contra nuestro país, que el Comandante en Jefe ha caracterizado como “una loca y fracasada aventura”², se inscriben en lo que la doctrina de la GNC define como Actividades de Información, dirigidas a “influir en las emociones de una audiencia determinada”³, con el fin de subvertir su ideología. Aunque la doctrina la sitúa como un esfuerzo organizado por una probable resistencia, a falta de esta, contra Cuba se ha realizado como política del Gobierno de EE.UU., a través de sus instituciones y con el dinero del contribuyente estadounidense.
La guerra económica contra Cuba tampoco puede aislarse de la estrategia de agresión no convencional. El bloqueo económico, comercial y financiero contra la Isla debemos situarlo como parte de los esfuerzos que pueden ser de carácter político, diplomático, informacionales, militares y económicos, mediante los cuales EE.UU. ejerce su poderío nacional en función de sus objetivos estratégicos.
Como sabemos, la GNC persigue explotar las vulnerabilidades del adversario y en el caso de Cuba, la economía ha sido objeto de ataque permanente, a fin de erosionar las bases de nuestra construcción socialista, presentando como única alternativa el retorno al capitalismo. El bloqueo puede considerarse el esfuerzo de GNC de más larga data en esta triste historia de agresiones subversivas.
Las décadas de los setenta, ochenta y noventa del pasado siglo, tienen otro signo que las identifica y que tampoco se desvincula de la GNC como forma de agresión. Para “preparar el ambiente” en Cuba, EE.UU. ha promovido, autorizado o no ha impedido, acciones de sabotaje, piratería, guerra biológica, atentados, secuestros, etcétera
La doctrina de la GNC define el sabotaje como “el acto dirigido a dañar, interferir u obstruir las defensas nacionales de un país, dañando o destruyendo de forma voluntaria materiales de guerra o defensivos, recursos, bienes, incluidos recursos humanos y naturales”.⁴ Desde la voladura del vapor La Coubre , pasando por la agresión biológica al sector agrícola o contra la población misma, hasta las bombas en los hoteles en los años 90, los sabotajes han sido una herramienta no convencional frecuente en la guerra contra Cuba. El capítulo más triste de esa etapa: la explosión de un avión civil cubano en pleno vuelo, con 73 víctimas mortales, el 6 de octubre de 1976. El autor confeso de ese crimen vive libre en las calles de Miami.
El derrumbe del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo exacerbaron en EE.UU. efímeras esperanzas de que la Revolución no resistiera tales embates. El incentivo a la contrarrevolución y la inestabilidad interna en Cuba también recibió en esta etapa otra vuelta de tuerca, mientras las carencias económicas generaban en el pueblo descontento y dificultades en escala sin precedentes.
El objetivo de todo ello fue señalado por Fidel en su alocución al pueblo, a raíz de los sucesos del 5 de agosto de 1994. Fidel señaló: “Ellos, naturalmente, quieren que se produzcan escenas sangrientas, quieren que haya una balacera, que haya muertos, para utilizarlos como instrumento de propaganda, en primer lugar; como instrumento de subversión, y, finalmente, como instrumento de intervención en nuestro país. La estrategia imperialista es crear una situación, crear el máximo de descontento dentro de nuestro país, dividir a la población, crear las condiciones más difíciles posibles y conducir a nuestro país a un conflicto, a un baño de sangre. ¡Sueñan con eso, añoran eso!”⁵
Es este el contexto en que surge la Ley Helms-Burton, aprobada el 12 de marzo de 1996, utilizando como pretexto fundamental el derribo de las avionetas de la organización contrarrevolucionaria Hermanos al Rescate y que tenía entre sus objetivos esenciales el “apoyo para una Transición Democrática en Cuba”.
Desde el punto de vista político, la llamada Ley de la libertad cubana y solidaridad democrática pretendía aumentar el clima de hostilidad en la política de EE.UU. hacia Cuba, para forzar la destrucción de la Revolución y desde el punto de vista económico, intimidar por todos los medios posibles a los empresarios extranjeros, para tratar de evitar las inversiones y el comercio internacional con Cuba.⁶
El fracaso de este y otros engendros anteriores como la Ley Torricelli (23 de octubre de 1992), no ha significado el fin de la agresión de EE.UU. contra Cuba ni la renuncia a uno de sus métodos fundamentales: La Guerra No Convencional.
Las causas de los fracasos permanecen invariables: no hay en Cuba condiciones para el funcionamiento de estas estrategias. Medio siglo de agresiones directas han probado su ineficacia para crearlas y es seguramente esa la causa de que asistamos hoy al momento histórico del cambio de método, anunciado por la administración Obama en su “nuevo rumbo para Cuba” el 17 de diciembre de 2014. ¿Quedará en el pasado la Guerra No Convencional?
Referencias.
1. El 17 de marzo de 1960, el presidente Eisenhower aprobó un plan presentado por la CIA para, entre otras cosas, crear una estación de radio de onda media que transmitiera propaganda sucia hacia Cuba, daba inicio a la larga y activa historia de la agresión radioelectrónica de EE.UU.
2. Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, presidente de la República de Cuba, en el acto central por el Aniversario 52 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el teatro Karl Marx, el 26 de julio de 2005.
3. Publicación de Técnicas del Ejército ATP 3-05.1 “Guerra No Convencional”, Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. John F. Kennedy, Septiembre de 2013. Ver en http://www.cubadefensa.cu/
4. Ibídem.
5. Comparecencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz ante la televisión cubana y las ondas internacionales de Radio Habana Cuba, efectuada el día 5 de agosto de 1994. (Versiones taquigráficas-Consejo de Estado)
6. Enciclopedia Colaborativa Cubana Ecured, consultada el 20 de marzo de 2015.
La Guerra No Convencional de EE.UU. contra Cuba (4ta Parte y final)
¿Quedará en el pasado la Guerra No Convencional (GNC) contra Cuba?
La interrogante planteada en nuestro anterior artículo, debe ser abordada partiendo de un contexto general.
Para el gobierno de EE.UU., la GNC es en la actualidad más relevante que nunca. Su historia, que se remonta hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, observó en el último quinquenio un violento realce, convirtiéndose en un comodín de la baraja imperialista, especialmente luego de la Primavera Árabe, cuyos ecos aún resuenan en Siria y cuyo influjo de derrocar gobiernos avanzó hacia Europa impactando naciones como Ucrania, y cruzó el Atlántico para intentar similares métodos contra la hermana República Bolivariana de Venezuela.
Nada de eso fue casual. Para EE.UU., la GNC es una “herramienta político-militar de utilidad estratégica, que bajo ciertas circunstancias, puede proveer la única opción factible para el alcance de los objetivos del gobierno, cualesquiera que estos sean, para influir, coaccionar, interrumpir o derrocar a un gobierno o autoridad gobernante; moldear actitudes o influenciar el comportamiento de poblaciones relevantes […] aplicando de forma directa o indirecta el poderío nacional de EEUU”.1
Su elevado nivel de riesgo político y su carácter mayormente encubierto la definen como una operación especial, generalmente invisible para sus víctimas, al menos, en sus primeras fases.
Según la doctrina de EE.UU. sobre la GNC, la primera fase de una campaña de este tipo, denominada Preparación, comienza probablemente después de “años de Preparación del Ambiente Operacional que pueden crear las condiciones para una rápida transición desde una etapa de creación de condiciones (shaping en la terminología estadounidense) a la primera fase oficial de la campaña de GNC”.2
Durante esta “preparación”, la participación de EE.UU. puede no ser notable, ni tener influencia negativa alguna en sus relaciones con el “país objetivo.
Las acciones dirigidas a preparar el ambiente para una campaña decisiva de GNC incluyen esfuerzos que también implican altos niveles de involucramiento de las agencias e instituciones del gobierno estadounidense, coherentes con el tipo de interacciones que el imperialismo sostiene con las naciones del Tercer Mundo.
En el caso del escenario bilateral actual entre Cuba y EE.UU., es notable que, aun después del 17 de diciembre de 2014, subsisten esfuerzos considerables en virtud de “preparar el ambiente” para tal fin, pues como sus propios ejecutores señalan: “estas actividades normalmente preceden, a veces en años, las operaciones que deben apoyar”.3
Evidencias de esos esfuerzos, constituyen la persistencia de la agresión mediante distintas plataformas comunicacionales, entre las que sobresalen la televisión satelital, la Internet y la telefonía celular, que como ya hemos mencionado, cumplen lo que en la doctrina de la GNC se denomina Actividades de Información. Las intenciones de “incrementar el acceso de Cuba a las comunicaciones y su capacidad para comunicarse de manera libre”4 pudieran servir al fin anterior, en caso de persistir en este tipo de métodos.
Son evidencias también el reconocimiento, por parte del gobierno de EE.UU., de una supuesta “sociedad civil cubana”, algunos de cuyos “representantes” pudimos ver en la reciente Cumbre de las Américas en Panamá, a codo con terroristas cuya culpabilidad en varios de los tristes hechos que hemos relatado en esta serie de trabajos está más que probada. Mientras EE.UU. pague y aliente a personas para intentar subvertir el orden interno en Cuba, la GNC no quedará en el pasado.
“Fortalecer a la sociedad civil cubana”; “empoderar al naciente sector privado cubano […] para así mejorar su nivel de vida y obtener una mayor independencia económica del estado”, son solo algunas de las líneas de la nueva política y parecieran objetivos nobles pero, como dijera el Maestro: lo esencial en política es lo que no se ve.
Como ha expresado el General de Ejército Raúl Castro Ruz: “nadie podría soñar que la nueva política que se anuncia acepte la existencia de una Revolución socialista a noventa millas de la Florida”, 5 lo cual nos permite no olvidar la existencia –o mejor dicho– la insistencia en un fin, pero ¿cuál será el método?
Queda claro que lo hecho hasta ahora ha formado parte de un “enfoque fallido”. Así lo han reconocido. Para lograr el mismo resultado deben emplearse “nuevos” métodos, quizás análogos a aquellos que pedía el señor Dulles en 1960 y que citamos en la primera parte de este trabajo.
En la última década los métodos para derrocar gobiernos se han perfeccionado al punto de que la ocurrencia de efímeras “revoluciones”, ocultan eficientemente las manos que han movido los hilos detrás del escenario y las que luego recogen los frutos de la nueva situación creada.
A tono con lo expresado por la mayoría de los líderes de Nuestra América en el más reciente cónclave regional, los pueblos al sur del río Bravo debemos prestar especial atención a las lecciones de la historia. Ese ha sido el objetivo de las ideas expuestas en estos trabajos.
Creemos en la posibilidad de que las agresiones encubiertas y las conspiraciones puedan quedar en el pasado, pero no tardaremos en identificarlas y denunciarlas mientras se insista en avanzar por esos caminos, históricamente condenados al fracaso.
La conclusión de esta serie de trabajos nos fue sugerida por un comentario de una compañera lectora a una de las primeras partes, donde se empleó la palabra “amistad” para definir el actual momento histórico de las relaciones entre Cuba y EE.UU.
No creemos que sea imposible la amistad entre los pueblos de nuestros dos países, ni hemos sido nosotros quienes la hemos impedido, pero para que ello suceda muchas cosas deben quedar en el pasado y entre ellas, las actividades subversivas y encubiertas que desde el triunfo mismo de la Revolución, han formado parte de la GNC de EE.UU. contra Cuba.
Referencias:
1. Publicación de Técnicas del Ejército 3-05.1 “Guerra No Convencional”, Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. “John F. Kennedy”, Septiembre de 2013. Ver enhttp://www.cubadefensa.cu/
2. Ibídem.
3. Ibídem.
4. Ver documento “Un nuevo rumbo para Cuba” enhttps://www.whitehouse.gov/
5. Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en la III Cumbre de la Celac, Costa Rica, 28 de enero de 2015.