A la Troika le interesa bien poco la opinión del pueblo. Tampoco a los acreedores de Grecia o a la canciller Merkel, y no digamos a Rajoy.
El pueblo griego dijo claramente OXI, no, a las pretensiones de imponer un acuerdo absolutamente indigno y sin embargo el gobierno de Syriza dirigido por Tsipras se vio obligado a capitular y aceptar lo que no quería.
Lo que han impuesto a Grecia es un nuevo rescate de 80.000 millones que saben que no podrá pagar, que saben que generará un nuevo retroceso de la economía griega, que saben que representa un mayor sufrimiento para todo el pueblo.
Y no les importa, porque lo que quieren es debilitar al gobierno de Syriza y, si pueden, echarlo abajo. Ya lo intentaron en el referéndum y perdieron, pero seguirán intentándolo.
No es la primera vez que atentan contra un gobierno democráticamente elegido y contra la decisión de un pueblo. Lo hicieron con Irlanda, cortándole la financiación para obligarle a un rescate draconiano.
Lo hicieron con Italia, cambiando el gobierno para poner a los "hombres de negro" impuestos por Bruselas. Lo hicieron con España, obligando a que PSOE y PP modificaran la Constitución y aprobaran el artículo 135 por el que se comprometen a pagar primero las deudas antes de atender a las necesidades de la población. Así es como están construyendo "su" Europa.
Pero quizás esta vez no sea igual. La imposición a Grecia ha causado una gran conmoción entre sectores importantes de la población europea que debería permitir una reacción solidaria, que hasta ahora ha sido bien escasa, no sólo con Grecia sino contra las políticas de austeridad que en toda Europa están causando un terrible daño.
La claudicación de Tsipras está teniendo repercusiones importantes. En Grecia, en primer lugar, donde la mayoría del Comité Central de Syriza se pronunció en contra del rescate; en el gobierno haciendo dimitir a los ministros contrarios a la cesión de Tsipras; ha habido huelgas en el sector público e importantes manifestaciones y Tsipras se ha tenido que apoyar en la derecha para que el Parlamento aceptara las imposiciones de la Troika.
Pero no todo está escrito. La resistencia del pueblo griego todavía no ha acabado. La solidaridad europea tiene que hacerse presente, porque los griegos solos no pueden, y puede hacerse mediante la movilización y derrotando a los gobiernos de la austeridad, en Portugal en octubre, a final de año en España.