Cuando aun falta un año para que se efectúen las elecciones presidenciales en Estados Unidos, ya se considera que éstas serán las más caras de toda su historia, con un gasto que superará los 6 500 millones de dólares.
Esos números permiten afirmar que lejos de ser el sistema político estadounidense una democracia, sería mejor denominarla como una moneycracia donde el dólar se ha convertido en el dueño y señor de los comicios.
En los primeros momentos entraron en la lid por la carrera presidencial, 14 candidatos republicanos y 5 demócratas pero ya algunos han ido quedando en el camino por diversos motivos, principalmente porque las donaciones monetarias no les habían correspondido lo suficiente.
El diario The New York Times ha revelado que más de la mitad del dinero recaudado por los candidatos republicanos hasta mediados de este año 2015 procede de unas 130 familias millonarias y sus respectivas compañías, mientras que por el lado demócrata la situación es parecida.
Las familias republicanas pudientes tratan de colocar a su mejor postor para intentar apoderarse de la Casa Blanca y por tal motivo han proliferados los candidatos de ese Partido, los cuales no caben en los escenarios preparados por las televisoras para efectuar los debates.
Solo un aspirante republicano entre todos los que corren en esa lid, dispone de su propio capital lo cual lo ha convertido en el más prepotente de todos: el multimillonario Donald Trump.
Solo en la primera mitad de 2015, aun muy lejos de las elecciones generales que tendrán lugar a finales de 2016, las recaudaciones totales de los casi 20 candidatos al podio se cifraron en más de 400 millones de dólares, según Timothy Garton Ash, profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford.
Con respecto a las campañas presidenciales del 2004 y 2008, la del 2012 se triplicó y la próxima romperá todos los record establecidos por el Don dinero.
Esto se debe a que en 2010, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó en un fallo sobre el caso Citizens United, que "prohibir el gasto corporativo independiente es impedir la libertad de expresión", es decir, los grandes monopolios ya pueden adosar cualquier cantidad de dinero para obtener sus propósitos sin que otras leyes, ni el gobierno, puedan prohibírselo.
La mayoría de las donaciones son canalizadas a través de los poderosos Comités de Acción Política (PAC, por sus siglas en inglés) que han sido autorizados a recoger cantidades ilimitadas de dinero procedentes de personas o compañías.
Desapareció de un plumazo la palabra democracia que significa el predominio del pueblo en el Gobierno de un Estado, para convertirse entonces en una especie de compañía corporativa donde los controladores del capital imponen por medio de sus engrasadas maquinarias y apoyados por la propaganda televisiva, radial y escrita, a sus pretendientes.
Y recuerden este dato: la cifra de gastos previstos solo en propaganda televisiva se elevará a 4 400 millones de dólares, superior al Producto Interno Bruto de varios pequeños países del llamado Tercer Mundo.
El PAC del candidato Jeb Bush, denominado Derecho a Alzarse, utilizará en programas de televisión cerca de 40 millones de dólares hasta febrero de 2016 para tratar de levantar la caída imagen de su postulante.
Cada vez se hace más efectivo el papel del dinero en el centro de la política norteamericana, lo cual fue denunciado ya en 1883 por Henry George, uno de los economistas más destacados de la época cuando afirmó: "el gobierno popular será un fraude mientras las elecciones se ganen utilizando el dinero y no puedan ganarse sin él".
Con la decisión del Tribunal Supremo sobre el Citizens United y la entrada con todas sus fuerzas de los Comités de Acción Política, se espera que el derroche de dinero continúe proliferando en los próximos años con tal de que lleguen a la Casa Blanca los representantes del gran capital.
Las campañas, por tanto se convierten en aburridas y atorrantes para el público en general, al cual inundan con constantes anuncios propagandísticos.
El reciente caso de elecciones en varias localidades de Miami lo han demostrado. Pese a las constantes proclamas aparecidas en los medios de comunicación del territorio, los alcaldes de Miami Beach, Philip Levine, y de Miami Dade, Wilfredo Gort, salieron electos por solo el 14 % de los posibles votantes. Más ridículo no podría ser.
A esto se suma que gran parte de esos votos fueron recogidos mediante las "boletas ausentes", un sistema inventado para que las personas mayores o las que estén impedidas de ejercer ese día el sufragio, lo hagan por correo o mediante un emisario.
Como se ha denunciado en varias ocasiones, ocurre que los colaboradores de los Comités de Acción se presentan en hogares de ancianos y casas particulares para entregar boletas y pedir el voto de la personas a cambio de cualquier dádiva o favor.
En conclusiones, el Don Dinero preside las elecciones en esta conocida Moneycracia.